Viernes de la 32ª semana
HAY QUE VELAR SIEMPRE
Mas sabed que, si el
Padre de familias supiese a qué hora había de venir el ladrón, velaría sin
duda, y no dejaría minar su casa (Mt 24, 43).
Pero, como no sabe a
qué hora, es necesario que vele durante toda la noche.
La casa es el alma. En
ésta debe descansar el hombre, como dice la Escritura: Entrando en mi casa, es
decir, en mi conciencia, con ella tendré descanso (Sab 8, 16). El padre de
familias es la razón. El rey que se sienta sobre el trono de justicia, con una
mirada suya disipa todo mal (Prov 20, 8).
Alguna vez el ladrón
mina la casa. El ladrón es alguna persuasión de doctrina falsa, o alguna
tentación. Y se llama ladrón, como se lee en el Evangelio: El que no entra por
la puerta en el aprisco de las ovejas... aquél es ladrón y salteador (Jn 10,
1). La puerta es, propiamente hablando, el conocimiento natural o la ley
natural. Luego el que entra por la razón, entra por la puerta; mas el que entra
por la concupiscencia, por la ira o cosa semejante, es ladrón.
Los ladrones acostumbran llegar de noche. Si vienen de día no se les teme. Así, cuando el hombre se encuentra en la contemplación de las cosas divinas, entonces la tentación no viene; mas cuando se conduce remisamente, entonces viene. Por eso dice bien el Profeta: Cuando faltare mi fuerza, no me desampares (Sal 70, 9).
Por consiguiente,
debemos vigilar, porque ignoramos cuándo vendrá el Señor a juicio. Pero podemos
referirlo al día de la muerte. Porque cuando digan paz y seguridad, entonces
les sobrecogerá una muerte repentina (1 Tes 5, 3). Así, pues, estad apercibidos
también vosotros, porque a la hora que menos penséis, ha de venir el Hijo del
hombre (Mt 24, 44). Dice San Juan Crisóstomo* que los hombres
solícitos de las cosas temporales velan de noche. Y si velan por las cosas
temporales, cuánto más ha de velarse por las espirituales.
Fijémonos en la
comparación de San Agustín. Supongamos tres siervos que aman la venida del
Señor. Uno dice: "Mi Señor vendrá pronto, y por eso velaré." Otro
dice: "El Señor tardará, pero quiero velar." Un tercero dice:
"No sé cuándo vendrá, y por eso quiero velar." ¿Cuál de los tres
habla mejor? Responde San Agustín que el primero se engaña malamente, pues si
cree que vendrá pronto y después tarda, está en peligro de dormirse de tedio.
El segundo puede ser engañado, pero no está en peligro. Pero el tercero obra
bien, porque, en la duda, espera siempre. Por lo tanto, malo es señalarse algún
tiempo.
(In
Matth., XXIV)
Nota:
*Homil
78.
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