lunes, 16 de noviembre de 2020

Meditaciones del tiempo ordinario con textos de Santo Tomás de Aquino 228

 

Lunes de la 33ª semana

TINIEBLAS Y SOMBRA DE MUERTE

Los sacó de las tinieblas y sombras de muerte (Sal 106, 14).

 

1º) Existen tres clases de tinieblas, a saber: a) Tinieblas de ignorancia. No supieron, ni entendieron, en tinieblas, andan (Sal 81, 5). Éstas son tinieblas de la razón, considerada en sí misma, en cuanto que se ofusca por sí misma. b) Tinieblas de culpa, y a éstas se refiere el Apóstol cuando dice: En otro tiempo erais tinieblas; mas ahora sois luz en el Señor (Ef 5, 8). Estas son también de la razón humana, no producidas por sí misma, sino por el apetito, en cuanto que, mal dispuesto por las pasiones o por el hábito, ansía algo como bueno aunque en verdad no es un bien. c) Por último; están las tinieblas de condenación eterna. Al siervo echadle en las tinieblas exteriores (Mt 25, 30). Las dos primeras especies de tinieblas se dan en la vida presente; pero la tercera, al término de la vida.

 

Pero Cristo los sacó de las tinieblas, porque es la luz del mundo, no un sol creado, sino autor de la creación del sol; y sin embargo, como dice San Agustín, la luz que creó al sol fue hecha bajo el sol, y está cubierta por la nube de la carne, no para obscurecerla, sino para templarla. Y porque esta luz es universal, por eso expulsa universalmente todas las tinieblas. El que me sigue, no anda en tinieblas (Jn, 8, 12), es decir, en las tinieblas de la ignorancia, porque yo soy la verdad; ni de la culpa, porque yo soy el camino; ni de la condenación eterna, porque yo soy la vida (In Joan., c. VIII).

 

2º) La noche se entiende de dos maneras. Una que resulta de la substracción de la gracia actual, a la cual lleva el pecado mortal, y cuando llega esta noche nadie puede ejecutar obras meritorias de la vida eterna.

 

La otra es la noche consumada, cuando uno no solamente es privado de la gracia actual por el pecado mortal, sino también de la facultad de alcanzarla, a causa de la condenación eterna en el infierno, donde existe noche profunda, que envolverá a aquéllos de quienes se dice: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno (Mat 25, 41). Entonces ninguno podrá obrar, porque no es tiempo de merecer, sino de recibir lo merecido. Por consiguiente, mientras vives, haz lo que debes hacer. Por eso aconseja la Escritura: Cualquier cosa que esté en tu mano hacerla, hazla según tus fuerzas, porque ni obra, ni razón, ni sabiduría, ni ciencia habrá en el sepulcro, adonde caminas aprisa (Eccles 9, 10).

 

3º) La muerte es la condenación en el infierno. Ellos serán pasto de la muerte (Sal 48, 15). Las sombras de muerte son la semejanza de la condenación futura que existe en los pecadores. Mas la pena mayor de los que están en el infierno es la separación de Dios; y puesto que los pecadores ya se han separado de Dios, por eso tienen una semejanza de condenación futura, al contrario de lo que ocurre a los justos, quienes poseen una semejanza de la futura bienaventuranza.

(In Matth., V)

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