jueves, 3 de septiembre de 2020

Meditaciones del tiempo ordinario con textos de Santo Tomás de Aquino 155

 

Jueves de la 22ª semana

ADMIRABLE PRIVILEGIO DEL AMOR

 

El que me ama será amado de mi Padre; y yo le amaré y me le manifestaré a mí mismo (Jn 14 21).

 

El que me ama será amado de mi Padre. Esto, a primera vista, parece absurdo. ¿Por ventura nos ama Dios porque nosotros lo amamos? Ciertamente, no; porque se dice en la primera epístola de San Juan (4, 10): No que nosotros hayamos amado a Dios, sino que él nos amó primero a nosotros. Luego debe decirse que uno ama a Cristo porque es amado por el Padre, y no que él es amado porque ama. Amamos, pues, al Hijo, porque el Padre nos ama. Es privilegio del amor verdadero atraer el amor de aquél a quien se ama. Por eso dice Jeremías (31, 3): Con amor perpetuo te amé; por eso te atraje, teniendo misericordia. Mas porque el amor del Padre no existe sin el amor del Hijo, ya que es una misma cosa el amor de ambos: Todo lo que el Padre hiciere, lo hace también igualmente el Hijo (Jn 5, 19), por eso añade: Y yo le amaré.

 

Pero si el Padre y el Hijo aman todas las cosas desde la eternidad, ¿por qué dice amaré, en futuro? Es porque el amor, considerado en cuanto reside en la voluntad divina, es eterno; pero considerado en cuanto se manifiesta en la acción, es temporal, y por eso el sentido es el siguiente: y yo le amaré, mostraré el efecto del amor, pues me le manifestaré a mí mismo, porque le amaré para esto, para manifestarme.

 

Es menester saber que el amor de uno a otro es a veces relativo, y a veces absoluto; es relativo cuando se quiere para la persona amada algún bien particular; y absoluto, cuando se quieren para ella todos los bienes.

 

Dios ama relativamente a todas las cosas criadas, porque quiere para toda criatura algún bien, aun para los mismos demonios, es decir, que vivan, entiendan y existan, lo cual es un bien. Pero ama sin restricciones a aquéllos para quienes quiere todo bien, a saber, que posean al mismo Dios, lo cual es poseer la verdad, pues Dios es la verdad. Pero la verdad sólo se posee cuando es conocida.

 

Luego Dios ama verdadera y absolutamente a aquéllos a quienes se manifiesta a sí mismo, que es la verdad. Y esto es lo que dice: me le manifestaré a mí mismo, en el futuro por la gloria, que es el último efecto de la bienaventuranza futura. Anuncia de ella a su amigo, que posesión de él, y que puede subir a ella (Job 36, 33). Y en el libro de la Sabiduría se lee: Toma la delantera a los que la codician

(Sab 6,14). (In Juan., XIV)

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