Lunes de la 13ª semana
EL AMOR A DIOS
Amarás al Señor tu
Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con todo
tu entendimiento (Lc 10, 27).
I. Este precepto se
encuentra expresado diversamente en distintos lugares de la Sagrada Escritura.
Porque en el Deuteronomio (6, 5) se ponen tres cosas: con todo tu corazón, y
con toda tu alma, y con toda tu fuerza. En San Mateo (22, 37) se ponen dos de
aquéllas: con todo tu corazón, y con toda tu alma, y se omite con toda tu fuerza;
pero en cambio se añade: y con todo tu entendimiento. Pero en San Marcos se
ponen cuatro: con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todo tu
entendimiento, y con todas tus fuerzas (12, 30), que es lo mismo que fortaleza;
y estas cuatro se expresan también en San Lucas (10, 27), pero en lugar de
fortaleza y virtud, se pone: con todas tus fuerzas.
II. Es preciso,
pues, asignar la razón de estas cuatro cosas; dado que si en algún lugar se
omite alguna, es porque la una se entiende por las otras. Luego puede
considerarse que el amor es un acto de la voluntad, que aquí se expresa por el
corazón; porque así como el corazón corporal es el principio de todos los
movimientos corporales, así también la voluntad, y principalmente respecto a la
intención del fin último que es el objeto de la caridad, es el principio, de
todos los movimientos espirituales. Y como son tres los principios de los
actos, que son movidos por la voluntad, a saber: el entendimiento significado
por la mente, la fuerza apetitiva interior, significada por el alma, y la
fuerza ejecutiva exterior, expresada por la fortaleza o virtud o las fuerzas.
Se nos manda, pues,
que toda nuestra intención se dirija a Dios, lo cual es amarlo con todo el
corazón; que nuestro entendimiento se someta a Dios, lo que es amarlo con toda
la mente; que nuestro apetito se regule según Dios, lo cual es amarlo con toda
el alma; y que nuestros actos exteriores obedezcan a Dios, lo cual es amarlo
con toda fortaleza, virtud o fuerzas.
Sin embargo, San
Juan Crisóstomo toma las palabras corazón y alma en sentido contrario al que se
ha dicho. San Agustín refiere el corazón a los pensamientos; el alma, a la
vida; la mente, al entendimiento. Algunos dicen que con todo corazón, significa
con cl entendimiento; con toda el alma, con la voluntad; con la mente, con la
memoria; o, según San Gregorio Niseno, por el corazón se significa el alma
vegetativa; por el alma, la sensitiva; por la mente, la intelectiva; puesto que
debemos referir a Dios aquello por lo que vivimos, sentirnos y entendemos.
(2ª 2ae , q. XLIV,
a. 5)
III. En el amor
divino no debe haber modo. Pues el fin de todas las acciones y afectos humanos
es el amor de Dios, por el cual alcanzamos el último fin, y por lo tanto en el
amor de Dios no puede haber modo, como en la cosa medida, de tal suerte que se
pueda recibir más o menos, o como se encuentra el modo en la medida, en la que
no puede haber exceso, sino que cuanto más alcanza su regla, tanto mejor es; y
así, cuanto más se ama a Dios, tanto mejor es el amor.
(2ª 2ae , q. XXVIII,
a. 6)
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