martes, 8 de septiembre de 2020

Meditaciones del tiempo ordinario con textos de Santo Tomás de Aquino 160

 

Martes de la 23ª semana

ENFERMEDADES DEL PECADO

 

Yacía grande muchedumbre de enfermos, ciegos, cojos, paralíticos, esperando el movimiento del agua (Jn 5, 3).

 

Aquí se describen las enfermedades del pecado.

 

I. En cuanto a la posición, pues yacían postrados, es decir, adheridos a lo terreno por los pecados; el que yace se adhiere totalmente a la tierra. San Mateo dice que Jesús se compadeció de ellas (de las turbas), porque estaban fatigadas y decaídas, como ovejas que no tienen pastor (Mt 9, 36). Los justos en cambio no yacen, sino que están de pie, dirigidos hacia lo celestial. Ellos fueron atados, y cayeron; mas nosotros (los justos) nos levantamos y pusimos derechos (Sal 19, 9).

 

II. En cuanto al número, puesto que son muchos. Por eso dice: Grande muchedumbre. Y en el Eclesiastés se leen estas palabras: Los perversos, con dificultad se corrigen, y el número de los necios es infinito (1, 15). Y San Mateo agrega: Ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva .a la perdición, y muchos son los que entran por él (Mat 7, 13).

 

III. En cuanto a la, disposición o hábito de los enfermos; y aquí se ponen cuatro cosas en las que incurre el hombre por el pecado:

 

1º) Por el hecho de someterse el hombre a las pasiones de los pecados dominantes se torna enfermo, y en cuanto a esto dice: de enfermos. Por lo cual Cicerón llama enfermedades del alma a las pasiones de la misma, como la ira, la concupiscencia, etc. Por eso decía el Profeta: Apiádate de mí, Señor, porque estoy enfermo (Sal 6, 3).

 

2º) Por el dominio de las pasiones y su victoria sobre el hombre se ciega la razón por el consentimiento, y en este sentido debe tomarse la expresión: de ciegos, es decir, por los pecados, según aquello del libro de la Sabiduría: Los cegó su malicia (Sab 2, 21), y del Salmo (57, 9): Cayó fuego de arriba, y no vieron el sol.

 

3º) El hombre enfermo y ciego se hace inconstante en sus obras y está casi cojo. Por eso se expresa en los Proverbios: El impío hace obra, que no subsiste (11, 18). Y se les llama cojos según se lee en el libro 2º de los Reyes: ¿Hasta cuándo cojeáis por ambos lados? (18, 21).

 

4º) Enfermo el hombre de esa manera, ciego de entendimiento, cojo en las obras, se hace árido en el afecto, por cuanto se seca en él toda la suavidad de la devoción que pedía el Profeta diciendo: Como de grasa y de manteca se rellenará mi alma (Sal 62, 6). A éstos se les llama paralíticos. De ellos dice el Salmo (22, 16): Está seco mi paladar como una teja.

 

Pero hay otros de tal modo afectados por la enfermedad del pecado, que no esperan el movimiento del agua, descansando en sus pecados, según aquello de la Escritura: Viviendo en grande guerra de ignorancia, llaman paz a tantos y tan grandes males (Sab 14, 22). De los tales se dice: Los que se alegran cuando hacen mal, y saltan de contento en cosas malísimas (Prov 2, 14). La razón es que no aborrecen el pecado, ni pecan por ignorancia, o debilidad, sino por una malicia evidente.

 

Mas estos enfermos, cómo no pecan por malicia, no descansaban en los pecados, antes bien esperaban con deseo el movimiento del agua. Por eso agrega: esperando.

(In Joan., V)

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