· Tus pensamientos, palabras y obras, todo ha de
convertirse en beneficio de tu alma.
· ¡Hijo! tienes una sola alma; es preciso que la salves.
· Si yo sintiese tanta solicitud por el bien de mi alma
como la tengo por el bien del alma de otros, estaría seguro de salvarme. Con
gusto sacrificaría todo, con tal de poder ganar el corazón de los jóvenes y ofrecérselos
al Señor.
· No pienses que vives en el mundo únicamente para
divertirte, enriquecerte, comer, beber y dormir, como los animales privados de
razón; pues el fin para el que has sido creado es infinitamente superior y más
sublime; esto es: amar y servir a Dios en esta vida y salvar tu alma en la
otra.
·
Tengo una alma sola: si la pierdo, ¿de qué me servirá
haber vivido?
· La mejor obra que se puede hacer en este mundo es
atraer las almas perdidas al buen sendero, a la virtud.
· Comprenderás mejor la importancia del bien, si
consideras que tu salvación eterna o tu condenación depende únicamente de ti.
·
Salvando tu alma, serás feliz para siempre; pero, si
la pierdes, lo pierdes todo: alma, cuerpo, cielo, Dios, que es tu supremo
fin... y esto, por toda la eternidad.
· Quien se preocupa mucho de su cuerpo y poco de su
alma, acaba por caer en los brazos del demonio.
· Si cooperas a salvar un alma, aseguras la tuya propia.
· Cuando se trate de salvar un alma, no miden las consecuencias.
· Para salvar nuestra pobre alma, hay que estar
dispuesto a todo.
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