Martes de la 25ª semana
VISITACIÓN DE LA BIENAVENTURADA
VIRGEN MARÍA
La Visitación - Francisco Rizi
Se lee que la
Bienaventurada Virgen María hizo tres cosas, después de la concepción de
Cristo, que señalan en sentido místico lo que debe imitar toda alma piadosa
después de concebir espiritualmente al Verbo de Dios: subió a la montaña,
saludó a Isabel y glorificó magníficamente al Señor. Por lo primero se
significa la perfección de las virtudes; por lo segundo, el amor fraterno; por
lo tercero, la alabanza y la alegría.
1º) Levantándose
María, fue con prisa a la montaña (Lc 1, 39). Dice la Glosa: "Recibido el
consentimiento de la Virgen, se va a los cielos el ángel, a quien imita la
Virgen al marchar a la montaña. Del mismo modo el alma, que concibió
(espiritualmente) al Verbo de Dios, sube a las cumbres de las virtudes
progresando en el amor, para penetrar en la ciudad de Judá, esto es, en la
fortaleza de la confesión y de la alabanza, y morar en ella unos tres meses
hasta la perfección de la fe, de la esperanza y de la caridad." En esta
subida hay tres cosas.: el valle dcl temor y de la humildad, la subida del
trabajo y de la dificultad, la cima del amor o caridad. Por eso dice San Bernardo:
"La virtud quiere ser enseñada con humildad, ser adquirida con trabajo,
ser poseída con amor." Y como estas tres cosas le pertenecen de derecho,
no puede ser enseñada, adquirida o poseída de otra manera.
2º) Y entró en la casa de Zacarías, y saludó a Isabel (Lc 1, 40). El saludo es deseo de salud; desear salud al prójimo corresponde al amor fraterno; pues ésta es la forma verdadera de amar al prójimo, expresada en San Mateo: Amarás a tu prójimo como a ti mismo (22, 39). El alma santa, después de haber concebido espiritualmente al Verbo de Dios, debe insistir en ese amor, pues se dice en San Juan: Si nos amamos los unos a los otros, Dios está en nosotros, y su caridad es perfecta en nosotros (1 Jn 4, 12). Y San Agustín dice: "Bienaventurado es el que te ama, ¡oh Dios mío!, y al amigo en ti, y al enemigo por ti". Y en otro lugar dice el mismo escritor: "¿Qué puede faltar donde está el verdadero amor? ¿Qué ventaja puede haber donde no hay amor?"
3º) Mí alma engrandece
al Señor (Lc 1, 46). Es cántico de alabanza y de regocijo el que puede cantar
toda alma santa, después de haber concebido al Verbo de Dios. Por eso aconseja
San Ambrosio: "Que en cada uno de nosotros esté el alma de María
glorificando a Dios, que esté en cada uno el espíritu de María regocijándose en
Dios."
Qué cosa sea
engrandecer a Dios lo explica el mismo San Ambrosio: "Dios es glorificado
no porque la alabanza humana le añada alguna cosa, sino porque es engrandecido
en nosotros, cuando nuestra alma, que ha sido creada a imagen de Dios, se
asemeja por la justicia a Cristo, que es imagen del Padre. Y de este modo,
cuando engrandece a Cristo, imitándolo, se hace más sublime por cierta
participación de su grandeza, de modo que parece expresar en sí la misma imagen
por el esplendor de las buenas obras y cierta emulación de virtud." Y
Orígenes: "Cuando yo glorifico mi alma con obras, pensamientos y palabras,
entonces se hace grande la imagen de Dios, y el mismo Señor, del cual es
imagen, es glorificado en mi alma". Por último, dice San Beda:
"Engrandece a Dios el alma del que consagra al servicio y a las alabanzas
divinas todos los afectos de su hombre interior. Se regocija en Dios, su
Salvador, el espíritu de aquél a quien nada de lo terreno agrada, a quien no
ablanda la afluencia de las cosas caducas, a quien no quebranta ninguna
adversidad, sino que únicamente le deleita el recuerdo de su Criador, del cual
espera la salvación eterna."
(De Humanitate
Christi)
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