sábado, 29 de agosto de 2020

Meditaciones del tiempo ordinario con textos de Santo Tomás de Aquino 151

 

Sábado de la 21ª semana

INTELIGENCIA DE LOS CONDENADOS

 

Viéndolos, serán turbados con temor horrendo (Sab 5, 2).

 

1º) Los condenados podrán usar de los conocimientos que adquirieron en este mundo.

 

Porque así como en la perfecta bienaventuranza de los santos nada habrá en ellos que no sea materia de alegría, así nada habrá en los condenados que no les sean materia y causa de tristeza, ni nada que falte a la tristeza, para que sea completa su miseria. Así, pues, los condenados considerarán aquellas cosas que anteriormente conocieron como materia de tristeza, no como causa de deleite; porque considerarán los males que hicieron, por los cuales fueron condenados, y los bienes deleitables que perdieron, y todo esto los atormentará. También serán atormentados por el conocimiento de las verdades especulativas que estuvieron viendo cuán imperfecto era, y que han perdido la suprema perfección que habrían podido alcanzar.

 

2º) Los condenados verán la gloria de los bienaventurados. Antes del día del juicio verán a los santos en la gloria; pero no de modo que conozcan esta gloria tal cual es, sino solamente que los santos viven en una gloria inestimable. Por eso serán perturbados, ya doliéndose por envidia de su felicidad, ya porque ellos la perdieron. Por eso en el libro de la Sabiduría se dice de los impíos: Viéndolos, serán turbados con temor horrendo (5, 2).

 

Pero después del día del juicio serán privados totalmente de la visión de los bienaventurados; sin embargo, con esto no disminuirá su pena, antes bien, será aumentada; porque se acordarán de la gloria de los bienaventurados que vieron en el juicio o-antes; y esto les servirá de tormento; además se afligirán al verse indignos de contemplar la gloria que los santos merecieron poseer.

 

3º) Los condenados pensarán en Dios.

 

De dos maneras puede Dios ser considerado, esto es: primero, en sí mismo o según lo que le es propio, como principio de toda bondad, y de ese modo no se puede pensar en él sin alegría; por eso los condenados no pueden pensar en él de ninguna manera; segundo, según lo que le es accidental en sus efectos, como el castigar o cosa semejante; y en este sentido la consideración de Dios puede producir tristeza, pues los condenados sólo verán a Dios bajo su aspecto de castigador y obstructor de todo lo que agrada a la mala voluntad de ellos.

(4, Dist., 50)

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