lunes, 17 de agosto de 2020

Meditaciones del tiempo ordinario con textos de Santo Tomás de Aquino 140

 

Lunes de la 20ª semana

SI SE REQUIERE LA POBREZA

PARA LA PERFECCIÓN RELIGIOSA

 

Si quieres ser perfecto, ve, vende cuanto tienes, y dalo a los pobres. .., y ven, sígueme (Mt 19, 21).

 

I. El estado religioso es ejercicio y disciplina, por los que se llega a la perfección de la caridad; para esto es necesario que uno abstraiga totalmente su afecto de las cosas mundanas; pues dice San Agustín, hablando a Dios: "Menos te ama quien juntamente contigo ama alguna cosa, y la ama por tu causa"1 Y el mismo santo agrega: "Aumento de la caridad es la disminución de la codicia; y su perfección, la ninguna codicia"2. Y puesto que cuando alguien posee las cosas mundanas siente su ánimo atraído por el amor de ellas, añade también San Agustín: "Las cosas terrenas se aman más vivamente cuando se poseen que cuando se desean, pues ¿por qué se dice que aquel joven se marchó triste, sino porque poseía grandes riquezas? En efecto, una cosa es no querer incorporarse lo que no se tiene, y otra, apartarse de las ya incorporadas; aquéllas se desechan como extrañas, de éstas se aparta uno como de sus propios miembros"3. Y San Juan Crisóstomo dice: "El allegamiento de riquezas enciende mayor llama, y el deseo se hace más vehemente"4.

 

Por consiguiente, el primer fundamento para adquirir la perfección de la caridad es la pobreza voluntaria, de modo que uno viva sin bienes propios; por eso dice el Señor: Si quieres ser perfecto, ve, vende cuanto tienes.

 

II. Y aun cuando la limosna sea obra sumamente grata a Dios, sin embargo, la pobreza por la cual se excluye la dádiva de limosnas pertenece a la perfección de la religión; pues la renuncia de las riquezas se compara a la dádiva de limosnas como lo universal a lo particular, y el holocausto al sacrificio. A esto se refiere San Gregorio en las palabras siguientes: "Los que socorren a los necesitados con lo que poseen ofrecen sacrificio por el bien que hacen, pues inmolan a Dios una parte y se reservan otra; pero los que nada reservan para sí, ofrecen holocausto, que es mayor que el sacrificio"5. Por eso San Jerónimo dice contra Vigilancio: "A lo que tú aseguras cuando dices que obran mejor los que hacen uso de sus bienes y van distribuyendo poco a poco sus frutos a los pobres, no me toca a mí responderte; pero si te contestará el mismo Señor: Si quieres ser perfecto, etc."6. Y añade: "Bueno es distribuir directamente los bienes entre los pobres; pero mejor es darlos de una vez con intención de seguir al Señor; y lo perfecto, vivir sin cuidado con Cristo"7.

(2ª 2ae q. CLXXXVI, a. 3)

 

Notas:

1 Confess. lib. X, cap. 29.

2 Quaest., lib. LXXXIII, 9, 36.

3 Epist. ad Paulinum et Therasiam, 31 al 34.

4 Super Matth., hom. LXIV.

5 Super Ezech., hom XX.

6 Cap. V.

7 De Eccl. dogmatibus, cap. 71.

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