sábado, 30 de noviembre de 2013

I domingo de adviento (ciclo a) - San Juan Crisóstomo

EL EJEMPLO DEL DILUVIO 

Y porque más cumplidamente advirtáis, por otro lado, cómo el callar el día no nació de ignorancia, considerad juntamente con lo dicho la otra señal que les pone: Como en los días de Noé las gentes comían y bebían, los hombres tomaban mujer y las mujeres marido, hasta el día en que entró Noé en el arca, y no cayeron en la cuenta hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos; así será el advenimiento del Hijo del hombre. Al decir esto, puso de manifiesto que vendrá repentinamente y sin que se le espere y cuando la mayor parte de las gentes se entregarán a sus placeres. Lo mismo dice Pablo cuando escribe: Cuando digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos la ruina. Y. para expresar lo inesperado, dice: Como sobreviene el dolor de parto a la mujer encinta. ¿Cómo, pues, dice el Señor: Después de la tribulación de aquellos días? Porque si entonces ha de haber placer, y paz, y seguridad, como Pablo dice, ¿cómo dice el Señor: Después de la tribulación de aquellos días? Si hay placer, ¿cómo tribulación? —Habrá placer y paz para los estúpidos. Por eso no dijo: “Cuando haya paz”, sino: Cuando digan: Paz y seguridad. Lo que demuestra su estupidez, como la de quienes, en tiempo de Noé, se entregaban a sus placeres entre tamaños males. No así los justos, que vivían en tribulación y tristeza. Por aquí da el Señor a entender que, a la venida del anticristo, los inicuos y desesperados de su salvación se entregarán con más furor a sus torpes placeres. Allí será de la gula, de las francachelas y borracheras. De ahí lo maravillosamente que el ejemplo conviene a la situación. Porque así como, al construirse el arca, no creían en el diluvio—dice—, sino que allí estaba ella a la vista de todos, pregonando anticipadamente los males por venir, y la gente, no obstante estarla viendo, se entregaban a sus placeres, como si nada hubiera de pasar, así ahora aparecerá, sí, el anticristo, tras el cual vendrá la consumación y los castigos que la habrán de acompañar y los tormentos insoportables; mas ellos, poseídos de la borrachera de su maldad, ni temor sentirán de lo que ha de suceder. De ahí que diga también Pablo: Como el dolor a la mujer en cinta, así sobrevendrán sobre ellos aquellos terribles e irremediables males. ¿Y por qué no habló de los males de Sodoma? —Es, que quería el Señor poner un ejemplo universal, y que, después de ser predicho, no fue creído. De ahí justamente que, como el vulgo no suele dar fe a lo porvenir, el Señor confirma por lo pasado sus palabras, a fin de sacudir el espíritu de sus discípulos. Juntamente con esto, por ahí se demuestra también haber sido Él también quien envió los anteriores castigos. Seguidamente pone otra señal, y por ella y por todas las otras queda absolutamente patente que no desconoce el día del juicio.—¿,Qué señal es ésa? -Entonces estarán dos hombres en el campo. Y uno será tomado otro será dejado; y dos mujeres darán vueltas a la piedra de moler, y una será tomada y otra será dejada, Vigilad, pues, porque no sabéis el momento en que vendrá vuestro Señor. Todo esto son pruebas de que el Señor sabía perfectamente el día, pero no queda que sus discípulos le preguntaran sobre él. Por eso citó los días de Noé; por eso habló de los dos que están en el campo, dando a entender que así de improvisamente, así de despreocupados, cogerá aquel día a los hombres. Lo mismo indica el otro ejemplo de las dos mujeres que están moliendo bien ajenas a lo que va a suceder. Y juntamente nos declara que así se toman o se dejan los que son señores como los esclavos, los que descansan como los que trabajan, los de una dignidad como los de otra. Como se dice también en el Antiguo Testamento: Desde el que está sentado en el trono hasta la esclava que da vueltas a la muela, Como había dicho antes que los ricos se salvan con dificultad, ahora nos hace ver que ni todos los ricos se pierden absolutamente, ni todos los pobres absolutamente se salvan, sino que, de entre pobres y ricos, unos se salvan y otros se pierden. Y a mi parecer, también nos indica que su venida será por la noche. Esto lo dice expresamente Lucas. Mirad cuán puntualmente lo sabe todo. Luego, otra vez, porque no le preguntaran, añadió: Vigilad, pues, porque no sabéis en qué momento ha de llegar vuestro Señor. No dijo: “Porque no sé”, sino: Porque no sabéis. Cuando ya casi los había llevado a la hora misma y puesto tocando a ella, nuevamente los aparta de toda pregunta, pues quiere que estén en todo momento alerta. De ahí que les diga: Vigilad, dándoles a entender que por eso no les había dicho el día. Por eso les dice: Comprended que, si el amo de casa hubiera sabido a qué hora de la noche iba a venir el ladrón, hubiera estado alerta y no hubiera dejado que le perforaran la casa. Por eso, estad también vosotros preparados, pues en el momento que no pensáis vendrá el Hijo del hombre. Si les dice, pues, que vigilen y estén preparados es porque, a la hora que menos lo piensen, se presentará Él. Así quiere que estén siempre dispuestos al combate y que en todo momento practiquen la virtud. Es como si dijera: Si el vulgo de las gentes supieran cuándo habían de morir, para aquel día absolutamente reservarían su fervor.

 

LA IGNORANCIA DEL DÍA NOS HA DE HACER MÁS VIGILANTES

 

Así, pues, porque no limitaran su fervor a ese día, el Señor no revela ni el común ni el propio de cada uno, pues quiere que lo estén siempre esperando y sean siempre fervorosos. De ahí que también dejó en la incertidumbre el fin de cada uno. Luego, sin velo alguno, se llama a sí mismo Señor, cosa que nunca dijo con tanta claridad. Mas aquí paréceme a mí que intenta también confundir a los perezosos, pues no ponen por su propia alma tanto empeño como ponen por sus riquezas los que temen el asalto de los ladrones, Porque, cuando éstos se esperan, la gente está despierta y no consiente que se lleven nada de lo que hay en casa. Vosotros, empero, les dice, no obstante saber que vuestro Señor ha de venir infaliblemente, no vigiláis ni estáis preparados, a fin de que no se os lleven desapercibidos de este mundo. Por eso aquel día vendrá para ruina de los que duermen. Porque así como el amo, de haber sabido la venida del ladrón, lo hubiera evitado, así vosotros, si estáis preparados, lo evitaréis igualmente.
 

San juan Crisóstomo, Homilías sobre el Evangelio de San Mateo (II), Homilía 77, 2-3, BAC Madrid 1956, 534-37

 

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