domingo, 31 de agosto de 2014

Es difícil creer que esto pueda suceder - Carta de una religiosa dominica desde Irak

  Hola a todos:

Continuamos compartiendo nuestra lucha diaria con ustedes con la esperanza de que nuestro grito pueda ser escuchado en todo el mundo. Somos como el hombre ciego de Jericó (Mc 10, 46-52), el cual no tenía más que su voz para implorar misericordia a Jesús. Aunque algunas personas lo ignorasen otras lo escucharon y lo ayudaron. ¡Nosotras contamos con personas que nos escuchen!

Estamos comenzando la tercera semana de desplazamientos. Las cosas se mueven muy lentamente en cuanto a lo que se refiere a proporcionar refugio, alimentos y necesidades básicas para las personas. Todavía hay gente que vive en las calles. Todavía no hay campamentos organizados fuera de las escuelas que se utilizan como centros de refugiados. Un edificio de tres plantas aún sin acabar también ha sido utilizado como refugio. Para salvaguardar su privacidad en este edificio inacabado las familias han dividido los espacios en habitaciones utilizando láminas de plástico. Estos lugares parecen establos. Todos nos hacemos la misma pregunta: ¿hay algún tipo de final a la vista? Apreciamos todos los esfuerzos que se han hecho para proporcionar ayuda a las personas desplazadas; sin embargo, han de tener en cuenta que el suministro de alimentos no es la única necesidad esencial que se requiere. Nuestro caso es mucho más grande. Estamos hablando de dos minorías (cristianos y mazdeístas) que han perdido sus tierras, sus hogares, sus pertenencias, su trabajo, su dinero, algunos se han visto separados de sus familias y sus seres queridos y todos están perseguidos a causa de su religión.

La Humanae Vitae, una encíclica profética - Mons. Francisco Gil Hellín


Hace años era capellán de un Centro de promoción obrera en el suburbio sur de Roma. Un día se presentó el cardenal Casaroli, a la sazón Secretario de Estado del Vaticano, y mantuvo un diálogo con los profesores y alumnos. Uno de ellos le preguntó qué recuerdos destacaría del tiempo que sirvió a Pablo VI. El cardenal se concentró unos momentos y añadió: la firma de la Humanae Vitae. Y añadió: «A finales del mes de julio de 1968 el Papa estaba muy preocupado. Un día cogió un abultado fajo de documentos y se fue a Castel Gandolfo. A los pocos días le encontré completamente cambiado. Estaba radiante y feliz. Había firmado la Humanae vitae».

Efectivamente, el 25 de julio de 1968 Pablo VI firmó ese documento, que se convirtió en la gran cruz de su Pontificado y fue uno de los escritos magisteriales más contestados de los últimos tiempos, fuera y dentro de la Iglesia. «Raramente –escribió en 1995 el cardenal Ratzinger- un texto de la historia reciente del Magisterio se ha convertido en signo de contradicción como esta encíclica».

La encíclica era una defensa decidida de la vida humana, rechazaba la contraconcepción con métodos artificiales e iba contra el hedonismo y las políticas de planificación familiar, impuestas a menudo por los países ricos a los países pobres. Mantenía, en cambio, el principio de paternidad consciente y éticamente responsable. Como escribió el cardenal Danielou, el documento subraya «el carácter sagrado del amor humano» y es un verdadero «revulsivo contra la tecnocracia». La doctrina de la Humanae vitae contradecía -y contradice- los gustos del tiempo y desafiaba el clima cultural de la época y los enormes intereses económicos de las grandes multinacionales. Su enseñanza es, ciertamente, exigente y no se recuerda con gusto. Pero tampoco el Evangelio se sigue con gusto y deja de ser exigente.

sábado, 30 de agosto de 2014

Los pliegos escritos por Santa Rosa de Lima

Hacia 1923, el, P. Getino, descubrió, en la habitación donde falleció Santa Rosa de Lima -hoy Capilla del Monasterio de Santa Rosa-  unos papeles de aspecto cabalístico, cuya extensión eran de dos medios pliegos, y que correspondían a los dibujos y escritos de la santa peruana.

En efecto, los dibujos de Santa Rosa de Lima utilizaron un estilo, lenguaje y forma literaria de la tradición emblemática y renacentista y barroca. Como en los tratados emblemáticos del amor divino, Rosa relata sus experiencias místicas uniendo la palabra y la imagen. El nivel de las experiencias místicas descritas por Rosa corresponde en magnitud al milagroso intercambio de corazones que Jesús realizara con Santa Catalina de Siena o a las transverberaciones del corazón de Santa Teresa de Jesús. De estos dos pliegos, uno se refiere a las Mercedes o pruebas interiores de la santa, y el otro a la escala mística.

 

·                     Primer pliego

Domingo XXII (ciclo a) Benedicto XVI

BENEDICTO XVI
ÁNGELUS
Domingo 28 de agosto de 2011
 

Queridos hermanos y hermanas:

En el Evangelio de hoy, Jesús explica a sus discípulos que deberá «ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día» (Mt 16, 21). ¡Todo parece alterarse en el corazón de los discípulos! ¿Cómo es posible que «el Cristo, el Hijo de Dios vivo» (v. 16) pueda padecer hasta la muerte? El apóstol Pedro se rebela, no acepta este camino, toma la palabra y dice al Maestro: «¡Lejos de ti tal cosa, Señor! Eso no puede pasarte» (v. 22). Aparece evidente la divergencia entre el designio de amor del Padre, que llega hasta el don del Hijo Unigénito en la cruz para salvar a la humanidad, y las expectativas, los deseos y los proyectos de los discípulos. Y este contraste se repite también hoy: cuando la realización de la propia vida está orientada únicamente al éxito social, al bienestar físico y económico, ya no se razona según Dios sino según los hombres (cf. v. 23). Pensar según el mundo es dejar aparte a Dios, no aceptar su designio de amor, casi impedirle cumplir su sabia voluntad. Por eso Jesús le dice a Pedro unas palabras particularmente duras: «¡Aléjate de mí, Satanás! Eres para mí piedra de tropiezo» (ib.). El Señor enseña que «el camino de los discípulos es un seguirle a él [ir tras él], el Crucificado. Pero en los tres Evangelios este seguirle en el signo de la cruz se explica también… como el camino del “perderse a sí mismo”, que es necesario para el hombre y sin el cual le resulta imposible encontrarse a sí mismo» (cf. Jesús de Nazaret, Madrid 2007, p. 337).

Domingo XXII (ciclo a) Congregación para el clero

Primera Lectura: Jer 20, 7-9
Segunda: Rom 12, 1-2
Evangelio: Mt 16,21-27
 

Nexo entre las lecturas
La Voluntad de Dios es la suprema norma del profeta Jeremías, de Jesucristo y de los cristianos. Inseparable de la voluntad divina es la cruz, el sacrificio por fidelidad a ella. Jeremías siente el aguijón de la rebelión, de tirar todo por la borda; pero "(la palabra de Dios) era dentro de mí como un fuego devorador encerrado en mis huesos; me esforzaba en contenerlo, pero no podía" (Primera lectura). El evangelio de hoy sigue a la proclamación que Pedro hace de Jesús como Mesías e Hijo de Dios (domingo anterior). Jesús quiere dejar bien sentado cuál es el sentido de su mesianismo según el designio de Dios: "Ir a Jerusalén y sufrir mucho por causa de los ancianos, los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley; morir y al tercer día resucitar" (evangelio). San Pablo nos enseña que el auténtico culto consiste en ofrecerse como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios (segunda lectura).


Mensaje doctrinal

Domingo XXII (ciclo a) Guión Litúrgico

ENTRADA:
Hermanos: En el día del Señor, nos reunimos para compartir la celebración eucarística y renovar nuestra vocación de discípulos misioneros. Nos disponemos a celebrar la Santa Misa poniéndonos de pie y cantando...

viernes, 29 de agosto de 2014

Domingo XXII (ciclo a) Catena Aurea

Mateo 16,21-27
Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos, que convenía ir El a Jerusalén, y padecer muchas cosas de los ancianos y de los escribas, y de los príncipes de los sacerdotes, y ser muerto, y resucitar al tercer día.
Y tomándole Pedro aparte, comenzó a increparle diciendo: "Lejos esto de ti, Señor, no será esto contigo". Y vuelto hacia Pedro, le dijo: "Quítateme de delante, Satanás, estorbo me eres; porque no entiendes las cosas que son de Dios, sino las de los hombres".
Entonces dijo Jesús a sus discípulos, "si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz y sígame. Porque el que su alma quisiere salvar, la perderá. Mas el que perdiere su alma por mí, la hallará".
"Porque ¿qué aprovecha al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué cambio dará el hombre por su alma? Porque el Hijo del Hombre ha de venir en la gloria de su Padre con sus ángeles; y entonces dará a cada uno según sus obras.
 

San Jerónimo
A fin de que nadie pueda suponer que no hemos hecho más que exponer nuestra opinión, en estas palabras el Señor dice la causa de haber prohibido el que se lo predicara: "Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que convenía ir El a Jerusalén y padecer, etc." El sentido es el siguiente: cuando hubiera padecido todos estos tormentos vosotros empezaréis a predicarme, porque no conviene predicar a Cristo en público y anunciar su majestad en medio de los pueblos, que lo han de ver después azotado y crucificado.
 

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 54,3
Difícilmente permanecerá en el corazón de muchos lo que una vez ha echado raíces y se arranca después, ya que llega a su crecimiento lo que una vez se ha plantado y después permanece inmóvil. Por esto el Señor se detiene en estas tristes predicciones y a propósito multiplica sus palabras para abrir la inteligencia de sus discípulos.
 

Orígenes, homilia 1 in Matthaeum, 16
Y mirad cómo no dice: y comenzó a decirles o a enseñarles, sino a manifestarles. Porque así como se dice, que las cosas visibles se manifiestan, así se dice, que Cristo manifestaba lo que hablaba. Mas yo no opino que a los que vieron a Cristo padecer tantos tormentos corporales, les fueron manifestados esos tormentos que presenciaban, como a los discípulos, que comprendieron las palabras del Señor acerca del misterio de su pasión y resurrección. Entonces fue cuando les empezó a explicar este misterio que después, cuando los discípulos tuvieron más capacidad,, desarrolló cumplidamente. Porque todo lo que Jesús comienza, lo lleva a su término. Y convenía que Jesús fuese a Jerusalén, para que fuese inmolado en la Jerusalén de abajo, en la Jerusalén terrestre, antes que por su resurrección reinara en la Jerusalén celestial, en la que está arriba ( Gál 4). Después que resucitó Jesús y otros resucitaron con El, no se habla ya de la Jerusalén de aquí abajo o de la casa de oración que ella encierra, sino de la Jerusalén de arriba. El Señor sufre muchas cosas de parte de los ancianos de la Jerusalén terrestre, para ser glorificado de parte de aquellos ancianos celestiales que gozan de sus beneficios. Y al tercer día resucitó de entre los muertos, y para aquellos que arrebata del mal, adquiere la gracia de ser bautizados en su espíritu, en su alma y en su cuerpo, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, que son los tres días, siempre presentes para aquellos, que mediante esos días fueron hechos hijos de la luz.

Juan el Bautista Dibujos Animados


La abeja ladrona - P. Leonardo Castellani

La abeja ladrona
 

Una Abeja adolescente salió de su celdilla crisálida y voló alegremente en la ardiente mañana de verano. La piqueta estaba llena de zumbidos, y ella volteó en el aire en torno suyo un momento, para fijar indeleblemente en su ojo de facetas la situación matemática de su casa. Y en éstas, vio sobre la repisa de otra colmena un grupo de abejas alrededor de un charquito.

– ¡Es miel ajena, no huelas! ¡No huelas la miel ajena! – susurró a su lado una veterana que pasaba– . ¡Al trabajo, a las flores de alfalfa que esta noche abrieron!

Pero la abejita ya estaba tentada por los efluvios encantados, y en un instante llegó, bebió y volvió a su casa repleta. Eso lo hizo cuarenta veces aquel día y recibió muchas felicitaciones, pues ninguna elaboró cera tan blanca ni tan abundante como ella, la novicia, con la miel robada. Pero a los dos días, la miel de la repisa se acabó, y ella estaba convertida en ladrona.

jueves, 28 de agosto de 2014

Elogio de la caridad - San Agustín

San Agustín
(Sermón 350, 2-3) 

El amor por el que amamos a Dios y al prójimo, resume en sí toda la grandeza y profundidad de los demás preceptos divinos. He aquí lo que nos enseña el único Maestro celestial: amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu entendimiento; y amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la Ley y los profetas (/Mt/22/37-40/Ag). Por consiguiente, si te falta tiempo para estudiar página por página todas las de la Escritura, o para quitar todos los velos que cubren sus palabras y penetrar en todos los secretos de las Escrituras, practica la caridad, que lo comprende todo. Así poseerás lo que has aprendido y lo que no has alcanzado a descifrar. En efecto, si tienes la caridad, sabes ya un principio que en sí contiene aquello que quizá no entiendes. En los pasajes de la Escritura abiertos a tu inteligencia la caridad se manifiesta, y en los ocultos la caridad se esconde. Si pones en práctica esta virtud en tus costumbres, posees todos los divinos oráculos, los entiendas o no.

Por tanto, hermanos, perseguid la caridad, dulce y saludable vínculo de los corazones; sin ella, el más rico es pobre, y con ella el pobre es rico. La caridad es la que nos da paciencia en las aflicciones, moderación en la prosperidad, valor en las adversidades, alegría en las obras buenas; ella nos ofrece un asilo seguro en las tentaciones, da generosamente hospitalidad a los desvalidos, alegra el corazón cuando encuentra verdaderos hermanos y presta paciencia para sufrir a los traidores.

miércoles, 27 de agosto de 2014

La creación y los ángeles - La fe explicada

PARTE I: EL CREDO

CAPÍTULO IV: LA CREACION

Y LOS ANGELES

 
 ¿Cómo empezó la creación? A veces un modista, un pastelero o un perfumista se jactan de hacer una nueva «creación». Cuando esto ocurre, utilizan la palabra «creación» en un sentido muy amplio.

Por nueva que sea una moda, tiene que basarse en tejido de algún tipo. Por agradable que resulte un postre o un perfume, tiene que basarse en alguna clase de ingredientes.

«Crear» significa «hacer de la nada». Hablando con propiedad, sólo Dios, cuyo poder es infinito, puede crear.

Hay científicos que se afanan hoy en día en los laboratorios tratando de «crear» vida en un tubo de ensayo. Una y otra vez, tras fracasos repetidos, mezclan sus ingredientes químicos y combinan sus moléculas. Si lo conseguirán algún día o no, no lo sé. Pero aunque su paciencia fuera recompensada, no podría decirse que habían «creado» nueva vida. Todo el tiempo habrían estado trabajando con materiales que Dios les ha proporcionado.

Cuando Dios crea, no necesita materiales o utensilios para poder trabajar. Simplemente, QUIERE que algo sea, y es. «Hágase la luz» dijo al principio, «y la luz fue...» «Hágase un firmamento en medio de las aguas», dijo Dios, «y así se hizo» (Gen 1, 3-6).

La voluntad creadora de Dios no sólo ha llamado a todas las cosas a la existencia, sino que las MANTIENE en ella. Si Dios retirara el sostén de su voluntad a cualquier criatura, ésta dejaría de existir en aquel mismo instante, volvería a la nada de la que salió.

Las primeras obras de la creación divina que conocemos (Dios no tiene por qué habérnoslo dicho todo) son los ángeles. Un ángel es un espíritu, es decir, un ser con inteligencia y voluntad, pero sin cuerpo, sin dependencia alguna de la materia. El alma humana también es un espíritu, pero el alma humana nunca será ángel, ni siquiera durante el tiempo en que, separada del cuerpo por la muerte, espere la resurrección.

El alma humana ha sido hecha para estar unida a un cuerpo físico. Decimos que tiene «afinidad» hacia un cuerpo. Una persona humana, compuesta de alma y cuerpo, es incompleta sin éste. Hablaremos más extensamente de ello cuando tratemos de la resurrección de la carne. Pero, por el momento, sólo queremos subrayar el hecho de que un ángel, sin cuerpo, es una persona completa, y que un ángel es muy superior al ser humano.

Oraciones a Santa Mónica (por los hijos, la familia, las madres)


 
ORACIÓN A SANTA MÓNICA
Gloriosa Santa Mónica, modelo de madres. Tu vida la admiramos en los vaivenes de tu hogar y sobre todo, siguiendo a tu hijo Agustín. Supiste atraer a tu esposo hacia Dios e igualmente a aquel hijo que había perdido la fe. Le seguías llamándole, orando, llorando... Consíguenos que comprendamos el papel sagrado de las madres y su influencia en el hogar. Confiamos nuestra familia a tu protección.
 

ORACIÓN PARA PEDIR POR LOS HIJOS
A ti recurro por ayuda e instrucciones, Santa Mónica, maravillosa ejemplo de firme oración por los niños. En tus amorosos brazos yo deposito mi hijo(a) (mencionar aquí los nombres), para que por medio de tu poderosa intercesión puedan alcanzar una genuina conversión a Cristo Nuestro Señor. A ti también apelo, madre de las madres, para que pidas a nuestro Señor me conceda el mismo espíritu de oración incesante que a ti te concedió. Todo esto te lo pido por medio del mismo Cristo Nuestro Señor. Amén.
 

PARA PEDIR POR LA PAZ EN LA FAMILIA

martes, 26 de agosto de 2014

Fe y razón y el diálogo con el Islam - Benedicto XVI en Ratisbona


VIAJE APOSTÓLICO DE SU SANTIDAD BENEDICTO XVI
A MUNICH, ALTÖTTING Y RATISBONA
(9-14 DE SEPTIEMBRE DE 2006)
 

ENCUENTRO CON EL MUNDO DE LA CULTURA

DISCURSO DEL SANTO PADRE
EN LA UNIVERSIDAD DE RATISBONA

Martes 12 de septiembre de 2006 

Fe, razón y universidad.
Recuerdos y reflexiones

 

Eminencias,
Rectores Magníficos,
Excelencias,
Ilustres señoras y señores:

Para mí es un momento emocionante encontrarme de nuevo en la universidad y poder impartir una vez más una lección magistral. Me hace pensar en aquellos años en los que, tras un hermoso período en el Instituto Superior de Freising, inicié mi actividad como profesor en la universidad de Bonn. Era el año 1959, cuando la antigua universidad tenía todavía profesores ordinarios. No había auxiliares ni dactilógrafos para las cátedras, pero se daba en cambio un contacto muy directo con los alumnos y, sobre todo, entre los profesores. Nos reuníamos antes y después de las clases en las salas de profesores. Los contactos con los historiadores, los filósofos, los filólogos y naturalmente también entre las dos facultades teológicas eran muy estrechos. Una vez cada semestre había un dies academicus, en el que los profesores de todas las facultades se presentaban ante los estudiantes de la universidad, haciendo posible así una experiencia de Universitas —algo a lo que hace poco ha aludido también usted, Señor Rector—; es decir, la experiencia de que, no obstante todas las especializaciones que a veces nos impiden comunicarnos entre nosotros, formamos un todo y trabajamos en el todo de la única razón con sus diferentes dimensiones, colaborando así también en la común responsabilidad respecto al recto uso de la razón: era algo que se experimentaba vivamente. Además, la universidad se sentía orgullosa de sus dos facultades teológicas. Estaba claro que también ellas, interrogándose sobre la racionabilidad de la fe, realizan un trabajo que forma parte necesariamente del conjunto de la Universitas scientiarum, aunque no todos podían compartir la fe, a cuya correlación con la razón común se dedican los teólogos. Esta cohesión interior en el cosmos de la razón no se alteró ni siquiera cuando, en cierta ocasión, se supo que uno de los profesores había dicho que en nuestra universidad había algo extraño: dos facultades que se ocupaban de algo que no existía: Dios. En el conjunto de la universidad estaba fuera de discusión que, incluso ante un escepticismo tan radical, seguía siendo necesario y razonable interrogarse sobre Dios por medio de la razón y que esto debía hacerse en el contexto de la tradición de la fe cristiana.

Recordé todo esto recientemente cuando leí la parte, publicada por el profesor Theodore Khoury (Münster), del diálogo que el docto emperador bizantino Manuel II Paleólogo, tal vez en los cuarteles de invierno del año 1391 en Ankara, mantuvo con un persa culto sobre el cristianismo y el islam, y sobre la verdad de ambos. 1 Probablemente fue el mismo emperador quien anotó ese diálogo durante el asedio de Constantinopla entre 1394 y 1402. Así se explica que sus razonamientos se recojan con mucho más detalle que las respuestas de su interlocutor persa. 2 El diálogo abarca todo el ámbito de las estructuras de la fe contenidas en la Biblia y en el Corán, y se detiene sobre todo en la imagen de Dios y del hombre, pero también, cada vez más y necesariamente, en la relación entre las «tres Leyes», como se decía, o «tres órdenes de vida»: Antiguo Testamento, Nuevo Testamento y Corán. No quiero hablar ahora de ello en este discurso; sólo quisiera aludir a un aspecto —más bien marginal en la estructura de todo el diálogo— que, en el contexto del tema «fe y razón», me ha fascinado y que servirá como punto de partida para mis reflexiones sobre esta materia.

En el séptimo coloquio (διάλεξις, controversia), editado por el profesor Khoury, el emperador toca el tema de la yihad, la guerra santa. Seguramente el emperador sabía que en la sura 2, 256 está escrito: «Ninguna constricción en las cosas de fe». Según dice una parte de los expertos, es probablemente una de las suras del período inicial, en el que Mahoma mismo aún no tenía poder y estaba amenazado. Pero, naturalmente, el emperador conocía también las disposiciones, desarrolladas sucesivamente y fijadas en el Corán, acerca de la guerra santa. Sin detenerse en detalles, como la diferencia de trato entre los que poseen el «Libro» y los «incrédulos», con una brusquedad que nos sorprende, brusquedad que para nosotros resulta inaceptable, se dirige a su interlocutor llanamente con la pregunta central sobre la relación entre religión y violencia en general, diciendo: «Muéstrame también lo que Mahoma ha traído de nuevo, y encontrarás solamente cosas malas e inhumanas, como su disposición de difundir por medio de la espada la fe que predicaba». 3 El emperador, después de pronunciarse de un modo tan duro, explica luego minuciosamente las razones por las cuales la difusión de la fe mediante la violencia es algo insensato. La violencia está en contraste con la naturaleza de Dios y la naturaleza del alma. «Dios no se complace con la sangre —dice—; no actuar según la razón (συ ν λόγω) es contrario a la naturaleza de Dios. La fe es fruto del alma, no del cuerpo. Por tanto, quien quiere llevar a otra persona a la fe necesita la capacidad de hablar bien y de razonar correctamente, y no recurrir a la violencia ni a las amenazas... Para convencer a un alma racional no hay que recurrir al propio brazo ni a instrumentos contundentes ni a ningún otro medio con el que se pueda amenazar de muerte a una persona».4

Documental que muestra por dentro cómo opera el Estado Islámico

Un periodista de VICE News convivió tres semanas con los extremistas musulmanes. Dialogó con ellos, estuvo en múltiples operativos y vio cómo aplican la implacable sharia. Medyan Dairieh fue el único periodista que pudo documentar por dentro cómo actúan los terroristas del Estado Islámico. Fue, además, el único corresponsal con quien aceptaron dialogar y dar información.

(Buscar en la pantalla la funciòn subtìtulos en español o francés)


(Infobae/InfoCatólica) Dairieh logró captar las mejores imágenes de los terroristas y participó en varias de sus matanzas como un testigo «privilegiado» de este grupo fundamentalista que quiere imponer la sharia en gran parte del mundo.
El cronista de VICE News sólo pudo convivir tres semanas con los miembros militantes del EI, el nuevo enemigo número uno de los Estados Unidos y Occidente. «Somos los musulmanes quienes queremos hacer cumplir la sharia en esta tierra. Juro por Dios, el único Dios que existe, que la única manera de hacer cumplir la sharia es mediante las armas», dice en un avance del documental uno de los extremistas que ya controlan parte de Irak y Siria.
El video comienza con una escena en una plaza de Raqqa, Siria, donde se ve a yihadistas disparando con armas pesadas a un helicóptero desde la parte trasera de una camioneta. «Esto es Raqqa, la capital del más nuevo de los Estados declarados», comienza su relato Dairieh. Según el periodista, la «rapidez y eficacia» con la que actuaron los terroristas sorprendió al mundo. Incluso a los gobiernos más poderosos.

lunes, 25 de agosto de 2014

San Luis Rey de Francia - P. Alfredo Sáenz S.J.

San Luis, rey de Francia
(Tomado de “La Cristiandad en la Edad Media”)

Daniel-Rops ha compuesto un logrado retrato del santo, que acá esbozaremos. Por las descripciones de sus contemporáneos se sabe que era un hombre alto y enjuto, de cabello rubio y ojos azules. Espiritualmente se trataba de una persona superior, pero que nada tenía de santurrón ni de mojigato; al contrario, era afable, amante de las bromas y de la eutrapelia, lo que no obstaba a que gustase conservar las debidas distancias, y cuando era necesario, mostrarse cortante. Juntaba de manera eximia la nostalgia del Dios, cuya visión final anhelaba, con la preocupación política por los asuntos de la tierra que el mismo Dios había puesto a su cuidado.
La vida de S. Luis es un testimonio vivo de cómo un rey puede hacer brillar en sus obras el primado de las cosas de Dios por sobre las cosas del hombre. «Querido hijo, lo primero que quiero enseñarte –diría a su primogénito Felipe, en la carta-testamento que le dejó– es que ames a Dios de todo corazón; pues sin eso nadie puede salvarse. Guárdate de hacer nada que desagrade a Dios». Tal sería el principio rector que lo guiaría a lo largo de toda su vida, en perfecta consonancia con aquello que, siendo niño, había oído de labios de su madre, Blanca de Castilla, a saber, que lo prefería muerto a pecador. En medio de las agotadoras tareas que le exigía el timón de la nación, nunca le faltó tiempo para rezar cada día las Horas litúrgicas y para leer asiduamente la Sagrada Escritura y los Santos Padres. Se confesaba con frecuencia, se azotaba en castigo de sus faltas, ayunaba severamente, llevaba cilicio, y vivía con extrema sobriedad, al menos mientras su cargo no le obligaba a ponerse trajes de gala.
La fe no era para él algo puramente privado, vivido en el santuario secreto del alma, sin influjo alguno sobre su conducta, sino que impregnaba todo su obrar, y lo impulsaba a la caridad, que es como la flor de la fe. Su generosidad era proverbial. Con frecuencia salía a caminar por las calles de París o de las otras ciudades de su Reino, para distribuir dinero a los pobres que a su paso iba encontrando; pasaba largos ratos cuidando en los hospitales a los enfermos más repugnantes; invitaba a su mesa a veinte pobres tan sucios y malolientes que los mismos guardias del Palacio se sentían descompuestos; cuando, según la costumbre de aquel tiempo, se anunciaba desde lejos, al son de campanillas, la presencia de algún leproso, Luis se acercaba a él y lo besaba, como si fuese el mismo Cristo. Todas estas anécdotas, y muchas más, no son producto de la imaginación de algún biógrafo servil o beatón, sino que provienen de las más seguras Crónicas de la época. Y esa caridad, que fue tan personal, es decir, de persona a persona, no obstó a que la volcara también a la creación de obras e instituciones educativas, así como a la erección de hospitales, hospicios, orfelinatos y numerosos conventos.

domingo, 24 de agosto de 2014

Domingo XXI (ciclo a) Congregación para el clero

Primera Lectura: Is 22, 19-23
Segunda: Rom 11, 33-36
Evangelio: Mt 16,13-20
 

Nexo entre las Lecturas

La figura de Pedro, que confiesa a Jesús Mesías e Hijo de Dios, llena la escena litúrgica de este domingo. Jesús lo constituye la Roca de la Iglesia, le da las llaves del edificio eclesial y le otorga el poder de atar y desatar (Evangelio). La primera lectura nos habla de Eliaquín, elegido por Dios para ser mayordomo de palacio, en tiempos del rey Ezequías, y que prefigura a Pedro: "El será padre para los habitantes de Jerusalén y para la casa de Judá. Pondré en sus manos las llaves del palacio de David". San Pablo, en la segunda lectura, se asombra de las decisiones insondables de Dios y de sus inescrutables caminos respecto al pueblo de Israel. La liturgia, al relacionar este texto con el Evangelio, nos invita a admirar y sobrecogernos ante el gran misterio de la elección de Pedro para ser Roca y Mayordomo de su Iglesia.

 

Mensaje doctrinal

"Tú eres Roca, y sobre esta Roca, edificaré mi Iglesia" (Mt 16,18). En el Antiguo Testamento, el símbolo de la Roca se aplica a Yavéh: "Sólo Dios es mi Roca" (Sal 62,3). En el Nuevo Testamento, Pablo lo atribuye a Cristo: "No puede haber otro cimiento del que ya está puesto, y este cimiento es Cristo" (1Cor 3,11). En los labios de Jesús, según el Evangelio de Mateo, el símbolo es adjudicado a Pedro. No hay contradicción en la pluralidad de símbolos: Dios es el único fundamento sólido de nuestra seguridad y de nuestra fe; para revelársenos como tal a lo largo del tiempo instituyó la Iglesia, cuyo fundamento invisible es Jesucristo. Pedro en sus sucesores es, por misteriosa voluntad de Cristo, el fundamento visible sobre el que se yergue el edificio de la Iglesia. Siendo Pedro sólo representación de un fundamento divino, se entiende la promesa del Señor: "El poder del abismo no la hará perecer" (Mt 16,19). Ningún poder, por oscuro y tenebroso que sea, puede destruir a Dios y, por tanto, a la Iglesia, de la que Dios es el verdadero fundamento.

Domingo XXI (ciclo a) Benedicto XVI

SANTA MISA
PARA LA XXVI JORNADA
MUNDIAL DE LA JUVENTUD
Aeropuerto Cuatro Vientos de Madrid
Domingo 21 de agosto de 2011

HOMILÍA
 

Queridos jóvenes:

Con la celebración de la Eucaristía llegamos al momento culminante de esta Jornada Mundial de la Juventud. Al veros aquí, venidos en gran número de todas partes, mi corazón se llena de gozo pensando en el afecto especial con el que Jesús os mira. Sí, el Señor os quiere y os llama amigos suyos (cf. Jn 15,15). Él viene a vuestro encuentro y desea acompañaros en vuestro camino, para abriros las puertas de una vida plena, y haceros partícipes de su relación íntima con el Padre. Nosotros, por nuestra parte, conscientes de la grandeza de su amor, deseamos corresponder con toda generosidad a esta muestra de predilección con el propósito de compartir también con los demás la alegría que hemos recibido. Ciertamente, son muchos en la actualidad los que se sienten atraídos por la figura de Cristo y desean conocerlo mejor. Perciben que Él es la respuesta a muchas de sus inquietudes personales. Pero, ¿quién es Él realmente? ¿Cómo es posible que alguien que ha vivido sobre la tierra hace tantos años tenga algo que ver conmigo hoy?

En el evangelio que hemos escuchado (cf. Mt 16, 13-20), vemos representados como dos modos distintos de conocer a Cristo. El primero consistiría en un conocimiento externo, caracterizado por la opinión corriente. A la pregunta de Jesús: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?», los discípulos responden: «Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas». Es decir, se considera a Cristo como un personaje religioso más de los ya conocidos. Después, dirigiéndose personalmente a los discípulos, Jesús les pregunta: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». Pedro responde con lo que es la primera confesión de fe: «Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo». La fe va más allá de los simples datos empíricos o históricos, y es capaz de captar el misterio de la persona de Cristo en su profundidad.

Domingo XXI (ciclo a) Guión litúrgico

ENTRADA:
Hermanos: En el día del Señor, nos reunimos quienes profesamos una misma fe: nuestra fe en Jesucristo, fundada en el testimonio de los apóstoles y transmitida a lo largo de los tiempos por sus sucesores: el Papa y los Obispos. Para dar comienzo a la celebración de la Santa Misa nos ponemos de pie y cantamos...

sábado, 23 de agosto de 2014

Domingo XXI (ciclo a) Catena Aurea

Mateo 16,13-20
Y vino Jesús a las partes de Cesárea de Filipo: y preguntaba a sus discípulos, diciendo: "¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?" Y ellos respondieron: "Los unos, que Juan el Bautista; los otros, que Elías; y los otros, que Jeremías, o uno de los Profetas". Y Jesús les dice: "Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?" Respondió Simón Pedro y dijo: "Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo". Y respondiendo Jesús, le dijo: "Bienaventurado eres, Simón, hijo de Juan: porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Y a ti te daré la llave del reino de los cielos. Y todo lo que ligares sobre la tierra, ligado será en los cielos; y todo lo que desatares sobre la tierra, será también desatado en los cielos".
Entonces mandó a sus discípulos que no dijesen a ninguno que El era Jesús el Cristo.
 

Glosa
El Señor, después de haber separado a sus discípulos de la doctrina de los fariseos, escoge el momento oportuno para echar en ellos los fundamentos profundos de la doctrina del Evangelio. Y para hacerlo con más solemnidad, el evangelista designa el lugar con estas palabras: "Y vino Jesús a las partes de Cesarea de Filipo".
 

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 54,1
Dice Cesarea de Filipo y no simplemente Cesarea, porque hay otra Cesarea que es la de Straton. No es en esta última, sino en la primera, donde el Señor, alejándolos de los judíos, preguntó a sus discípulos, quienes dijeron sin temor y con toda libertad lo que pensaban.
 

Rábano
Este Filipo era hermano de Herodes y Tetrarca de Ituria y de Traconítides y dio el nombre de Cesarea a la ciudad que hoy se llama Paneas, en honor de Tiberio César.
 

Glosa
El Señor, queriendo afirmar en la fe a sus discípulos, comienza por alejar de sus espíritus las opiniones y los errores de otros. Por eso lo que sigue: "Y preguntaba a sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?"
 

Orígenes, homilia 1 in Matthaeum, 15
Pregunta Cristo a los discípulos para que sepamos nosotros por las respuestas de los apóstoles las diversas opiniones que había entonces sobre Cristo entre los judíos y para que investiguemos siempre la opinión que sobre nosotros tienen formada los hombres, a fin de que si hablan mal, evitemos las ocasiones de que puedan hablar así y si bien, las aumentemos. También el ejemplo de los apóstoles enseña a los discípulos de los Obispos la obligación que tienen de informar a sus Obispos de las opiniones que sobre ellos se tenga por fuera.

viernes, 22 de agosto de 2014

Oraciones a María Reina

Oraciones a María Reina
 
 

Virgen María, Madre de Dios
y madre nuestra;
nos acercamos a Ti, llenos de confianza
en tu amor y en tu poderosa intercesión.
A ti que reinas junto a tu Hijo,
como Madre de Misericordia,
queremos consagrar todas nuestras vidas,
para que reines también en ellas,
y siendo todos tuyos, nos lleves a Jesús.
Ponemos en tus manos
nuestras alegrías y tristezas;
nuestros pensamientos, sentimientos
y todas nuestras acciones.
Ponemos en tus manos
a nuestras familias y amigos,
a quienes viven, a quienes murieron
y a los niños por nacer,
a los sanos y a los enfermos,
a los que tienen fe y a los que no creen.

jueves, 21 de agosto de 2014

Imágenes de la canonización de San Pío X


San Pío X dejó una huella indeleble en la historia de la Iglesia - Benedicto XVI

BENEDICTO XVI
AUDIENCIA GENERAL
18 de agosto de 2010
San Pío X

Queridos hermanos y hermanas:

Hoy quiero detenerme a hablar de la figura de mi predecesor san Pío X, de quien el próximo sábado se celebra la memoria litúrgica, subrayando algunos rasgos que pueden resultar útiles también para los pastores y los fieles de nuestra época.

Giuseppe Sarto (este era su nombre), nació en Riese (Treviso) en 1835 de familia campesina. Después de los estudios en el seminario de Padua fue ordenado sacerdote a los 23 años. Primero fue vicario parroquial en Tombolo, luego párroco en Salzano, después canónigo de la catedral de Treviso con el cargo de canciller episcopal y director espiritual del seminario diocesano. En esos años de rica y generosa experiencia pastoral, el futuro Romano Pontífice mostró el profundo amor a Cristo y a la Iglesia, la humildad, la sencillez y la gran caridad hacia los más necesitados, que fueron características de toda su vida. En 1884 fue nombrado obispo de Mantua y en 1893 patriarca de Venecia. El 4 de agosto de 1903 fue elegido Papa, ministerio que aceptó con titubeos, porque consideraba que no estaba a la altura de una tarea tan elevada.

Acerbo Nimis, sobre la enseñanza del Catecismo - San Pío X

Acerbo Nimis
Carta encíclica de san Pío X
sobre la enseñanza del Catecismo
15 de abril de 1905
 

Los secretos designios de Dios Nos han levantado de Nuestra pequeñez al cargo de Supremo Pastor de toda la grey de Cristo en días bien críticos y amargos, pues el enemigo de antiguo anda alrededor de este rebaño y le tiende lazos con tan pérfida astucia, que ahora, principalmente, parece haberse cumplido aquella profecía del Apóstol a los ancianos de la Iglesia de Efeso: Sé que... os han asaltado lobos voraces que destrozan el rebaño[i] 1.

De este mal que padece la religión no hay nadie, animado del celo de la gloria divina, que no investigue las causas y razones, sucediendo que, como cada cual las halla diferentes, propone diferentes medios conforme a su personal opinión para defender y restaurar el reinado de Dios en la tierra. No proscribimos, Venerables Hermanos, los otros juicios, mas estamos con los que piensan que la actual depresión y debilidad de las almas, de que resultan los mayores males, provienen, principalmente, de la ignorancia de las cosas divinas.

Esta opinión concuerda enteramente con lo que Dios mismo declaró por su profeta Oseas: No hay conocimiento de Dios en la tierra. La maldición, y la mentira, y el homicidio, y el robo, y el adulterio lo han inundado todo; la sangre se añade a la sangre por cuya causa se cubrirá de luto la tierra y desfallecerán todos sus moradores 2.

 

Necesidad de instrucción

2. ¡Cuán comunes y fundados son, por desgracia, estos lamentos de que existe hoy un crecido número de personas, en el pueblo cristiano, que viven en suma ignorancia de las cosas que se han de conocer para conseguir la salvación eterna! -Al decir "pueblo cristiano", no Nos referimos solamente a la plebe, esto es, a aquellos hombres de las clases inferiores a quienes excusa con frecuencia el hecho de hallarse sometidos a dueños exigentes, y que apenas si pueden ocuparse de sí mismos y de su descanso; sino que también y, principalmente, hablamos de aquellos a quienes no falta entendimiento ni cultura y hasta se hallan adornados de una gran erudición profana, pero que, en lo tocante a la religión, viven temeraria e imprudentemente. ¡Difícil sería ponderar lo espeso de las tinieblas que con frecuencia los envuelven y -lo que es más triste- la tranquilidad con que permanecen en ellas! De Dios, soberano autor y moderador de todas las cosas, y de la sabiduría de la fe cristiana para nada se preocupan; y así nada saben de la Encarnación del Verbo de Dios, ni de la redención por El llevada a cabo; nada saben de la gracia, el principal medio para la eterna salvación; nada del sacrificio augusto ni de los sacramentos, por los cuales conseguimos y conservamos la gracia. En cuanto al pecado, ni conocen su malicia ni su fealdad, de suerte que no ponen el menor cuidado en evitarlo, ni en lograr su perdón; y así llegan a los últimos momentos de su vida, en que el sacerdote -por no perder la esperanza de su salvación- les enseña sumariamente la religión, en vez de emplearlos principalmente, según convendría, en moverles a actos de caridad; y esto, si no ocurre -por desgracia, con harta frecuencia- que el moribundo sea de tan culpable ignorancia que tenga por inútil el auxilio del sacerdote y juzgue que pueda traspasar tranquilamente los umbrales de la eternidad sin haber satisfecho a Dios por sus pecados.

Por lo cual Nuestro predecesor Benedicto XIV escribió justamente: Afirmamos que la mayor parte de los condenados a las penas eternas padecen su perpetua desgracia por ignorar los misterios de la fe, que necesariamente se deben saber y creer para ser contados entre los elegidos 3.

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