Hoy nace una clara
estrella
tan divina y celestial,
que con ser estrella, es tal,
que el mismo sol nace della.
De Ana y de Joaquín
oriente
de aquesta estrella divina
sale su luz clara y dina
de ser pura eternamente:
el Alba más clara y bella
no le puede ser igual,
que con ser estrella, es tal,
que el mismo sol nace della.
No le iguala lumbre
alguna
de cuantas bordan el cielo,
porque es el humilde suelo
de sus pies la blanca luna:
nace en el suelo tan bella,
y con luz tan celestial;
que con ser estrella, es tal,
que el mismo sol nace della.
Canten hoy, pues nacéis vos
Canten hoy, pues
nacéis vos,
los ángeles, gran Señora,
y ensáyense, desde ahora,
para cuando nazca Dios.
Canten hoy, pues a
ver vienen
nacida su Reina bella,
que el fruto que esperan de ella
es por quien la gracia tienen.
Digan, Señora, de
vos,
que habéis de ser su Señora,
y ensáyense, desde ahora,
para cuando nazca Dios.
Pues de aquí a
catorce años,
que en buena hora cumpláis,
verán el bien que nos dais,
remedio de tantos daños.
Canten y digan, por
vos,
que desde hoy tienen Señora,
y ensáyense, desde ahora,
para cuando nazca Dios.
Y nosotros, que
esperamos
que llegue pronto Belén,
preparemos también,
el corazón y las manos.
Vete sembrando,
Señora,
de paz nuestro corazón,
y ensayemos, desde ahora,
para cuando nazca Dios. Amén.
Si en
brazos de Dios nacéis
Si en brazos de Dios nacéis
¿quien sois?, Niña soberana,
que para casa tan pobre
parecéis muy rica Infanta.
Tres veces catorce dicen
los deudos de vuestra casa,
que son las generaciones
de vuestra sangre preclara.
La primera es de Profetas
y divinos Patriarcas,
desde Abraham a David,
de quien seréis torre y arpa.
De Reyes es la segunda,
desde David a que salgan
de Babilonia a Sión
y vuelvan a honrar el arca.
Desde este tiempo hasta el día
en que Cristo de Vos nazca,
otra que es de Sacerdotes,
de quien Vos seréis la vara.
Torre y arca y vara sois
en tan ilustre prosapia,
supuesto que para esposo
un carpintero os señalan.
Debe de ser que Dios quiere
que hecha carne su Palabra,
viva en casa donde vea
labrar maderos y tablas.
O porque si sois, Señora,
arca en que el mundo se salva,
como divino escultor
os halle el hombre en su casa.
Cielos y tierra se alegran
cuando nacéis, Virgen santa,
por su Hija el Padre eterno,
por quien se goza y se agrada.
El Hijo, viendo a su Madre
tan buena, que de llamarla,
su madre, no se desprecie
ni de entrar en sus entrañas.
El Espíritu divino
de ver la Esposa que ama,
de suerte que ya comienza
a cubrirla con sus alas.
Los Angeles por su Reina,
los cielos por su luz clara,
el sol por su hermosa frente,
y la luna por sus plantas.
Los hombres por su remedio
porque hasta vuestra mañana,
no podía el sol salir,
y en oscura noche estaban.
Según esto vos nacéis
para ser vara en las aguas,
torre fuerte en los peligros,
y en el diluvio arco y arca.
Pues vengáis a vuestra aldea,
María llena de gracia,
muchas veces en buen hora,
día que nacéis con tantas.
Conoced vuestros pastores,
que todos os dan las almas,
mientras os da el cielo estrellas,
para mantillas y fajas.
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