jueves, 20 de agosto de 2020

Meditaciones del tiempo ordinario con textos de Santo Tomás de Aquino 143

 

Jueves de la 20ª semana

PENAS DE LOS CONDENADOS

 

1º) Fuego y azufre y viento tempestuoso es la porción del cáliz de ellos (Sal 10, 7). A un calor extremo pase desde aguas de nieve (Job 24, 19). En la última purificación de este mundo se hará la separación de los elementos; lo que es puro y noble permanecerá arriba para gloria de los bienaventurados; pero lo que es innoble y fétido será .arrojado infierno para castigo de los condenados; de suerte que toda criatura será materia de gozo para los bienaventurados; y los condenados encontrarán un aumento de tormento en todo lo creado, como dice el libro de la Sabiduría: Peleará con él todo el universo contra los insensatos (5, 21). Conviene así a la justicia divina que los que se apartaron de una parte por el pecado y pusieron su fin en las cosas materiales, que son muchas y variadas, sean afligidos de mil maneras y por muchas cosas.

 

2º) El gusano de ellos no morirá (Is 66, 24). No se trata de un gusano corporal, sino espiritual, que es el remordimiento de la conciencia, y que se llama gusano, porque nace de la podredumbre del pecado y aflige al alma, del mismo modo que el gusano corporal nace de la corrupción y aflige royendo.

 

3º) Arrojadle en las tinieblas exteriores (Mt 22, 13). Sobre aquello del Salmo (28, 7): Voz del Señor que corta llama de fuego, dice San Basilio que, por el poder de Dios, será separada la claridad del fuego de su calor, de modo que la claridad cederá en alegría de los bienaventurados y su actividad quemante en tormento de los condenados. La disposición del infierno será tal cual corresponde a la miseria de los condenados. Por lo cual habrá allí luz y tinieblas, de manera que contribuirán lo más posible al castigo de los condenados. La visión misma es deleitable de por sí; pero a veces sucede que hiere, cuando las cosas vistas son nocivas y contrarias a nuestra voluntad. El infierno debe estar dispuesto de tal modo que, nada pueda verse allí claramente, sino en penumbra solamente, lo que aflige nuestro corazón. El lugar es tenebroso, pero por disposición divina hay en él alguna luz, la suficiente para ver las cosas que pueden atormentar el alma.

 

4º) Le devorará fuego que no se enciende (Job 20, 26). San Gregorio dice: "El fuego corporal tiene necesidad de incentivos corpóreos, necesita ser encendido y no dura si no es reanimado. Con el fuego del infierno ocurre lo contrario, porque a pesar de ser fuego corpóreo y quemar corporalmente a los réprobos arrojados en él, ni es encendido con industria humana, ni es alimentado con madera, sino que, una vez encendido perdura inextinguible, no necesita incentivo, y su ardor no disminuye." Aquel fuego no necesita de leña para ser alimentado, porque o existe en materia especial, o en materia extraña, no por violencia sino por naturaleza, procedente de un principio intrínseco. Por lo cual no lo encendió el hombre, sino Dios, que creó aquella naturaleza, y esto es lo que se dice en Isaías (30, 33): El aliento del Señor, como torrente de azufre, es el que lo enciende

(4 Dist., 50)

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