sábado, 29 de marzo de 2014

Domingo IV de cuaresma (ciclo a) - San Agustín

EL CIEGO DE NACIMIENTO
(SERMÓN 136)
 
1. LA ILUMINACIÓN DEL CIEGO DE NACIMIENTO. Esta lección del santo Evangelio recién oída es la de otras veces; mas bueno será recordarla y preservar la memoria del sopor del olvido. Además, esta lectura, si bien la conocemos hace ya mucho, nos ha producido el mismo deleite que de nueva. Cristo devolvió a un ciego de nacimiento la vista; ¿qué hay en ello de ma-ravilla? Cristo es el sanador o Médico por excelencia, y con esta merced le dio lo que le había hecho imperfectamente dentro del seno materno. ¿Fue distracción o inhabilidad este dejarle sin vista? No, ciertamente; hízola para dársela de milagro más tarde.
Quizá me decís: "¿Por dónde lo sabes tú?" Héselo oído a El mismo; hace un momento lo dijo; todos lo hemos escuchado: al preguntarle sus discípulos, diciendo: Señor, el haber éste nacido ciego, ¿fue culpa suya o de sus padres? La respuesta oísteisla como yo: Ni pecó éste ni sus padres; (nació ciego) para que se manifiesten las obras de Dios en él. Ya, pues, veis por qué aguardaba para darle lo que entonces no le diera. No hizo entonces lo que había de hacer después; no hizo lo que sabía que haría cuando convenía. No penséis, hermanos, que sus padres no tuvieron pecado alguno, ni que al nacer él no hubiese contraído la culpa original, para cuya remisión a los niños se les administra el bautismo, cuya finalidad es borrar los pecados. Mas aquella ceguera ni fue por culpas de sus padres ni por culpa suya, sino para que se manifiesten las obras de Dios en él. Porque, si bien todos, cuando nacimos, contrajimos el pecado original, no por eso nacimos ciegos; aunque, bien mirado, también nosotros nacimos ciegos. ¿Quién, en efecto, no ha nacido ciego? Ciego de corazón. Mas el Señor, que había hecho ambas cosas, los ojos y el corazón, curólas también las dos.
2. ERROR DEL CIEGO SOBRE LA ORACIÓN. Habéis visto al ciego con los ojos de la fe; vísteisle pasar de no ver a ver y le oísteis errar. ¿En qué punto erraba el ciego este? Lo digo: primero, en juzgar que Cristo era un simple profeta, ignorando era el Hijo de Dios; segundo, hemos oído una respuesta suya totalmente falsa, porque dijo: Sabemos que Dios desoye a los pecadores. Si a los pecadores no los oye Dios, ¿hay esperanza para nosotros? Si a los pecadores no los oye Dios, ¿para qué oramos y damos con golpes de pecho testimonio de nuestro pecado? Pecador era ciertamente el publicano aquel que, junto con un fariseo, subió al templo, y mientras éste alardeaba y aireaba sus méritos, él, de pie allá lejos, con la vista en el suelo y golpeándose los pechos, confesaba sus pecados. Y el que confesaba sus pecados salió justificado del templo, más bien que aquel fariseo. No hay que dudarlo; Dios oye a los pecadores; mas este que tal decía, no había lavado aún su rostro en Siloé. Habíasele aplicado en los ojos el barro misterioso, pero aún no había actuado sobre su corazón el beneficio de la gracia.

¿Cuándo lavó este ciego el rostro de su corazón? Cuando, echado de la sinagoga por los judíos, el Señor le abrió los ojos del alma; pues, habiéndole hallado, díjole, según hemos oído: ¿Crees tú en el Hijo de Dios? ¿Quién, Señor, es, respondió, para que yo crea en él? Cierto le veía ya con los ojos, mas aún no con el corazón. Esperad; ahora le verá. Respondióle Jesús: Yo soy, que hablo contigo. ¿Acaso dudó? Inmediatamente lavó su rostro. Estaba, en efecto, hablando con aquel Siloé, que se interpreta "enviado". ¿Quién es el enviado sino Cristo? El lo atestiguó muchas veces diciendo: Yo hago la voluntad de aquel que me ha enviado. Luego El era Siloé. Se le llegó el ciego de corazón, le oyó, creyó, adoró: lavó su faz, vio.
3. INCULPACIONES DE LOS JUDÍOS SOBRE QUEBRANTAMIENTO DEL SÁBADO. Quienes le arrojaron de la sinagoga continuaron en su ceguera, como se vio en el reproche que le hicieron al Señor de haber violado el sábado por hacer Iodo con su saliva y untar los ojos del ciego. Digo en su ceguera porque reprocharle al Señor las curaciones obradas por sola su palabra no era ceguera, sino calumnia manifiesta. ¿Hacía, en efecto, algo en sábado cuando curaba con la palabra? Calumnia manifiesta, porque se le acusaba de mandar, se le acusaba de hablar, como si ellos no hablaran el sábado. Bien puedo, sin embargo, decir que no hablan en sábado ni otro día, porque habían dejado de alabar al verdadero Dios. Con todo eso, hermanos, era, como dije, calumnia palpable. Le decía el Señor a un hombre: Extiende la mano, y quedaba sano, y culpaban al Señor de curar en día de sábado. ¿Qué hizo? ¿Qué labor ejecutó? ¿Qué peso llevó a cuestas? Mas ahora escupir en el suelo, hacer lodo y untarle al hombre los ojos ya es hacer algo. Nadie lo dude; aquello era obrar; el Señor violaba el sábado, mas no por eso era culpable. ¿Qué significa este decir que violaba el sábado? El era la luz, y disipaba las sombras. Porque si bien el sábado había sido preceptuado por el Señor Dios, preceptuado por el mismo Cristo, que con Dios estaba cuando aquella ley les daba; si bien había sido preceptuado por El como vislumbre de lo por venir: Que nadie os juzgue en cuanto al comer y beber, o en materia de fiestas, o neomenia, o sábados, que no son sino sombra de las cosas que habían de venir. Y aquel cuyo venir anunciaban, acababa de llegar. ¿Qué placer hay en andar a oscuras? Abrid, pues, los ojos, ¡oh judíos!; el Sol está en el horizonte. —Nosotros sabemos... — ¿Qué sabéis, almas ciegas? ¿Qué sabéis? —Que no viene de Dios hombre que así viola el sábado. — ¡Desgraciados, pero si el sábado, ese vuestro sábado, le ha establecido ese Cristo de quien decís que no viene de Dios! Observáis tan carnalmente el sábado porque no tenéis la saliva de Cristo. Mirad la tierra del sábado a la luz de la saliva de Cristo, y veréis en el sábado un anuncio profético del Mesías Mas porque no tenéis sobre los ojos la saliva de Cristo en la tierra-, no fuisteis a Siloé ni lavasteis allí vuestra cara, y seguisteis ciegos, para bien del ciego este, o mejor del ya no ciego ni del cuerpo ni del alma, porque recibió el lodo de saliva, fueron untados sus ojos, se llegó a Siloé, lavó allí su faz, creyó en Cristo, vio y escapó a este juicio terrible por todo extremo: Yo he venido al mundo para un juicio: para que los que no ven, vean, y los que ven, se vuelvan ciegos.
4. CÓMO LA CEGUERA DE LOS JUDÍOS AUMENTO LA VENIDA DE CRISTO.— ¡Qué horror! Para que los que no ven, vean. Está bien; es oficio propio del Sanador, y para eso se profesa la medicina: para que vean los que no ven. Más lo que añadiste, Señor: Para que los que ven, se vuelvan ciegos, ¿qué significa? Bien entendido esto, es verdaderísimo y justo a más no poder. —¿Qué ha de entenderse por los que ven? —Los judíos. —¿Luego ven? —Ellos dicen que sí, pero en realidad no ven. Por consiguiente, ¿qué significa los que ven? —Se figuran ver, creen ver. Ellos se imaginaban ver cuando defendían contra Cristo los fueros de la ley: Nosotros sabemos; luego ven. Nosotros sabemos, ¿no significa nosotros vemos? Y ¿qué ven? Que este hombre no viene de Dios, porque viola el sábado. Tenían, pues, vista, porque leían lo que la ley decía. Estaba mandado se lapidase al violador del sábado. De ahí el decir que no procedía de Dios este hombre; mas, viendo, eran ciegos, porque no veían que tal hombre, futuro juez de vivos y muertos, había venido ya para un juicio. ¿Para qué? Para que vean los que no ven, para que sean iluminados los que confiesan su ceguera; y los que ven, queden ciegos, esto es, para que a los que no confiesan su ceguedad, se les aumente la oscuridad. ¡Y cómo se cumplió esto! Para que los que ven, queden ciegos; porque fueron los defensores de la ley, los expositores de la ley, los doctores de la ley, los conocedores a fondo de la ley, quienes crucificaron al autor de la ley. ¡Oh misteriosa ceguera! Es la ceguera que le sobrevino a una parte de Israel; porque, para que Cristo fuese crucificado y entrase en la luz del Evangelio la gentilidad del globo, a parte de Israel le dio esta ceguera misteriosa. ¿Qué significa Para que los que no ven, vean? Para que la plenitud de los gentiles entrase, sobrevínole a parte de Israel esta ceguedad. Todo el orbe estaba enfermo de ceguera; pero vino El, y vino para que vean los que no ven, y los que ven, cieguen. Fue ignorado de los judíos, fue crucificado por los judíos: con su sangre hizo un colirio para los ciegos. Cada vez más obstinados, más ciegos cada vez, los que se jactaban de ver la luz crucificaron la Luz. ¡Qué ceguedad tan grande!; pero la crucificada Luz iluminó a los ciegos.
5. IMPOTENCIA DE LA LEY Y CEGUEDAD DE LOS JUDÍOS. —Oye a uno que fue ciego y ve ahora. Mira cómo para su daño tropezaron en la cruz los que rehusaron confesar al Médico su carencia de luz. Habíales quedado la ley; pero ¿qué hace la ley sin la gracia? ¿Qué hace la tierra sin la saliva de Cristo? ¿Qué hace la ley sin la gracia, sino más reos a los culpables? ¿Por qué? Porque, siendo sus oidores y no hacedores, resultan no sólo pecadores, sino también transgresores. A la huéspeda de un siervo de Dios acababa de morírsele un niño; envía el profeta por su criado su bastón: pónesele al muerto sobre la cara, y el niño no revivió. ¿Qué hace la ley sin la gracia? Ciego antes, iluminado después y ahora vidente perfecto, ¿qué dice el Apóstol? Porque, si hubiera sido dada una ley capaz de vivificar, entonces realmente de la ley procedería la justicia. Atención a esta serie de preguntas y respuestas. ¿Qué ha dicho el Apóstol? Si hubiere sido dada una ley capaz de vivificar, entonces realmente de la ley procedería la justicia. Si no podía vivificar, ¿para qué se dio? Añade a continuación: Sino que la Escritura lo encerró todo bajo el dominio del pecado, para que la bendición de la promesa se otorgase a los creyentes en virtud de la fe de Cristo. A fin, pues, de realizar en favor de los creyentes, por la fe en Jesucristo, las promesas que aseguraban a los hombres la luz y el amor, aquella Escritura, es decir, la ley, lo encerró todo bajo el dominio del pecado. ¿Qué significa encerrarlo todo bajo el dominio del pecado? Ni la concupiscencia conociera yo si la ley no dijese: "No codiciarás". ¿Qué significa La Escritura lo encerró todo bajo el dominio del pecado? Que, lejos de curar al pecador, al pecador le hizo transgresor. Lo encerró todo bajo el dominio del pecado; ¿sin esperanza ninguna? No; con la esperanza de la gracia, con la esperanza de la misericordia. Recibiste la ley; quisiste cumplirla, y no pudiste; te apeaste de tu soberbia y reconociste tu enfermedad. Corre al Médico, lávate la cara, acógete a Cristo, confiesa a Cristo, cree en Cristo; así, a la letra, que mata, se unirá el espíritu, que vivifica, y sanarás. Porque, si a la letra le quitas el Espíritu, la letra sola mata: si mata la letra, ¿dónde colocar la esperanza? Pero el Espíritu vivifica.
6. SIMBOLISMO DE UNA RESURRECCIÓN HECHA POR ELISEO. Tome, pues, en su mano Giezi, criado de Eliseo, el bastón del profeta, como tomó la ley Moisés, siervo de Dios. Tómele, digo, y corra, anticípese, y llegue, y ponga el báculo sobre la cara del niño muerto... Así, en efecto, se hizo; tomóle, corrió y puso el bastón en el rostro del niño muerto. ¿Resultado? ¿A quién se le ponía el bastón? Si hubiera sido dada una ley capaz de vivificar, el niño habría resucitado por el báculo; mas, como lo Escritura lo encerró todo bajo el dominio del pecado, el muerto ahí sigue muerto. Y ¿por qué lo encerró todo bajo el dominio del pecado? Para que la bendición de la promesa se otorgase a los creyentes en virtud de la fe de Cristo. Venga, pues, Eliseo, que mandó su bastón por el criado para constatar la muerte del niño; venga, digo, el profeta en persona, y entre en la posada de la mujer, y súbase a donde está el niño, que hallará muerto, y aplique a cada uno de los muertos miembros los miembros vivos de su propio cuerpo. Así, en efecto, lo hizo; puso cara sobre cara, ojos sobre ojos, manos sobre manos, pies sobre pies; se achicó, se contrajo; siendo grande, hízose pequeño. Se contrajo y, si vale decirlo, se disminuyó. Porque, subsistiendo en la forma de Dios, hízose nada tomando la forma de siervo. ¿Qué simboliza este conformarse, adaptarse al muerto el vivo? ¿Me preguntáis qué significa? Oídselo al Apóstol: Envió Dios a su Hijo. ¿Qué significa adaptarse al muerto? Siga, siga él hablando: En semejanza de carne de pecado. Ved ahí el sentido del adaptarse al muerto el vivo: venir a nosotros en semejanza de carne de pecado, no en carne de pecado. Yacía el hombre muerto dentro de su carne de pecado, y se adaptó a él la semejanza de carne de pecado. Porque murió quien no tenía razón de morir; murió el único libre entre los muertos, porque toda la carne humana era ciertamente carne de pecado. Y ¿cómo habría de revivir si aquel que no tenía pecado no se adaptase al muerto, viniendo a nosotros en semejanza de carne de pecado? ¡Oh Señor Jesús, tú padeciste por nosotros, no por ti, porque no tenías culpa, y te sometiste a la pena para librarnos de la culpa y de la pena!

(San Agustín, Obras Completas, X, Sermones, 2ª Edición, BAC, Madrid, 1965, Pág. 641-649)

 

 

 

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