Martes de la 23ª semana
ENFERMEDADES DEL PECADO
Yacía grande
muchedumbre de enfermos, ciegos, cojos, paralíticos, esperando el movimiento
del agua (Jn 5, 3).
Aquí se describen
las enfermedades del pecado.
I. En cuanto a la
posición, pues yacían postrados, es decir, adheridos a lo terreno por los
pecados; el que yace se adhiere totalmente a la tierra. San Mateo dice que
Jesús se compadeció de ellas (de las turbas), porque estaban fatigadas y
decaídas, como ovejas que no tienen pastor (Mt 9, 36). Los justos en cambio no
yacen, sino que están de pie, dirigidos hacia lo celestial. Ellos fueron
atados, y cayeron; mas nosotros (los justos) nos levantamos y pusimos derechos
(Sal 19, 9).
II. En cuanto al
número, puesto que son muchos. Por eso dice: Grande muchedumbre. Y en el
Eclesiastés se leen estas palabras: Los perversos, con dificultad se corrigen,
y el número de los necios es infinito (1, 15). Y San Mateo agrega: Ancha es la
puerta, y espacioso el camino que lleva .a la perdición, y muchos son los que
entran por él (Mat 7, 13).
III. En cuanto a la,
disposición o hábito de los enfermos; y aquí se ponen cuatro cosas en las que
incurre el hombre por el pecado:
1º) Por el hecho de someterse el hombre a las pasiones de los pecados dominantes se torna enfermo, y en cuanto a esto dice: de enfermos. Por lo cual Cicerón llama enfermedades del alma a las pasiones de la misma, como la ira, la concupiscencia, etc. Por eso decía el Profeta: Apiádate de mí, Señor, porque estoy enfermo (Sal 6, 3).
2º) Por el dominio
de las pasiones y su victoria sobre el hombre se ciega la razón por el
consentimiento, y en este sentido debe tomarse la expresión: de ciegos, es
decir, por los pecados, según aquello del libro de la Sabiduría: Los cegó su
malicia (Sab 2, 21), y del Salmo (57, 9): Cayó fuego de arriba, y no vieron el
sol.
3º) El hombre
enfermo y ciego se hace inconstante en sus obras y está casi cojo. Por eso se
expresa en los Proverbios: El impío hace obra, que no subsiste (11, 18). Y se
les llama cojos según se lee en el libro 2º de los Reyes: ¿Hasta cuándo cojeáis
por ambos lados? (18, 21).
4º) Enfermo el
hombre de esa manera, ciego de entendimiento, cojo en las obras, se hace árido
en el afecto, por cuanto se seca en él toda la suavidad de la devoción que
pedía el Profeta diciendo: Como de grasa y de manteca se rellenará mi alma (Sal
62, 6). A éstos se les llama paralíticos. De ellos dice el Salmo (22, 16): Está
seco mi paladar como una teja.
Pero hay otros de
tal modo afectados por la enfermedad del pecado, que no esperan el movimiento
del agua, descansando en sus pecados, según aquello de la Escritura: Viviendo
en grande guerra de ignorancia, llaman paz a tantos y tan grandes males (Sab
14, 22). De los tales se dice: Los que se alegran cuando hacen mal, y saltan de
contento en cosas malísimas (Prov 2, 14). La razón es que no aborrecen el
pecado, ni pecan por ignorancia, o debilidad, sino por una malicia evidente.
Mas estos enfermos,
cómo no pecan por malicia, no descansaban en los pecados, antes bien esperaban
con deseo el movimiento del agua. Por eso agrega: esperando.
(In Joan., V)
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