miércoles, 23 de septiembre de 2020

El documento "Samaritanus bonus" ofrece un enfoque integral de la persona humana, del sufrimiento y la enfermedad, del cuidado de los que se encuentran en fases críticas y terminales de la vida - Card. Ladaria S.J.

 

Entrevista publicada en Vatican News

con el Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe

Cardenal Luis Ladaria S.J.

sobre la Carta "Samaritanus bonus"

 

Eminencia, ¿por qué era necesario este nuevo documento de la Congregación sobre los temas del fin de la vida?

"Al concluir la Sesión Plenaria de la Congregación para la Doctrina de la Fe de 2018, en relación con el estudio de las cuestiones doctrinales y pastorales relativas al acompañamiento de los enfermos en las fases críticas y terminales de la vida, los padres sugirieron que era conveniente disponer de un documento que tratara de ello, no sólo de manera doctrinalmente correcta, sino también con un fuerte énfasis pastoral y un lenguaje comprensible, en consonancia con el progreso de las ciencias médicas. Se trataría de profundizar, en particular, en los temas del acompañamiento y la atención de los enfermos desde un punto de vista teológico y antropológico, centrándose también en algunas cuestiones éticas pertinentes relacionadas con la proporcionalidad de las terapias y con la objeción de conciencia y el acompañamiento de los enfermos terminales. A la luz de estas consideraciones y aunque la enseñanza de la Iglesia sobre el tema ya está contenida en conocidos documentos magisteriales, un nuevo pronunciamiento orgánico de la Santa Sede sobre el cuidado de las personas en las fases críticas y terminales de la vida parecía oportuno y necesario en relación con la situación actual, caracterizada por un derecho civil internacional cada vez más permisivo sobre la eutanasia, el suicidio asistido y las disposiciones relativas al final de la vida".

 

¿La Carta "Samaritanus Bonus" contiene alguna novedad? Y si es así, ¿cuáles son estas novedades?

"El documento ofrece un enfoque integral de la persona humana, del sufrimiento y la enfermedad, del cuidado de los que se encuentran en fases críticas y terminales de la vida. Un cuidado que, a su vez, no puede reducirse a la perspectiva médica o psicológica solamente, sino que consiste en cuidar de toda la persona necesitada. Porque – como bien se dice en el primer párrafo del texto – el cuidado de la vida es la primera responsabilidad que el médico experimenta en el encuentro con el enfermo. No se reduce a la capacidad de curar al enfermo, ya que su horizonte antropológico y moral es más amplio: incluso cuando la curación es imposible o improbable, el acompañamiento médico y de enfermería, con el cuidado de las funciones fisiológicas esenciales del cuerpo, junto con el acompañamiento psicológico y espiritual, es un deber ineludible. Lo contrario constituiría de hecho un abandono inhumano del enfermo. Samaritanus bonus insiste desde el principio hasta el final en esta dimensión integral del cuidado. En este sentido, el documento se centra bien, volviendo a él varias veces, en el hecho de que el dolor es existencialmente soportable sólo si hay una esperanza fiable. Y una esperanza de ese tipo sólo puede ser comunicada cuando hay una colectividad de presencia que espera alrededor del paciente que sufre".

¿Por qué el documento se afirma que "incurable" nunca es sinónimo de "in-cuidable"?

"La Carta apela a una experiencia humana universal: aquella por la cual la pregunta sobre el sentido de la vida se agudiza aún más cuando se avecina el sufrimiento y la muerte. El reconocimiento de la fragilidad y la vulnerabilidad del enfermo – aunque, en el fondo, el ser humano como tal es frágil y vulnerable – abre espacio, como ya se ha subrayado, a la ética del cuidado. Ejercer la responsabilidad en relación a la persona enferma, significa asegurar su cuidado hasta el final: "curar si es posible, cuidar siempre" escribió Juan Pablo II. Se trata de una mirada contemplativa – así se sugiere – una mirada total, es decir, una mirada a la persona en su conjunto, que permite ampliar la noción de cuidado. Esta intención de curar siempre al enfermo – se lee en el documento – ofrece el criterio para evaluar las diferentes acciones a tomar en la situación de enfermedad "incurable": de hecho, incurable nunca es sinónimo de in-cuidable. La Iglesia no cesa de afirmar el sentido positivo de la vida humana como un valor ya percibido por la recta razón, que la luz de la fe confirma y valora en su inalienable dignidad. Afirmar el carácter sagrado e inviolable de la vida humana significa no desconocer el valor radical de la libertad de la persona que sufre, fuertemente condicionada por la enfermedad y el dolor: tal desconocimiento se produciría, sin embargo, en el mismo momento en el cual se tendría que aceptar el pedido de negarle, por medio de la eutanasia, cualquier otra posibilidad de relación  humana beneficiosa".

 


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