COMISIÓN TEOLÓGICA INTERNACIONAL
El tema del destino de los niños que
mueren sin haber recibido el Bautismo ha sido afrontado teniendo en cuenta el
principio de la jerarquía de las verdades, en el contexto del designio salvador
universal de Dios, de la unicidad y el carácter insuperable de la mediación de
Cristo, de la sacramentalidad de la Iglesia en orden a la salvación y de la
realidad del pecado original. En la situación actual de relativismo cultural y
de pluralismo religioso, el número de niños no bautizados aumenta de manera
considerable. En esta situación se hace más urgente la reflexión sobre la
posibilidad de salvación para estos niños. La Iglesia es consciente de que esta
salvación se puede alcanzar únicamente en Cristo por medio del Espíritu. Pero
no puede renunciar a reflexionar, en cuanto madre y maestra, acerca del destino
de todos los seres humanos creados a imagen de Dios y, de manera particular, de
los más débiles y de aquellos que todavía no tienen el uso de la razón y de la
libertad.
Es sabido que la enseñanza tradicional
recurría a la teoría del limbo, entendido como un estado en el que las almas de
los niños que mueren sin bautismo no merecen el premio de la visión beatífica,
a causa del pecado original, pero no sufren ningún castigo, ya que no han
cometido pecados personales. Esta teoría, elaborada por los teólogos a partir
de la Edad Media, nunca ha entrado en las definiciones dogmáticas del
Magisterio, aunque el mismo Magisterio la ha mencionado en su enseñanza hasta
el concilio Vaticano II. Sigue siendo por tanto una hipótesis teológica
posible. No obstante, en el Catecismo de la Iglesia Católica(1992)
la teoría del limbo no se menciona; se enseña por el contrario que, en cuanto a
los niños muertos sin el bautismo, la Iglesia no puede más que confiarlos a la
misericordia de Dios, como se hace precisamente en el ritual de las exequias
previsto específicamente para ellos. El principio según el cual Dios quiere la
salvación de todos los seres humanos permite esperar que haya una vía de
salvación para los niños muertos sin bautismo (cf. Catecismo de la
Iglesia Católica, n. 1261). Esta afirmación invita a la reflexión teológica
a encontrar una conexión lógica y coherente entre diversos enunciados de la fe
católica: la voluntad salvífica universal de Dios / la unicidad de la mediación
de Cristo / la necesidad del bautismo para la salvación / la acción universal
de la gracia en relación con los sacramentos / la ligazón entre pecado original
y privación de la visión beatífica / la creación del ser humano «en Cristo».
La conclusión del estudio es que hay
razones teológicas y litúrgicas para motivar la esperanza de que los niños
muertos sin Bautismo puedan ser salvados e introducidos en la felicidad eterna,
aunque no haya una enseñanza explícita de la Revelación sobre este problema.
Ninguna de las consideraciones que el texto propone para motivar una nueva
aproximación a la cuestión puede ser utilizada para negar la necesidad del bautismo
ni para retrasar su administración. Más bien hay razones para esperar que Dios
salvará a estos niños ya que no se ha podido hacer por ellos lo que se hubiera
deseado hacer, es decir, bautizarlos en la fe de la Iglesia e insertarlos
visiblemente en el Cuerpo de Cristo.
Para terminar, una observación de
carácter metodológico. El tratamiento de este tema se justifica dentro del
desarrollo de la historia de la inteligencia de la fe de la que habla la
constitución Dei Verbum (n. 8), y cuyos factores son la reflexión
y el estudio de los creyentes, la experiencia de las cosas espirituales y la
predicación del Magisterio. Cuando en la historia del pensamiento cristiano se
ha comenzado a suscitar la pregunta sobre la suerte de los niños muertos sin
bautismo tal vez no se conocía exactamente la naturaleza y todo el alcance
doctrinal implícito en esta cuestión. Solamente en el desarrollo histórico y
teológico que ha tenido lugar en el curso de los siglos y hasta el concilio
Vaticano II se ha caído en la cuenta de que esta pregunta específica debía ser
considerada en un horizonte cada vez más amplio de las doctrinas de fe, y que
el problema puede ser repensado poniendo en relación explícita el punto en
cuestión con el contexto global de la fe católica y observando el principio de
la jerarquía de las verdades mencionado en el decreto Unitatis
redintegratio del concilio Vaticano II. El documento, tanto desde el
punto de vista teológico-especulativo como práctico-pastoral, constituye un
instrumento explicativo, útil y eficaz para la comprensión y la profundización
de esta problemática, que no es solamente doctrinal, sino que va al encuentro
de urgencias pastorales de no poca relevancia.
Introducción
1. San Pedro exhorta a los cristianos a
estar siempre preparados para dar razón de la esperanza que hay en ellos
(cf. 1 Pe 3,15-16)[1]. Este documento
trata del tema de la esperanza que los cristianos pueden tener acerca de la
salvación de los niños que mueren sin haber recibido el Bautismo. Explica cómo
se ha desarrollado esta esperanza en los últimos decenios y en qué base se
apoya, de tal manera que se pueda dar razón de ella. Aunque a primera vista
este tema puede parecer marginal respecto a otras preocupaciones teológicas,
cuestiones muy profundas y complejas se encuentran implicadas en el desarrollo
del mismo; urgentes necesidades pastorales hacen necesaria esta explicación.