domingo, 9 de octubre de 2016

SAN JOSÉ SÁNCHEZ DEL RÍO - por Los Artilleros




Décimas a José Sánchez del Río
¿Quién fue heroica ligadura
entre fusil y poema,
entre rubí de diadema
y una frente prematura?
¿Quién paradoja y costura
de dos humanas fronteras?
Esas manos tempraneras
encumbraron estandarte
y se volvieron baluarte
de las entrañas cristeras.
Fue José Sánchez del Río
-de Michoacán, sahuayense-
clarín y juglar castrense;
niño en años, hombre en brío.
(Le parece un desvarío
a la gente indiferente
que vida tan incipiente
se trunque por un delirio,
no comprenden el martirio
de su amor intransigente).

martes, 26 de julio de 2016

Jacques Hamel, sacerdote mártir de Cristo en Normandia

CARTA ENCÍCLICA HUMANI GENERIS - Pío XII

CARTA ENCÍCLICA
HUMANI GENERIS

DEL SUMO PONTÍFICE
PÍO XII

SOBRE LAS FALSAS OPINIONES
CONTRA LOS FUNDAMENTOS
DE LA DOCTRINA CATÓLICA

Las disensiones y errores del género humano en cuestiones religiosas y morales han sido siempre fuente y causa de intenso dolor para todas las personas de buena voluntad, y principalmente para los hijos fieles y sinceros de la Iglesia; pero en especial lo son hoy, cuando vemos combatidos aun los principios mismos de la civilización cristiana.
INTRODUCCIÓN
1. Ni es de admirar que siempre haya habido disensiones y errores fuera del redil de Cristo. Porque, aun cuando la razón humana, hablando absolutamente, procede con sus fuerzas y su luz natural al conocimiento verdadero y cierto de un Dios único y personal, que con su providencia sostiene y gobierna el mundo y, asimismo, al conocimiento de la ley natural, impresa por el Creador en nuestras almas; sin embargo, no son pocos los obstáculos que impiden a nuestra razón cumplir eficaz y fructuosamente este su poder natural. Porque las verdades tocantes a Dios y a las relaciones entre los hombres y Dios se hallan por completo fuera del orden de los seres sensibles; y, cuando se introducen en la práctica de la vida y la determinan, exigen sacrificio y abnegación propia.
2. Ahora bien: para adquirir tales verdades, el entendimiento humano encuentra dificultades, ya a causa de los sentidos o imaginación, ya por las malas concupiscencias derivadas del pecado original. Y así sucede que, en estas cosas, los hombres fácilmente se persuadan ser falso o dudoso lo que no quieren que sea verdadero. Por todo ello, ha de defenderse que la revelación divina es moralmente necesaria, para que, aun en el estado actual del género humano, con facilidad, con firme certeza y sin ningún error, todos puedan conocer las verdades religiosas y morales que de por sí no se hallan fuera del alcance de la razón[1].
Más aún; a veces la mente humana puede encontrar dificultad hasta para formarse un juicio cierto sobre la credibilidad de la fe católica, no obstante que Dios haya ordenado muchas y admirables señales exteriores, por medio de las cuales, aun con la sola luz de la razón se puede probar con certeza el origen divino de religión cristiana. De hecho, el hombre, o guiado por prejuicios o movido por las pasiones y la mala voluntad, puede no sólo negar la clara evidencia de esos indicios externos, sino también resistir a las inspiraciones que Dios infunde en nuestra almas.
3. Dando una mirada al mundo moderno, que se halla fuera del redil de Cristo, fácilmente se descubren las principales direcciones que siguen los doctos. Algunos admiten de hecho, sin discreción y sin prudencia, el sistema evolucionista, aunque ni en el mismo campo de las ciencias naturales ha sido probado como indiscutible, y pretenden que hay que extenderlo al origen de todas las cosas, y con temeridad sostienen la hipótesis monista y panteísta de un mundo sujeto a perpetua evolución. Hipótesis, de que se valen bien los comunistas para defender y propagar su materialismo dialéctico y arrancar de las almas toda idea de Dios.
La falsas afirmaciones de semejante evolucionismo, por las que se rechaza todo cuanto es absoluto, firme e inmutable, han abierto el camino a las aberraciones de una moderna filosofía , que, para oponerse al Idealismo, al Inmanentismo y a lPragmatismo se ha llamado a sí misma Existencialismo, porque rechaza las esencias inmutables de las cosas y sólo se preocupa de la existencia de los seres singulares.

viernes, 22 de julio de 2016

Las mujeres al servicio del Evangelio - Benedicto XVI

Las mujeres al servicio del Evangelio

BENEDICTO XVI
AUDIENCIA GENERAL

Miércoles 14 de febrero de 2007


Queridos hermanos y hermanas

Llegamos hoy al final de nuestro recorrido entre los testigos del cristianismo naciente que mencionan los escritos del Nuevo Testamento. Y usamos la última etapa de este primer recorrido para centrar nuestra atención en las numerosas figuras femeninas que desempeñaron un papel efectivo y valioso en la difusión del Evangelio. No se puede olvidar su testimonio, como dijo el mismo Jesús sobre la mujer que le ungió la cabeza poco antes de la Pasión:  "Yo os aseguro:  dondequiera que se proclame esta buena nueva, en el mundo entero, se hablará también de lo que esta ha  hecho  para  memoria suya" (Mt 26, 13; Mc 14, 9).
El Señor quiere que estos testigos del Evangelio, estas figuras que dieron su contribución para que creciera la fe en él, sean conocidas y su recuerdo siga vivo en la Iglesia. Históricamente podemos distinguir el papel de las mujeres en el cristianismo primitivo, durante la vida terrena de Jesús y durante las vicisitudes de la primera generación cristiana.
Ciertamente, como sabemos, Jesús escogió entre sus discípulos a doce hombres como padres del nuevo Israel, "para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar" (Mc 3, 14-l5). Este hecho es evidente, pero, además de los Doce, columnas de la Iglesia, padres del nuevo pueblo de Dios, fueron escogidas también muchas mujeres en el grupo de los discípulos.
Sólo puedo mencionar brevemente a las que se encontraron en el camino de Jesús mismo, desde la profetisa Ana (cf. Lc 2, 36-38) hasta la samaritana (cf. Jn 4, 1-39), la mujer siro-fenicia (cf. Mc 7, 24-30), la hemorroísa (cf. Mt 9, 20-22) y la pecadora perdonada (cf. Lc 7, 36-50). Y no hablaré de las protagonistas de algunas de sus eficaces parábolas, por ejemplo, la mujer que hace el pan (Mt 13, 33), la que pierde la dracma (Lc 15, 8-10) o la viuda que importuna al juez (Lc 18, 1-8). Para nuestra reflexión son más significativas las mujeres que desempeñaron un papel activo en el marco de la misión de Jesús.

miércoles, 20 de julio de 2016

Espiritualidad Bíblica 1 - Mons. Dr. Juan Straubinger


Espiritualidad Bíblica
Mons. Dr. Juan Straubinger
  

Hemos recogido la sugestión de varios amigos de la Sagrada Escritura que deseaban ver conservados en volumen una serie de trabajos y estudios, en parte nuevos, en parte extraídos del acervo doctrinal que durante muchos años hemos venido publicando en las páginas de la Revista Bíblica y en otros periódicos, ora bajo seudónimos ora con nuestra propia firma. La razón que nos ha parecido más convincente es que las revistas no suelen quedar como elementos de consulta, en tanto que los estudios de orden bíblico, siendo por su asunto de interés permanente, no deben desaparecer como sucede con los artículos de simple actualidad o pasatiempo y conviene sacarlos del estrecho marco de los suscriptores periódicos para entregarlos al público en general.

Hemos incorporado a este libro también algunas “Respuestas” de la Revista Bíblica, ampliándolas y enfocando mediante ellas los problemas espirituales que aquí se tratan. La sección "Respuestas" ha sido una de las más activas de la Revista, y muchos nos han expresado el interés con que leían, y a veces recortaban, para aprovecharlos, esos breves repertorios donde repartíamos los raudales de luz y de consuelo que la divina Escritura prodiga siempre, tanto al alma afligida por las pruebas, cuanto a la que se debate en la duda y a la que, aún sólo a título de curiosidad, busca saciarse con los tesoros de la sabiduría ocultos en las páginas, tan ignoradas, de la Revelación.

No obstante la amplia diversidad de los temas, es indudable, como nos observaba uno de los benévolos lectores, que todos guardan, como la Biblia misma, la unidad que les viene de su común principio que es el divino Espíritu, y de su único fin que es la gloria del Padre por Jesucristo; y también la armonía que les viene de haber nacido todos en un solo ideal nunca abandonado hasta ahora por el favor de Dios: difundir el amor y el goce de las Sagradas Escrituras, multiplicando los frutos que ellas producen a través de su progresivo y nunca exhausto entendimiento, que es como decir de su siempre creciente admiración.

El Autor (1949)

1.    ESPÍRITU Y VIDA



I

El corazón del hombre -el mío también- es una tecla desafinada. ¡Ay del que está confiado creyendo que a su tiempo sonará la nota justa, verdadera, necesaria! Le esperan las caídas más terribles, tanto más dolorosas cuanto más sorpresivas.

Sólo en estado de contrición permanente puede vivir el hombre que heredó la condición de Adán. "Si no os arrepentís pereceréis todos", dijo Jesús (Luc. XIII, 3). La vida espiritual es siempre, necesariamente, un renacer en que el hombre viejo muere para revestirse del otro, del creado según Dios en Cristo, en la justicia y santidad de la verdad (Ef. IV, 24), es decir, para adquirir conciencia de la Redención, o sea para aplicarse, mediante la gracia, esa justicia y esa santidad que procede solamente de Cristo, de su verdad y de sus méritos, sin los cuales nada nuestro puede existir (Juan I, 16), y que no se nos aplican de un modo automático, maquinal, como a una cosa muerta, sino cuando adquirimos conciencia de ello, renovándonos en el espíritu de nuestra mente (Ef. IV, 23). Este es el verdadero sentido de la observación de S. Agustín: "Dios que te creó sin ti, no te salvará sin ti".

El salvarse es, pues, siempre vida nueva, "novedad de vida" (Rom. VI, 4) que se produce sobre la muerte del yo anterior. El que no nace de lo alto no puede ver el Reino de Dios" (Juan III, 3). Sólo puede salvarse el mortal después de despojarse del hombre viejo y convertirse a nueva vida. ¿No es esto lo que dice Jesús cuando enseña a renunciarse a sí mismo para poder ser discípulo de El?

Ahora bien, todo el problema teórico y práctico está en esto: nadie renuncia a una cosa mientras cree que ella vale algo; y en cambio está muy contento de librarse de ella en cuanto se convence de que no vale la pena. Todo es, pues, cuestión de convicción. Nadie quiere convertirse si se cree santo.

La educación y los educadores católicos - Monseñor Reig Plá. Obispo de Alcalá de Henares

martes, 5 de julio de 2016

Carta a Diogneto

EPÍSTOLA A DIOGNETO
Se trata de un breve tratado apologético dirigido a un tal Diogneto que, al parecer, había preguntado acerca de algunas cosas que le llamaban la atención sobre las creencias y modo de vida de los cristianos: "Cuál es ese Dios en el que tanto confían; cuál es esa religión que les lleva a todos ellos a desdeñar al mundo y a despreciar la muerte, sin que admitan, por una parte, los dioses de los griegos, ni guarden, por otra, las supersticiones de los judíos; cuál es ese amor que se tienen unos a otros, y por qué esta nueva raza o modo de vida apareció ahora y no antes» (Cap. 1).
El desconocido autor de este tratado, compuesto seguramente a finales del siglo II, va respondiendo a estas cuestiones en un tono más de exhortación espiritual y de instrucción que de polémica o argumentación.
Sus formulaciones acerca de la postura de los cristianos en el mundo o del sentido de la salvación ofrecida por Cristo son de una justeza y una penetración admirables.
Esta antigua obra es una exposición apologética de la vida de los primeros cristianos, dirigida a cierto Diogneto—nombre puramente honorífico, según la opinión más difundida—y redactada en Atenas, en el siglo II. Investigaciones recientes invitan a identificarla con la Apología de Cuadrato al emperador Adriano, que durante siglos se creyó perdida. Desgraciadamente, el único manuscrito que se conservaba de este antiguo texto fue destruido en el siglo pasado, durante la guerra franco-prusiana, en el incendio de la biblioteca de Estrasburgo. Todas las ediciones y traducciones se basan en ese único manuscrito, ya desaparecido.
La parte central de esta apología expone un aspecto fundamental de la vida de los primeros cristianos: el deber de santificarse en medio del mundo, iluminando todas las cosas con la luz de Cristo. Un mensaje siempre actual, que el Señor ha recordado a los hombres en estos tiempos últimos con las enseñanzas del Concilio Vaticano II.


TEXTO

I. Como veo, muy excelente Diogneto, que tienes gran interés en comprender la religión de los cristianos, y que tus preguntas respecto a los mismos son hechas de modo preciso y cuidadoso, sobre el Dios en quien confían y cómo le adoran, y que no tienen en consideración el mundo y desprecian la muerte, y no hacen el menor caso de los que son tenidos por dioses por los griegos, ni observan la superstición de los judíos, y en cuanto a la naturaleza del afecto que se tienen los unos por los otros, y de este nuevo desarrollo o interés, que ha entrado en las vidas de los hombres ahora, y no antes: te doy el parabién por este celo, y pido a Dios, que nos proporciona tanto el hablar como el oír, que a mí me sea concedido el hablar de tal forma que tú puedas ser hecho mejor por el ofr, y a ti que puedas escuchar de modo que el que habla no se vea decepcionado.
II. Así pues, despréndete de todas las opiniones preconcebidas que ocupan tu mente, y descarta el hábito que te extravía, y pasa a ser un nuevo hombre, por así decirlo, desde el principio, como uno que escucha una historia nueva, tal como tú has dicho de ti mismo. Mira no sólo con tus ojos, sino con tu intelecto también, de qué sustancia o de qué forma resultan ser estos a quienes llamáis dioses y a los que consideráis como tales. ¿No es uno de ellos de piedra, como la que hollamos bajo los pies, y otro de bronce, no mejor que las vasijas que se forjan para ser usadas, y otro de madera, que ya empieza a ser presa de la carcoma, y otro de plata, que necesita que alguien lo guarde para que no lo roben, y otro de hierro, corroído por la herrumbre, y otro de arcilla, material no mejor que el que se utiliza para cubrir los servicios menos honrosos? ¿No son de materia perecedera? ¿No están forjados con hierro y fuego? ¿No hizo uno el escultor, y otro el fundidor de bronce, y otro el platero, y el alfarero otro? Antes de darles esta forma la destreza de estos varios artesanos, ¿no le habría sido posible a cada uno de ellos cambiarles la forma y hacer que resultaran utensilios diversos? ¿No sería posible que las que ahora son vasijas hechas del mismo material, puestas en las manos de los mismos artífices, llegaran a ser como ellos? ¿No podrían estas cosas que ahora tú adoras ser hechas de nuevo vasijas como las demás por medio de manos de hombre? ¿No son todos ellos sordos y ciegos, no son sin alma, sin sentido, sin movimiento? ¿No se corroen y pudren todos ellos? A estas cosas llamáis dioses, de ellas sois esclavos, y las adoráis; y acabáis siendo lo mismo que ellos. Y por ello aborrecéis a los cristianos, porque no consideran que éstos sean dioses. Porque, ¿no los despreciáis mucho más vosotros, que en un momento dado les tenéis respeto y los adoráis? ¿No os mofáis de ellos y los insultáis en realidad, adorando a los que son de piedra y arcilla sin protegerlos, pero encerrando a los que son de plata y oro durante la noche, y poniendo guardas sobre ellos de día, para impedir que os los roben? Y, por lo que se refiere a los honores que creéis que les ofrecéis, si son sensibles a ellos, más bien los castigáis con ello, en tanto que si son insensibles les reprocháis al propiciarles con la sangre y sebo de las víctimas. Que se someta uno de vosotros a este tratamiento, y que sufra las cosas que se le hacen a él. Sí, ni un solo individuo se someterá de buen grado a un castigo así, puesto que tiene sensibilidad y razón; pero una piedra se somete, porque es insensible. Por tanto, desmentís su sensibilidad. Bien; podría decir mucho más respecto a que los cristianos no son esclavos de dioses así; pero aunque alguno crea que lo que ya he dicho no es suficiente, me parece que es superfluo decir más.

domingo, 3 de julio de 2016

Novena a San Benito y Letanías de San Benito


Novena a San Benito


Oración al comenzar el día:
Te saludamos con filial afecto,
oh glorioso Padre San Benito, obrador de maravillas,
cooperador de cristo en la obra de Salvación
de las almas.¡Oh Patriarca de los monjes! Mira
desde el cielo la viña que plantó tu mano.
Multiplica el número de tus hijos, y santifícalos.
Protege de un modo especial a cuantos nos
ponemos con filial cariño bajo tu amparo
y filial protección. Ruega por los enfermos,
por los tentados, por los afligidos, por los
pobres, y por nosotros que te somos devotos.
Alcánzanos a todos una muerte tranquila y
santa como la tuya. Aparta de nosotros en
aquella hora suprema las acechanzas del
enemigo, y aliéntanos con tu dulce presencia.
Ahora consíguenos la gracia especial que te pedimos en esta novena...

Oración al finalizar el día:
¡Oh glorioso San Benito, que desde el cielo eres padre piadoso para nosotros tus devotos! Tu gran poder ante Dios se reconoce hoy, más que nunca, por la multitud de prodigios y favores que por su medio Dios nos ofrece. Ruega por todos los que acudimos a ti. Alcánzanos del Señor, todas las gracias que nos son necesarias durante esta vida y especialmente la gracia por la cual te hacemos esta novena. San Benito, Ruega por nosotros.
(Rezar: Padre Nuestro, Ave María y Gloria)



Día Primero

¡Oh Glorioso San Benito, que desde tu infancia reconociste la vanidad del mundo y únicamente deseaste los bienes eternos. Alcánzanos un vivo deseo del cielo y que recordemos frecuentemente a Dios nuestro último fin, y hacia el ordenemos toda nuestra vida para que en todo El sea glorificado!.
San Benito, ruega por nosotros. (Rezar tres Ave Marías)

martes, 28 de junio de 2016

Discurso del Papa Benedicto XVI en el 65º aniversario de su ordenación sacerdotal

Bula Cum ex apostolatus officio - Pablo IV

 Constitución  Apostólica
Cum ex apostolatus officio
Del Papa Pablo IV
15 de febrero de 1559

EXORDIO- El Papa tiene el deber de impedir el magisterio del error.
   Dado que por nuestro oficio apostólico, divinamente confiado a Nos aunque sin mérito alguno de nuestra parte, Nos compete un cuidado sin  límite del rebaño del Señor; y que por consecuencia, a manera del Pastor que vela, en beneficio de la fiel custodia de su grey y de su saludable conducción, estamos obligados a una asidua vigilancia y a procurar con particular atención que sean excluidos del rebaño de Cristo  aquellos que en estos tiempos, ya sea por el predominio de sus pecados o por confiar con excesiva licencia en su propia capacidad, se levantan contra la disciplina de la verdadera Fe de un modo realmente perverso, y trastornan con recursos malévolos y totalmente inadecuados la inteligencia de las Sagradas Escrituras, con el propósito de escindir la unidad de la Iglesia Católica y la túnica inconsútil del Señor, y para que no prosigan con la enseñanza del error, los que desprecian ser discípulos de la Verdad.

I. Más alto está el desviado de la Fe. más grave es el peligro.
   Considerando la gravedad particular de esta situación y sus peligros al punto que ell mismo Romano Pontífice, que como Vicario de Dios y de Nuestro Señor tiene la plena potestad en la tierra, y a todos juzga y no puede ser juzgado por nadie, si fuese encontrado desviado de la Fe, podría ser acusado. y dado que donde surge un peligro mayor, allí más decidida debe ser la providencia para impedir que falsos profetas y otros personajes que detentan jurisdicciones seculares no tiendan lamentables lazos a las almas simples y arrastren consigo hasta la perdición innumerables pueblos confiados a su cuidado y a su gobierno  en las cosas espirituales o en las temporales; y para que no acontezca algún día  que veamos en el Lugar Santo la abominación de la desolación, predicha por el profeta Daniel; con la ayuda de Dios para Nuestro empeño pastoral, no sea que parezcamos perros mudos, ni mercenarios, o dañados los malos vinicultores, anhelamos capturar las zorras que tientan desolar la Viña del Señor y rechazar los lobos lejos del rebaño.

2. Confirmación de toda providencia anterior contra todos los desviados. 
   Después de madura deliberación con los Cardenales de la Santa Iglesia Romana, hermanos nuestros, con el consejo y el unánime asentimiento de todos ellos, con Nuestra Autoridad Apostólica, aprobamos y renovamos todas y cada una de las sentencias, censuras y castigos de excomunión, suspensión, interdicción y privación, u otras, de cualquier modo adoptadas y promulgadas contra los herejes y cismáticos, por los Pontífices Romanos, nuestros Predecesores, o en nombre de ellos, incluso las disposiciones informales, o de los Sacros Concilios admitidos por la Iglesia, o decretos y estatutos de los Santos Padres, o Cánones Sagrados, o por Constituciones y Resoluciones Apostólicas. Y queremos y decretamos que dichas sentencias, censuras y castigos, sean observadas perpetuamente y sean restituidas a su prístina vigencia si estuvieran en desuso, y deben permanecer con todo su vigor. Y queremos y decretamos que todos aquellos que hasta ahora hubiesen sido encontrados, o hubiesen confesado, o fuesen convictos de haberse desviado de la Fe Católica, o de haber incurrido en alguna herejía o cisma, o de haberlos suscitado o cometido; o bien los que en el futuro se apartaran de la Fe (lo que Dios se digne impedir según su clemencia y su bondad para con todos), o incurrieran  en herejía, o cisma, o los suscitaren o cometieran; o bien los que hubieren de ser sorprendidos de haber caído, incurrido, suscitado o cometido, o lo confiesen, o lo admitan, de cualquier grado, condición y preminencia, incluso Obispos, Arzobispos, Patriarcas, Primados, o de cualquier otra dignidad eclesiástica superior; o bien Cardenales, o Legados perpetuos o temporales de la Sede Apostólica, con cualquier destino; o los que sobresalgan por cualquier autoridad o dignidad temporal, de conde, barón, marqués, duque, rey, emperador, en fin queremos y decretamos que cualquiera de ellos incurra en las antedichas sentencias, censuras y castigos.

martes, 14 de junio de 2016

El Magisterio incierto se interpreta en continuidad con el precedente. - Cardenal Carlo Cafarra

Entre vista de Marco Ferraresi 
al Cardenal Carlo Cafarra
en La Nuova Bussola Quotidiana.


El cardenal Carlo Caffarra, arzobispo emérito de Bolonia es el fundador del Instituto Juan Pablo II para Estudios sobre el Matrimonio y la Familia, del que fue también presidente. Participó en calidad de experto en el sínodo de los obispos sobre la familia de 1980 y es miembro de nombramiento pontificio de los sínodos de 2014 y 2015.

-Eminencia, ¿qué es la familia?
-Es la sociedad que tiene origen en el matrimonio, pacto indisoluble entre un hombre y una mujer, que tiene la finalidad de unir a los cónyuges y transmitir la vida humana.

-De una unión civil, según la ley Cirinnà, ¿nace una familia?
-No. El presidente de la República Sergio Mattarella, al firmar esta ley, ha apoyado la redefinición de matrimonio. Pero una medida normativa no cambia la realidad de las cosas. Hay que decirlo claramente: los alcaldes (sobre todo, naturalmente, los católicos) deben hacer objeción de conciencia. Al celebrar una unión civil serían, de hecho, corresponsables de un acto ilícito grave en el plano moral.
-¿Por qué hay esta crisis de identidad de la familia en Occidente?
-Me lo pregunto a menudo, pero no tengo una respuesta exhaustiva. Sin embargo, una concausa es un proceso de “desbiologización” según el cual ya no se considera que el cuerpo tiene un lenguaje -y, por consiguiente, un significado- objetivo. Este significado está, por lo tanto, determinado por la libertad de la persona. En la conciencia occidental se ha fracturado el vínculo entre bios y logos.

-En una perspectiva de fe, ¿no hay también causas sobrenaturales?
-¿Qué le respondió?
-La Iglesia, ¿puede responder a este desafío?

lunes, 13 de junio de 2016

San Antonio de Padua Doctor de la Iglesia - Pío XII

S. S. PÍO XII
Carta Apostólica del 
16 de enero de 1946
EXULTA, LUSITANIA FELIX
por la que declara a 
San Antonio de Padua
Doctor de la Iglesia

Exulta, feliz Lusitania, salta de júbilo, Padua feliz, pues engendrasteis para la tierra y para el cielo a un varón, que bien puede compararse con un astro rutilante, ya que brillando, no sólo por la santidad de su vida y gloriosa fama de sus milagros, sino también por el esplendor que por todas partes derrama su celestial doctrina, alumbró, y aún sigue alumbrando, al mundo entero con una luz fulgentísima.
Nacido en Lisboa, ciudad principal de Lusitania, de padres cristianos e ilustres por su alcurnia, muchas e indudables señales dieron a entender, ya casi desde la aurora de su vida, que Dios todopoderoso había sembrado en su corazón abundantes semillas de inocencia y sabiduría. Era un adolescente cuando vistió el hábito humilde de los Canónigos Regulares de San Agustín, entre los cuales durante once años se esforzó, con la mayor diligencia, por enriquecer su alma con las virtudes religiosas y colmar su espíritu con los tesoros de las doctrinas celestiales. Elevado, después, a la dignidad sacerdotal por gracia divina, suspiraba por un modo de vida más perfecto, cuando los cinco compañeros Protomártires Franciscanos tiñeron con su sangre, en las santas misiones de Marruecos, los rojos amaneceres de la Orden Seráfica. Antonio, lleno de alegría por el triunfo tan glorioso de la fe cristiana, se inflamó de vivísimos deseos del martirio y se embarcó lleno de gozo rumbo a Marruecos, alcanzando felizmente las lejanas playas africanas.

viernes, 10 de junio de 2016

Nuestra actitud ante el sentido de lo sagrado - Mons. Héctor Aguer

Reflexión de monseñor Héctor Aguer, arzobispo de La Plata, en el programa "Claves para un Mundo Mejor" (4 de junio de 2016)
         Hoy quiero hablarles sobre el ordenamiento litúrgico de la Iglesia. Ha terminado el Tiempo Pascual, ha seguido la solemnidad de la Santísima Trinidad, la Fiesta del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo y ahora se retoma lo que se llama Tiempo Ordinario o Tiempo durante el año. Esta nomenclatura es un poco extraña, y puede inducir a confusiones porque de ordinario no tiene nada este tiempo. El tiempo no es ordinario porque para un cristiano el tiempo es siempre sagrado y especialmente si de liturgia se habla, por ejemplo cuando nos referimos a la misa dominical.
Hoy día existe este peligro: lo sagrado no es comprendido como tal y hay una especie de confusión entre lo sagrado y lo que no lo es. Para la fenomenología de la religión la cosa es bien clara y en todas las religiones, aún las más antiguas y primitivas, lo sagrado es lo separado, lo distinto, aquello que se reserva a Dios. El tiempo, por ejemplo, que se reserva para el culto a Dios, el lugar sagrado que se reserva a Dios y al culto de Dios, y también las personas que se consagran a Dios o bien que participan del culto de Dios y por tanto, en esa situación, están de un modo diverso a cómo están todos los días en la calle o en su casa.

jueves, 9 de junio de 2016

La formación de la conciencia de niños y jóvenes en la familia - Pío XII

PÍO XII
LA FAMILIA
RADIOMENSAJE SOBRE
LA CONCIENCIA Y LA MORAL

23 de marzo de 1952

1. La familia es la cuna del nacimiento y del desarrollo de una nueva vida, la cual, para no perecer, tiene necesidad de cuidados y educación: tal es el derecho y tal el deber fundamental que Dios impone inmediatamente a los padres.
La educación tiene en el orden natural como contenido y finalidad el desarrollo del niño para que llegue a ser un hombre completo; la educación cristiana tiene como contenido y finalidad la formación del nuevo ser humano, renacido por el bautismo, para hacer de él un perfecto cristiano. Obligación esta, siempre norma y gloria de las familias cristianas, que está solemnemente prescrita en el canon 1113 del Código de Derecho Canónico [de 1917],que dice así: Los padres tienen gravísima obligación de procurar con todo empeño la educación de sus hijos, tanto la religiosa y la moral como la física y la cívica, y de proveer también a su bienestar temporal.
2. Las cuestiones más urgentes que tocan a problema tan vasto han sido tratadas en diversas ocasiones por nuestros predecesores y por Nos mismo. Por ello, ahora no intentamos repetir lo que ya ha sido ampliamente expuesto, sino más bien llamar la atención sobre un elemento que, aun siendo la base y el apoyo de la educación, especialmente de la cristiana, a algunos, a primera vista, les parece corno extraño a ella.
Queremos, pues, hablar de lo que hay de más profundo e intrínseco en el hombre: su conciencia. A ello nos ha inducido el hecho de que algunas corrientes del pensamiento moderno comienzan a alterar su concepto y a impugnar su valor. Por consiguiente, trataremos de la conciencia como objeto de la educación.

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