martes, 14 de julio de 2020

Meditaciones del tiempo ordinario con textos de Santo Tomás de Aquino 106


Martes de la 15ª semana

LA NECEDAD

La nave de los locos - El Bosco

I. La necedad lleva consigo embotamiento del corazón y estupidez de los sentidos. El embotamiento es contrario a la penetración del espíritu, pues dícese por analogía que el entendimiento es agudo cuando puede penetrar lo más profundo de las cosas que se le proponen. De ahí que el embotamiento de la mente sea lo que impide que ésta penetre hasta lo íntimo de las cosas. Se llama necio al hombre porque juzga mal del fin común de la vida, razón por la cual se opone propiamente a la sabiduría; que forma un juicio exacto de la causa universal.
(2ª 2ae , q. VIII, a. 6, ad lum)

II. La necedad es pecado; porque importa cierto estupor del sentido en el juzgar, y principalmente respecto a la causa altísima, que es el fin último y el sumo bien, acerca del cual puede alguno experimentar estupor en su juicio, de dos maneras: 1º, por indisposición natural, como se ve en los dementes, y tal necedad no es pecado; 2º, porque el hombre sumerge su sentido en las cosas terrenas, lo cual hace incapaz al sentido para percibir las cosas divinas, como dice el Apóstol: El hombre animal no percibe aquellas cosas que son del Espíritu de Dios (1 Cor 2, 14); así como también al hombre que tiene el gusto corrompido por los malos humores no le saben bien las cosas dulces; y tal necedad es pecado.
(2ª 2ae , q. XLVI, a. 2)


III. La necedad es hija de la lujuria; porque la necedad, en cuanto es pecado, proviene de que el sentido espiritual está embotado, hasta el punto de que no es apto para juzgar de las cosas espirituales. El sentido del hombre se entrega principalmente a las cosas terrenas por la lujuria, la cual tiene por objeto los grandes deleites, que absorben sobre todo el alma; y por lo tanto, la necedad, que es pecado, nace principalmente de la lujuria.

A la necedad pertenece que el hombre se disguste de Dios y de sus dones. Por lo cual San Gregorio enumera entre las hijas de la lujuria a dos que pertenecen a la necedad, es decir, el odio de Dios y la desesperación del siglo futuro, como dividiendo a la necedad en dos partes.
(2ª 2ae , q. XLVI, a. 3)

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