¿PARA QUÉ LAS IMÁGENES SAGRADAS?
¿Qué son imágenes sagradas? - ¿De qué se sirven las imágenes
sagradas? - ¿Qué tipo de pasaje exigen las imágenes sagradas? - ¿Desde cuándo
existen las imágenes sagradas? - ¿Por qué algunas religiones prohíben la
imágenes? - ¿El Antiguo Testamento prohíbe las imágenes? - ¿Cuándo en la
historia del cristianismo fueron prohibidas las imágenes? - ¿Sobre qué
fundamentos se basan las imágenes religiosas? - ¿Jesús ha utilizado signos y
símbolos humanos para expresar el divino? - ¿La imagen humana es limitada
respecto a la divina? - ¿Qué finalidad tienen las imágenes religiosas? - ¿En
qué sentido las imágenes tienen una finalidad catequética? - ¿Las imágenes son
también una invitación a la oración? - ¿Las imágenes religiosas en qué relación
están con Cristo? - ¿Qué tipo de culto se da a la imagen? - ¿Quién veneramos en
la imagen? - ¿Entre las imágenes, cual es la más importante? -¿En qué sentido
las imágenes religiosas anticipan "Cielos Nuevos" y "Tierra
Nueva?
¿Qué son imágenes sagradas?
Son representaciones
(estatuas, pinturas mosaicos, esculturas...) de contenido religiosos, que
vienen efectuados con diferentes materiales y con diferentes estilos. En
particular éstas, representan Dios Padre, Jesucristo, el Espíritu Santo, la
Virgen y los Santos.
¿De qué se sirven las imágenes sagradas?
Se sirven de elementos
que provienen de este mundo, en sus diferentes componentes: humano, animal,
vegetal, material. Pero estos elementos están ahí pintados para indicar otra
cosa: representan realidades que no pertenecen a este mundo visible. Son
reflejos, signo de lo divino, de lo religioso, de lo espiritual, de
lo sobrenatural.
¿Qué tipo de pasaje exigen las imágenes sagradas?
En esas, el hombre es
solicitado a pasar del visible al invisible, del significante al significado.
Por esto nosotros llamamos simbólicas las imágenes religiosas. Son un puente
entre el visible y el invisible entre el fiel y el misterio.
¿Desde cuándo existen las imágenes sagradas?
La opción de representar
contenidos de la fe cristiana con imágenes viene desde los tiempos antiguos.
Desde los primeros siglos, se realizaban y utilizaban imágenes sagradas. Un
antiguo y auténtico testimonio en este sentido son las catacumbas, donde
también hoy se pueden admirar por ejemplo varias figuras de Cristo y de la
Beata Virgen María. “Los artistas de cada tiempo han ofrecido a la
contemplación y al asombro de los fieles los hechos salientes del misterio de
la salvación, presentándoles en el esplendor del color y en la perfección de la
belleza” (Card. Joseph Ratzinger, Introducción al Compendio).
¿Por qué algunas religiones prohíben las imágenes?
El Hebraísmo y el
Islamismo por ejemplo prohíben figurar a Dios, en cuanto quieren en tal modo evidenciar
la total invisibilidad, la infinita diversidad y superioridad de Dios respecto
a sus criaturas: Dios es totalmente Otro. La representación del sagrado en
imágenes constituye para aquellas religiones una profanación.
¿El Antiguo Testamento prohíbe las imágenes?
- En el Antiguo
Testamento, Dios había ordenado: “No harás ídolo ni algún imagen de lo que está
arriba en el Cielo, ni de lo que está abajo sobre la tierra, ni de lo que está
en las aguas bajo la tierra” (Ex 20,2-4). Aquélla orden divina comportaba
la prohibición de cualquier representación de Dios hecha de la mano del hombre.
El Deuteronomio explica: “por qué no visteis ninguna figura, cuando Dios habló
en el monte Oreb en el fuego, debéis estar bien en guardia por vuestra vida,
para que no os corrompáis y no hagáis la imagen esculpida de cualquier ídolo” (Dt 4,15-16).
Es el Dios absolutamente trascendental que se ha revelado a Israel. “El es
todo”, pero, en el mismo tiempo, está “sobre todas sus obras” (Sir 43,27-28).
El es “el mismo autor de las bellezas (Sb 13,3).
- Todavía, desde
el Antiguo Testamento, Dios ha ordenado o permitido hacer imágenes que
simbólicamente conducirían a la salvación obra de la Palabra encarnada: Así la
serpiente de cobre, el Arca de la alianza y los querubines” (CCC, n.
2129-2130). “harás entonces una arca (...), la adornarás de oro puro (...).
Harás dos querubines de oro (...), haz un querubín en una extremidad y otro en
otra extremidad” Ex 25,10-22). Dios dijo a Moisés: haz una serpiente y ponla
sobre un asta; cuando alguien viene mordido la mira y vivirá” ( Nm 21,7-8)
¿Cuándo en la historia del cristianismo fueron prohibidas las
imágenes?
Cuando hubo
iconoclastas, es decir aquel movimiento religioso, desarrollado en Bizancio
entre los siglos VIII y IX, que consideraba idolátrico el culto de las imágenes
sagradas (Cristo, la Virgen, los Santos) y predicaba su destrucción. La
veneración de las imágenes (iconolatría) en Oriente había dado vida a formas de
fanatismo. La disputa se convirtió política cuando el emperador bizantino León
III Isaurico, abrazando decididamente la iconoclastia (726), comenzó a
perseguir a los (adoradores de imágenes), cerro monasterios e iglesias rebeldes
(expropiándoles las tierras y distribuyéndolas a los campesinos-soldados) e
intento imponer también en Roma la destrucción de las imágenes sagradas.
Pero el segundo
Concilio de Nicea, en el 787, decidió a favor de las imágenes: “Nosotros
explicamos con mucha claridad y cuidado que, a semejanza de la representación
de la cruz preciosa y vivificante, así las veneradas y santas imágenes sean
pintadas que en mosaicos o en cualquier otro material adapto, deben estar
expuestas en las santas Iglesias de Dios, sobre sagrados objetos, sobre
Sagrados paramentos, en las paredes y sobre las mesas, en las casas y caminos;
sean estas las imágenes de Dios y Salvador nuestro Jesucristo, o aquella de la
Inmaculada nuestra Señora, la santa Madre de Dios, de los santos Ángeles, de
todos los santos y justos”.
En Oriente, fueron
reintroducidas las imágenes a partir del 843, cuando la Emperadora Teodora
nombró Metodio Patriarca de Constantinopla.
Sucesivamente, en los
primeros decenios del 1500, las imágenes fueron nuevamente prohibidas, y
aquella vez de parte de Lutero. Pero el Concilio de Trento con un decreto del
1563 aprobó y justificó el culto de las imágenes y condenó aquellos que
expresaban el contrario.
¿Sobre qué fundamentos se basan las imágenes religiosas?
Las imágenes
religiosas tienen varios fundamentos complementarios:
- Fundamento
antropológico:
En cuanto ser unido,
es decir, constituido de cuerpo y alma, el hombre se expresa a través de los
signos, gestos, símbolos. El percibe las mismas realidades espirituales a
través de signos y símbolos materiales. Dante en el paraíso (Canto 4, versos
42-46) afirma que el intelecto no puede afirmar la verdadera naturaleza de Dios
sin los sentidos, o la mente puede solo afirmar la parte sensual que el
intelecto puede entonces elaborar así como es.
- Fundamento
sociológico:
1. En
cuanto ser social, ansioso y necesitado de relacionarse con los demás, el
hombre necesita comunicarse con los demás, y lo hace por medio del lenguaje, de
gestos, de acciones, de imágenes.
2. Por
cierto hoy vivimos en un mundo particularmente atento a las imágenes, las
cuales tienen un papel particularmente importante en la vida de la persona y de
la sociedad. No por nada se habla de civilización de la imagen para
indicar la sociedad actual, y es el motivo por la cual, hoy más que nunca, en
la civilización de la imagen, la imagen sagrada puede “expresar mucho más de la
misma palabra, desde el momento que es sobremanera eficaz su dinamismo de
comunicación y de trasmisión del mensaje evangélico” (Card. Joseph
Ratzinger Introducción al Compendio).
- Fundamento
teológico:
1. Existe
una estrecha relación entre el mundo creado y Dios su creador.
El mundo, en la visión
cristiana, en efecto ha sido creado por Dios, que ha querido así manifestar y
comunicar su bondad, verdad y belleza. Por tanto Dios habla al hombre a través
de la creación visible, la cual es un reflejo, sea también limitado, de la
infinita perfección de Dios.
2. El
hombre ha sido creado a imagen de Dios. El hombre mismo es semejante a Dios. Y
entonces para conocer a Dios, el hombre tiene a disposición él mismo:
conociéndose a asimismo en su ser imagen de Dios y en su obrar conformemente a
aquella imagen, conoce mayormente a Dios. Y al mismo tiempo, es también
igualmente verdad que conociendo Dios en su ser y en sus obras, el hombre se
conoce asimismo.
3. Dios
se hizo visible en Jesucristo. Siendo él el Hijo Unigénito de Dios, unido
íntimamente a Dios Padre- “Yo y el Padre somos una sola cosa” (Jn 10,30),
él nos hace conocer en manera plena, perfecta y definitiva a Dios Padre: “Quien
me ve, ve el Padre” (Jn 14,9). Jesucristo es la imagen perfecta visible de
Dios invisible.
“Un tiempo, Dios, no
teniendo ni cuerpo ni figura, no podía en algún modo ser representado por una
imagen. Pero ahora que se ha hecho ver en la carne y que ha vivido con los
hombres, puedo hacer una imagen de lo que he visto de Dios” (San Juan Damasceno, De
sacris imaginibus oratio, 1, 16: PTS 17, 89 y 92).
Entonces la
encarnación de Cristo justifica en el cristianismo el realizarse, el tener, el
venerar las imágenes religiosas.
¿Jesús ha utilizado signos y símbolos humanos para expresar el
divino?
Jesús, además de ser
él mismo Aquél que hace presente y visible Dios, se sirve a menudo en su
predicar y obrar aquí en la tierra desde hace dos mil años, de las realidades
provenientes de la creación para hacer conocer, anunciar y comunicar los
misterios del reino de Dios. Se piensa también sólo al significado simbólico de
sus parábolas y de sus milagros. Cristo además ha utilizado elementos y signos
provenientes del mundo para instituir los sacramentos de la Iglesia.
¿La imagen humana es limitada respecto a la divina?
Ciertamente conviene
recordar que cualquier imagen material no podrá nunca expresar plenamente la
indecible misterio de Dios: la realidad significada (religiosa espiritual)
supera siempre la imagen humana. Todavía algo de este misterio el elemento
material lo hace realmente intuir y percibir.
Los aspectos profanos,
en el momento de la cual se convierten vehículo de transmisión de contenidos
religiosos, vienen acogidos y representados en sus aspectos positivos; Pero en
el mismo tiempo tienen necesidad de ser purificados, y sobre todo de ser
enriquecidos y completados. Y eso sucede con los contenidos cristianos, que las
imágenes contienen y trasmiten. En este sentido las mitologías y las fabulas
populares son asumidas.
¿Qué finalidad tienen las imágenes religiosas?
Las Imágenes
Religiosas:
Facilitan el acceso,
la comprensión y la trasmisión de contenidos a personas pertenecientes a
lenguas, edad y culturas diferentes: son fácilmente legibles y, por tanto,
respecto a la palabra y al escrito, alcanzan la mayor número de personas.
Si visteis, comprendéis,
interpretáis gustáis con la luz especial que proviene de la fe cristiana, es
posible entonces coger el particular mensaje catequístico, que los
artistas han querido transmitir con las imágenes religiosas.
¿En qué sentido las imágenes tienen una finalidad catequética?
Porque existe una
estrecha correlación entre la imagen y el símbolo, y entre el mundo visible y
el mundo invisible, se vuelve lógico y justificado el anunciar el misterio de
Dios sirviéndose de imágenes simbólicas. Se comprende así el florecer, a lo
largo de los siglos, de la iconografía cristiana, donde el intento evangelizador
y catequético se acompaña o se trenza estrechamente con el aspecto pintoresco y
estético. A través de la imagen se quiere transcribir el mensaje evangélico,
que la sagrada escritura transmite a través de la palabra.
“Desde la tradición secular conciliar aprendemos que también la imagen es
predicación evangélica” (Card. Joseph Ratzinger, Introducción al
Compendio). Mas bien la historia nos enseña que los cristianos, para anunciar
el mensaje evangélico y catequizar las personas, se han servido en una manera
especial, muy antes de los catecismos escritos, del nominado Biblia pauperum,
es decir, de las imágenes, de los catecismos visibles, catecismos hechos de
imágenes y de representaciones icnográficas (se ve por ejemplo las
multiplicaciones y estupendas imágenes realizadas en las basílicas y en las
Iglesias a través de los siglos).
Imagen y palabra se
iluminan así mutuamente. El arte “habla” siempre, al menos implícitamente, del
divino, de la belleza infinita de Dios, refleja en el icono por excelencia:
Cristo Señor, imagen de Dios invisible.
Las imágenes sagradas,
con su belleza, son también anuncio evangélico y exprimen el esplendor de la
verdad católica, mostrando la suprema armonía entre el bueno y bello, entre
la vía veritatis y la vía pulchritudinis. Mientras testimonian
la secular y fecunda tradición del arte cristiana, solicitan todos, creyente y
no, al descubrimiento y a la contemplación del encanto insaciable del misterio
de la Redención, dando siempre nuevo impulso al vivo proceso de su
enculturación en el tiempo” (Papa Benedicto xvi, Discurso de presentación
del Compendio a la Iglesia y al mundo, 28/06/05).
¿Las imágenes son también una invitación a la oración?
Ciertamente. El arte y
la iconografía cristiana, además de ser instrumentos al servicio de la
evangelización y de la catequesis, han sido siempre y lo son todavía un invito
a la oración: “La belleza y el color de las imágenes son un estímulo para mi
oración. Es una fiesta para mis ojos, así como el espectáculo de la campana
abre mi corazón a rendir gloria a Dios” (San Juan Damasceno, De sacris
imaginibus oratio 1, 47). La contemplación de las imágenes sagradas, unida
a la escucha de la Palabra de Dios, ayuda a imprimir en la memoria del corazón
el misterio que viene percibido, solicitando a transformarlo en oración y a
testimoniarlo en aquella novedad de vida, que proviene de la fe cristiana y que
tiene su centro en cristo.
¿Las imágenes religiosas en qué relación están con Cristo?
En la iconografía
cristiana todas las imágenes tienen como finalidad principal anunciar a la
persona, el mensaje y la obra de Cristo, siendo él, el Revelador perfecto de
Dios Padre y el Salvador único y permanente del hombre y del mundo. “La imagen
de Cristo es el icono por excelencia. Las demás, que representan la Señora y
los Santos, significan Cristo, que en ellos es glorificado” (Compendio, nr.
240), y, anunciando Cristo, ayudan hacer nacer y crecer la fe y el amor hacia
él. Venerar los Santos significa reconocer que Dios es la fuente, el centro y
el culmen de su santidad: los santos han acogido con la ayuda del Espíritu
Santo, la santidad de Dios en la fe y a tal santidad divina han correspondido
dócilmente con una vida santa, siguiendo e imitando Cristo, la imagen por
excelencia de Dios invisible.
Por esto cuando
entramos en la Iglesia, hace falta buscar ante todo el sagrario, donde, está
encendida la lámpara eucarística, está presente Cristo-Eucaristía en el modo
verdadero, real, sustancial: Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad. El regalo de
nuestro saludo y de nuestra oración va dirigida por tanto ante todo a él, muy
antes de las imágenes de los santos, imágenes que son hechas de materia.
¿Qué tipo de culto se da a la imagen?
No de adoración
(reservada únicamente a Dios), sino de veneración.
En el Código de Derecho Canónico, se lee al resguardo: “Para favorecer la
santificación del pueblo de Dios, la Iglesia confía a la especial veneración de
los fieles la Beata María siempre Virgen, la madre de Dios, que Cristo
constituyo Madre de todos los hombres, y promueve además el verdadero y
autentico culto de los santos, para que los fieles estén edificados de su
ejemplo y sostenidos de su intercesión (...) sea mantenida la praxis de exponer
en las Iglesias las imágenes sagradas para la veneración de los fieles; todavía
vengan expuestas en modo moderado y con un conveniente orden, para no suscitar
la maravilla del pueblo cristiano y no den a esa devoción menos recta” (Nos.
1186- 1188).
¿Quién veneramos en la imagen?
El cristiano venera:
· No la imagen en
sí misma, la cual es simplemente un objeto material (una estatua, una imagen,
un símbolo, un amuleto): Si se venerase el objeto, se caería en la idolatría.
· Pero a quienes
las imágenes tienen que representar, las “personas” que las imágenes reproducen
son: Jesucristo, la Señora y los Santos.
En efecto, “el honor
dado a un imagen pertenece a quien representa” y “quien venera la imagen,
venera la realidad de quien en ella representa” (San Basilio Magno, Liber
de Spiritu Sancto, 18, 45: SC 17bis, 406). El honor atribuido a las imágenes
sagradas es una “veneración respetuosa”, no una adoración que conviene solo a
Dios: “Los actos de culto no son dirigidos a las imágenes consideradas en sí
misma, si no en cuanto sirven y representan Dios encarnado. Ahora, la devoción
que se dirige al imagen en cuanto imagen, no se detiene sobre ella, si no
tiende a la realidad que ella representa” (Sto Tomàs de Aquino, Summa
Theologiae, II-II, q. 81, a. 3, ad 3).
¿Entre las imágenes, cual es la más importante?
Es la imagen del
crucifijo. De hecho la cruz es:
- Instrumento de
la pasión de Cristo y de su glorificación, como él mismo dijo en eminencia de
su pasión: “Ahora el hijo del hombre ha sido glorificado, y también Dios ha
sido glorificado en él, y muy pronto lo glorificará” (Jn 13, 12).
- Signo:
· de la humanidad
de la salvación, y también de la esperanza de salvación en Cristo;
· de la dimensión
original típica del cristiano;
· de los valores
cristianos que caracterizan ciertas sociedades y culturas;
· del hijo del
hombre” (Mt 24, 30) que aparecerá en el cielo al final de los tiempos;
· de victoria
última y suprema del bien sobre el mal (cfr. Gal 6, 14).
- Llamamiento al
sufrimiento que conlleva al seguimiento de Cristo: “Quien quiere venir detrás
de mi, coja su cruz y me siga” (Mt 16, 24).
¿En qué sentido las imágenes religiosas anticipan "Cielos
Nuevos" y "Tierra Nueva?
Las imágenes
religiosas, con su belleza y su esplendor, nos ofrecen una anticipación sobre
la realidad futura: nos presentan algo que prefigura aquella transfiguración
que, al final de todos los tiempos, el mundo entero un día recibirá de Dios. En
efecto “después el juicio final, el mismo universo, libre de la esclavitud de
la corrupción, participará a la gloria de Cristo en la inauguración de “nuevos
cielos” y de una “tierra nueva” (2 Pd 3, 13). Así será alcanzada la
plenitud del Reino de Dios, es decir, la realización definitiva del diseño
salvífico de Dios de “recapitular en Cristo todas las cosas, aquellas del cielo
como aquellas de la tierra” (Ef 1, 10). Dios entonces será “todo en todos”
(1Cor 15, 28), en la vida eterna” (Compendio, nr. 216).
Monseñor Raffaello Martinelli
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