martes, 4 de agosto de 2020

Meditaciones del tiempo ordinario con textos de Santo Tomás de Aquino 127


Martes de la 18ª semana

AMOR DE CRISTO A LOS DISCÍPULOS


Como el Padre me amó, así también yo os he amado. Perseverad en mi amor (Jn 15, 9).

I. El término como denota a veces igualdad de naturaleza, pero a veces semejanza en la acción. Aquí el cómo denota semejanza de gracia y de amor. Porque el amor con que el Hijo ama a los discípulos es cierta semejanza del amor con que el Padre ama al Hijo. Pues como amar a alguno es querer el bien para él, el Padre ama al Hijo según la naturaleza divina en cuanto quiere para él el bien infinito que él mismo posee. El Padre ama al Hijo, y le muestra todas las cosas que él hace (Jn 5, 20).

También le ama según la naturaleza humana, para que simultáneamente sea Dios y hombre.

Para nada de esas cosas amó el Hijo a los discípulos. Porque no los amó para que fuesen Dios por naturaleza, ni para que se uniesen a Dios en persona; sino que los amó para algo semejante a esas cosas, esto es, para que fuesen dioses por la participación de la gracia: Yo dije: Dioses sois (Sal 81, 6). Por el cual nos ha dado muy grandes y preciosas promesas; para que por ellas seáis hechos participantes de la naturaleza divina (2 Pedro 1, 4). Para elevarlos, además, a la unidad de afecto, porque el que se allega al Señor, un espíritu es (1 Cor 6, 17). Porque los que conoció en su, presciencia, a éstos también predestinó para ser hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos (Rom 8, 29).

Así, pues, mayor bien puso Dios Padre en el Hijo según las dos naturalezas, que el Hijo en los discípulos, aunque, sin embargo, puso un bien semejante.


II. Perseverad en mi amor (Jn 15, 9), como si dijese: Puesto que habéis recibido tan grande beneficio de mi amor, permaneced en él para que me améis. O permaneced en mi amor, porque: yo os amo, es decir, en mi gracia, para que no os apartéis de los bienes que os he preparado. Esta exposición es más adecuada, de modo que su sentido es: perseverad en este estado para que seáis amados por mí por un efecto de la gracia. Cada uno en la vocación en que fue llamado, ella permanezca (1 Cor 7, 20). Quien permanece en caridad, en Dios permanece, y Dios en él (1 Jn 4, 16).
(In Joan., XV)

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