viernes, 2 de octubre de 2020

Meditaciones del tiempo ordinario con textos de Santo Tomás de Aquino 184

 

Viernes de la 26ª semana

LA IMPRUDENCIA

 

Hay tesoro apetecible, y aceite en la morada del justo; mas el hombre imprudente lo disipará (Prov 21, 20).

 

I. El tesoro espiritual de la gracia no se quita sino por el pecado, mas se quita por la imprudencia; luego la imprudencia es pecado.

 

Se llama imprudencia que comete alguno cuando carece de la prudencia que naturalmente debe tener, y según esto la imprudencia es pecado por razón de la negligencia, por la que uno no pone empeño en adquirir la prudencia. También se dice que hay imprudencia cuando la razón se mueve u obra de un modo contrario a la prudencia; por consiguiente si esto tiene lugar por el apartamiento de las reglas divinas, es pecado mortal; por ejemplo, si alguno, como despreciando y rechazando las advertencias divinas, obra precipitadamente; pero, si obra fuera de ellas sin desprecio ni detrimento de lo necesario para la salvación, entonces es pecado venial.

 

II. La imprudencia es un pecado general por participación; porque así como la prudencia es participada en cierto modo por todas las virtudes, en cuanto es directiva de ellas, así también la imprudencia lo es por todos los vicios y pecados; porque ningún pecado puede tener lugar si no existe defecto en algún acto de la razón directiva, lo cual pertenece a la imprudencia.

 

También es un pecado general la imprudencia si contiene bajo sí diversas especies, y esto de tres modos:

 

1º) Por oposición a las diversas partes subjetivas de la prudencia; porque así como la prudencia se distingue en monástica, que es directiva de uno solo, y en otras especies, que son directivas de la multitud, así también la imprudencia.

 

2º) Según las partes como potenciales de la prudencia, que son las virtudes adjuntas, y se consideran según los diversos actos de la razón, y de este modo, en cuanto al defecto de consejo, es precipitación o temeridad; en cuanto al defecto de juicio, es inconsideración; en cuanto al mismo precepto, que es el acto propio de la prudencia, es inconstancia y negligencia.

 

3º) Por oposición a las cosas que se requieren para la prudencia, que son como partes integrantes de esta virtud. Mas porque todas aquéllas se ordenan a dirigir los tres actos mencionados de la razón, todos los defectos opuestos se reducen a las cuatro partes indicadas, como la falta de precaución y de circunspección se incluyen en la inconsideración; pero el que uno obre en contra de la docilidad, de la memoria o de la razón, pertenece a la precipitación, como la imprevisión y defecto de inteligencia y de habilidad pertenecen a la negligencia e inconstancia.

(2ª 2ae , q. LIII, a. 1 y 2)

 

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