Sábado de la 17ª semana
LA INTEMPERANCIA
1º) La intemperancia
es pecado pueril.
Porque la
intemperancia es un pecado de concupiscencia superflua que se asemeja a un niño
en tres cosas:
Primero, en cuanto a
lo que ambos apetecen; pues del mismo modo que el niño, la concupiscencia
apetece algo torpe.
La razón de esto es
que en las cosas humanas lo bello se considera según que algo esté ordenado
conforme a la razón. Pero el niño no atiende a la orden de la razón, y de la
misma manera la concupiscencia no escucha a aquélla.
Segundo, en cuanto al
resultado; pues el niño crece en la propia voluntad, si se condesciende con
ella; por lo cual se dice en el Eclesiástico: El caballo no domado sale duro, y
el hijo dejado saldrá precipitado (Eccles 30, 8). También la concupiscencia
adquiere mayor energía si se le da satisfacción. Por eso dice San Agustín:
"Cuando se sirve al capricho, degenera en costumbre; y cuando no se
resiste a la costumbre, se hace necesidad"1.
Tercero, en cuanto al
remedio que a ambos se aplica; puesto que el niño se enmienda porque se le
cohíbe. Y así se dice en los Proverbios: No escasees al muchacho la corrección;
...tú le sacudirás con vara, y librarás su alma del infierno (23, 13, 14). Del
mismo modo, cuando se resiste a la concupiscencia, concluye por reducirse a los
límites de la honestidad; y esto es lo que dice San Agustín: "cuando el
espíritu está unido de una manera fija y permanente a las cosas espirituales,
la impetuosidad de la costumbre, es decir, de la concupiscencia carnal, se destruye
y apaga después de haber sido paulatinamente reprimida, porque era mayor cuando
la seguíamos, y si no la anulamos, por lo menos disminuye cuando la
refrenamos"2. Y el Filósofo
opinaba al respecto: "Así como es preciso que el niño viva con arreglo a
las órdenes del pedagogo, también lo es que lo concupiscible se conforme con la
razón."3.
2º) La intemperancia
es pecado en gran manera reprensible, por dos motivos:
1º) Porque repugna en
alto grado a la dignidad del hombre, por cuanto se refiere a los deleites que
son comunes a nosotros y a los brutos. Por lo cual se lee en el Salmo (48, 21):
El hombre, cuando estaba en honor, no lo entendió; ha sido comparado a las
bestias insensatas, y se ha hecho semejante a ellas.
2º) Porque repugna en
alto grado a su nobleza y hermosura, por cuanto en los deleites a que se
refiere la intemperancia se ve brillar menos la luz de la razón, a la cual la
virtud presta todo su esplendor y hermosura; de ahí que tales deleites se
llamen señaladamente serviles.
(2ª 2ae , q. CXLII, a. 2, 4)
Notas:
1 Confess.,
lib. VIII, cap. 5.
2 Musicae,
lib. VII,
cap. 2.
3 Ethic., lib. III, cap. último.
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