miércoles, 12 de agosto de 2020

Meditaciones del tiempo ordinario con textos de Santo Tomás de Aquino 135

 

Miércoles de la 19ª semana

LA MUTUA CARIDAD

 

Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis los unos a los otros, así como yo os he amado (Jn 13, 31).

 

I. El tenor de este mandamiento es el amor mutuo. Por eso dice: Que os améis los unos a los otros. Porque es natural que la amistad no sea oculta; de lo contrario, no sería amistad, sino benevolencia. Es menester, para la verdadera y firme amistad, que los amigos se amen mutuamente, pues entonces la amistad es justa y firme, como duplicada. Por lo tanto, queriendo el Señor... que entre sus fieles y discípulos existiese perfecta amistad, les dio este precepto de amor recíproco. El que terne a Dios, igualmente tendrá buena amistad (Eccli 6, 17).

 

II. Cristo presenta un modelo cuando dice: Así como yo os he amado. Porque de tres maneras nos amó Cristo: gratuita, eficaz y rectamente.

 

Gratuitamente, porque él comenzó y no esperó que nosotros comenzáramos a amarle, como explica San Juan: No que nosotros hayamos amado a Dios, sino que él nos amó primero a nosotros (1 Jn 4, 10). Así, pues, nosotros debemos también amar primero al prójimo, y no esperar a que él se nos adelante o nos beneficie.

 

Nos amó eficazmente, lo que es manifiesto por sus obras; pues la prueba del amor son las obras. Lo más grande que un hombre puede hacer por su amigo es darse a sí mismo por él; y esto hizo Cristo: Nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros (Ef 5, 2). Siguiendo nosotros su ejemplo, amémonos unos a otros eficaz y fructuosamente. No amemos de palabra, ni de lengua, sino de obra y de verdad (1 Jn 3, 18).

 

Rectamente, porque como toda amistad se funda sobre alguna comunicación o semejanza (pues la semejanza es causa de amor), será amistad recta la que tiene por causa la semejanza o comunicación en el bien. Mas Cristo nos amó en cuanto somos semejantes a él por la gracia de adopción. Y nos amó conforme a esta semejanza para llevarnos a Dios. Por consiguiente nosotros debemos también amar en la persona amada, no tanto por el beneficio o alegría que nos viene de ella como lo que en ella es de Dios. Y en este amor se incluye también el amor de Dios.

(In Joan., XIII)

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