SAN JUAN PABLO II
ÁNGELUS
Domingo 10 de septiembre de 1989
Domingo 10 de septiembre de 1989
30 -Corazón de Jesús víctima de los pecadores
«Cor Iesu, victima
peccatorum».
«Corazón de Jesús,
víctima de los pecadores».
1. Muy queridos
hermanos y hermanas:
Esta invocación de
las letanías del Sagrado Corazón nos recuerda que Jesús, según la palabra del
Apóstol Pablo, "fue entregado por nuestros pecados" (Rm 4, 25);
pues, aunque Él no había cometido pecado, "Dios le hizo pecado por
nosotros" (2 Co 5, 21). Sobre el Corazón de Cristo gravó, enorme, el
peso del pecado del mundo.
En Él se cumplió de
modo perfecto la figura del "cordero pascual", víctima
ofrecida a Dios para que en el signo de su sangre fuesen librados de la muerte
los primogénitos de los hebreos (cf. Ex 12, 21-27). Por tanto,
justamente Juan Bautista reconoció en Él al verdadero "cordero de
Dios" (Jn 1, 29): cordero inocente, que había tomado sobre
sí el pecado del mundo para sumergirlo en las aguas saludables del Jordán
(cf. Mt 3, 13-16 y paralelos); cordero manso, "al
degüello era llevado, y como oveja que ante los que la trasquilan está
muda" (Is 53, 7), para que por su divino silencio quedase confundida
la palabra soberbia de los hombres inicuos.
Jesús es
víctima voluntaria, porque se ofreció "libremente a su
pasión (Misal Romano, Plegaria eucarística II), como víctima de
expiación por los pecados de los hombres (cf. Lv 1, 4; Hb 10,
5-10) que consumió en el fuego de su amor.
2. Jesús es víctima
eterna. Resucitado de la muerte y glorificado a la derecha del Padre,
Él conserva en su cuerpo inmortal las señales de las llagas de las
manos y de los pies taladrados, del costado traspasado (cf. Jn 20,
27; Lc 24, 39-40) y los presenta al Padre en su incesante plegaria de
intercesión a favor nuestro (cf. Hb 7, 25; Rm 8, 34).
La admirable Secuencia de
la Misa de Pascua, recordando este dato de nuestra fe, exhorta:
"A la víctima pascual
elevemos hoy el sacrificio de alabanza.
El cordero ha redimido a su grey.
El inocente nos ha reconciliado a nosotros pecadores con el Padre"
(Secuencia Victimae Paschali, estrofa 1).
elevemos hoy el sacrificio de alabanza.
El cordero ha redimido a su grey.
El inocente nos ha reconciliado a nosotros pecadores con el Padre"
(Secuencia Victimae Paschali, estrofa 1).
Y el prefacio de esa
misma solemnidad proclama: Cristo es "el verdadero cordero que quitó
el pecado del mundo, muriendo destruyó nuestra muerte, y resucitando restauró
la vida".
3. Hermanos y
hermanas: En esta hora de la plegaria mariana hemos contemplado el Corazón de
Jesús víctima de nuestros pecados; pero antes que todos y más profundamente que
todos lo contempló su Madre dolorosa, de la que la liturgia canta: "Por
los pecados del pueblo Ella vio a Jesús en los tormentos del duro
suplicio" (Secuencia Stabat Mater, estrofa 7).
En la proximidad de
la memoria litúrgica de la Bienaventurada Virgen María Dolorosa, recordemos
esta presencia intrépida e intercesora de la Virgen bajo la cruz del Calvario,
y pensemos con inmensa gratitud que, en aquel momento, Cristo, que estaba para
morir, víctima de los pecados del mundo, nos la confió como Madre: "Ahí
tienes a tu Madre" (Jn 19, 27).
Confiemos a María
nuestra plegaria, mientras decimos a su Hijo Jesús:
Corazón de Jesús,
víctima de nuestros pecados,
acoge nuestra alabanza,
la gratitud perenne,
el arrepentimiento sincero.
Ten piedad de nosotros
hoy y siempre. Amén.
víctima de nuestros pecados,
acoge nuestra alabanza,
la gratitud perenne,
el arrepentimiento sincero.
Ten piedad de nosotros
hoy y siempre. Amén.
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