Oficio de lectura
I
Nuestra esperanza,
María, alégrate.
Tierna y llena de
piedad, alégrate.
Llena de gracia y
bondad, alégrate.
Eres Virgen singular,
alégrate.
Porque señal tuya es
la zarza que vio
Moisés.
Rosa en Tallo de Jesé,
alégrate;
cuyo Fruto con su amor
quebrantó nuestro
dolor.
Oh, qué santa, qué
apacible,
benigna y encantadora,
eres tú, nuestra
Señora.
Por ti los cielos se
abren,
la esclavitud va de
huida
pues das libertad y
vida.
Agradecidos cantemos
a la Santa Trinidad,
por ser María el
camino
que más derecho a Dios
va. Amén.
II
Para bordar vuestro
Nombre
en mi bandera,
Dulce Madre de Jesús,
me falta seda.
Dadme Vos de la más
fina,
dadme una hebra;
dadme Vos el hilo de
oro
y ricas perlas.
Mas yo soy ruin
bordador,
benigna Reina;
bordádmelo Vos,
vistoso,
en mi bandera,
junto al nombre de
Jesús,
que me recrea,
como junto al sol de
amor
la luna bella.
Gloria al Padre, y al
Hijo, y al Espíritu,
por los siglos de los
siglos. Amén.
Laudes
I
Dulce Nombre de María,
panal de miel en la
boca:
toda la ternura es
poca
para sentir tu
armonía;
la más bella melodía
que se pudiera soñar,
oye quien sabe gustar
de tu Nombre la
dulzura,
la grandeza y la
hermosura
que jamás podrá
olvidar.
Quiero en mi pecho
grabarlo,
izarlo como bandera;
toda la vida quisiera,
hasta en mi muerte,
invocarlo,
y con fervor
predicarlo
como defensa y escudo
que deja al infierno
mudo.
El Nombre de nuestra
Madre
nos lleva a casa del
Padre.
Dios hacer más ya no
pudo.
Gloria y honor a Dios
Padre
con su Hija
predilecta:
es la gloria más
perfecta
la que al Hijo da su
Madre;
no hay honor que más
le cuadre.
Gloria al Espíritu
Santo
con su Esposa que ama
tanto
y de su gracia está
llena.
Gloria a la Trinidad
plena
que nos cubre con su
manto.
II
Oh, Virgen y a la vez
Madre
y del Hijo, Hija
dichosa,
la más alta y más
humilde
de las criaturas
todas.
Tú fuiste el fin
prefijado
por Dios en su vida
eterna,
tú el honor y excelsa
cumbre
de nuestra naturaleza.
Tan noble fuiste
creada,
que tu Supremo
Hacedor,
de modo maravilloso
en ti misma se
encarnó.
En tu seno virginal
revivió ardiente el
amor,
y aquí las flores
celestes
brotan con ese calor.
Gloria eterna sea al
Padre,
al Paráclito y al
Hijo,
que con su gracia te
hicieron
maravilloso vestido.
Amén.
Vísperas
Eres astro en el cielo
de caridad;
sé fuente de esperanza
para el mortal.
Virgen María,
que en ti siempre
fundemos
nuestra alegría.
Tales poderes tienes,
alta Señora,
sobre el Hijo Divino
que te enamora,
que quien te ruega
con confianza en ti,
Madre,
seguro encuentra.
No tan sólo socorre
tu bondad santa
al que suplica; a
veces,
tú te adelantas;
ves su deseo
y, sin dar tiempo al
labio,
das el remedio.
Es la misericordia
tu corazón
y en él, toda grandeza
tiene mansión.
Acumuladas
en ti están las
bondades
por Dios creadas.
Gloria al Padre y al
Hijo
por siempre sea,
y el Espíritu Santo
también la tenga.
Las Tres Personas
con su gracia, María,
cómo te exaltan. Amén.
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