Martes de la 22ª semana
LLAMAMIENTO DE LA VOZ DE DIOS
Oí en pos de mí una
grande voz como de trompeta (Apoc 1, 10).
Esta voz es el
llamamiento del Señor que llama y nos vuelve a llamar, cuando nosotros huirnos
de él: Tus oídos oirán la palabra del que a las espaldas te dirá amonestando
(Is 30, 21) Vuélvete, vuélvete, Sulamita, esto es, alma cautiva, vuélvete,
vuélvete, para que te miremos (Cant 6, 12). ¿Por qué se dice: vuélvete,
vuélvete? Para que se vuelva en la niñez, en la juventud, en la vejez y en la
senectud. O también porque cuatro cosas hacen huir de Dios: la presunción de la
juventud; es la huida hacia el oriente; la dilación de la muerte; es la huida
al occidente; el amor de la prosperidad, es la huida hacia el mediodía; el
temor a la adversidad, que es la huida hacia el aquilón.
Por eso clama el
Señor: Vuélvete del oriente, porque la juventud termina pronto; vuélvete del
occidente, porque la vejez no vive mucho tiempo; vuélvete del mediodía, porque
la prosperidad del mundo pasa rápidamente; vuélvete del aquilón, porque la
adversidad del mundo no puede dañar más que al que quiere.
Se dice: grande voz,
porque el Señor es grande y llama para grandes cosas.
El Señor llama de cuatro maneras: predicando, otorgando beneficios, inspirando y castigando. Estos cuatro modos están indicados en los Proverbios (1, 24-25): Os llamé, y dijisteis que no; extendí mi mano, y no hubo quien mirase; despreciasteis todo mi consejo, y de mis reprensiones no hicisteis caso.
Como de trompeta, que
llama al banquete espiritual, donde el alma se repone. El Señor de los
ejércitos hará a todos los pueblos en este monte convite de manjares
mantecosos, convite de vendimia; de manjares mantecosos con tuétanos, de vino
sin heces (Is 25, 6).
(In Apoc., I)
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