domingo, 23 de agosto de 2020

CELEBRAR Y ORAR EN TIEMPO DE PANDEMIA - Domingo XXI tiempo durante el año Ciclo A

 

 La siguiente es una guía para poder celebrar en nuestras casas, en este tiempo de pandemia.

Los textos que están en rojo (rúbricas) no son para leer en voz alta y tienen la función de dar algunas indicaciones sobre lo que hay que ir haciendo. De acuerdo a las posibilidades de la persona y/o grupo familiar se realizará todos o algunos de los momentos celebrativos propuestos.


 

Para preparar antes de la celebración:

- Un lugar cómodo que permita el recogimiento y la oración familiar.

- Un pequeño altar con los elementos que a la familia le son significativos: un mantel, una vela encendida, una cruz, la imagen de la Virgen María, etc.

- Una Biblia desde la cual se proclamará el Evangelio.

Para iniciar la celebración podemos cantar "Iglesia Peregrina " Aquí:

 

Iglesia peregrina

 

Todos unidos, formando un solo cuerpo

un cuerpo que en la Pascua nació.

Miembros de Cristo en sangre redimidos

Iglesia peregrina de Dios.

Vive en nosotros la fuerza del Espíritu

que el Hijo desde el Padre envió.

El nos impulsa, nos guía y alimenta

Iglesia peregrina de Dios.

 

Somos en la tierra semilla de otro reino

somos testimonio de amor.

Paz para las guerras y luz entre las sombras

Iglesia peregrina de Dios.

 

Rugen tormentas y a veces nuestra barca

parece que ha perdido el timón.

Miras con miedo, no tienes confianza

Iglesia peregrina de Dios.

Una esperanza nos llena de alegría

presencia que el Señor prometió.

Vamos cantando, El viene con nosotros,

Iglesia peregrina de Dios.

 

Todos nacidos en un solo bautismo

unidos en la misma comunión.

Todos viviendo en una misma casa

Iglesia peregrina de Dios.

Todos prendidos en una misma suerte

ligados a la misma salvación.

Somos un cuerpo y Cristo es la cabeza

Iglesia peregrina de Dios.

Iniciamos la celebración Una vez reunida la familia en torno a la Palabra de Dios, se propone comenzar con el canto «Iglesia Peregrina» Aquí

Luego el adulto que guía la celebración (G) invita a todos a hacerse la señal de la cruz, mientras dicen:

 

Todos: En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

G: Familia, bendigamos al Señor, que en su bondad nos invita a compartir la mesa de su Palabra.

Todos responden: Bendito sea Dios, por los siglos.

Y continúa: En este domingo, el día del Señor, reconociendo que necesitamos su perdón y su paz, manifestemos nuestro arrepentimiento:

Todos hacen un breve momento de silencio, y a continuación el que guía la celebración dice:

G: Señor, ten misericordia de nosotros.

Todos: Porque hemos pecado contra ti.

G: Muéstranos, Señor, tu misericordia.

Todos: Y danos tu salvación.

G: Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

Todos: Amén.

 

Escuchamos la Palabra Habiendo marcado previamente el texto que se escuchará y puestos todos de pie, alguien toma la Biblia del altar familiar y proclama el evangelio de este domingo Mateo 16, 13-20. Si se prefiere se puede tomar el texto que transcribimos aquí abajo.

 

Del Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 16, 13-20

Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?»

Ellos le respondieron: «Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas».

«Y ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy?»

Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo».

Y Jesús le dijo: «Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo. Y yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la muerte no prevalecerá contra ella. Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo».

Entonces ordenó severamente a sus discípulos que no dijeran a nadie que él era el Mesías.

Palabra del Señor

 

Reflexionamos en familia

Se puede hacer una reconstrucción del evangelio, con preguntas para dialogar en familia. Además, puede leerse la siguiente reflexión:

 

En el evangelio de este domingo Jesús lanza a los discípulos la pregunta “¿quién dice la gente que soy yo?” para llegar a la pregunta que a él le interesa formular: “y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?”. La gente ya tiene una opinión formada sobre Jesús: Juan Bautista resucitado, Elías, que precede a la llegada del Mesías, o un profeta. Estas opiniones apuntan desde luego a la singularidad de la persona de Jesús, es alguien especial, pero ¿y para los discípulos?... Pedro se adelanta y responde afirmando que Jesús es el Mesías y el Hijo de Dios. Se trata de una respuesta “inspirad a”. Pedro no sabe en realidad su significado como mostrará el evangelio del próximo domingo, continuación de éste, donde Pedro sin entender cómo va a ser la entrega de Jesús, se niega a que el Señor vaya a la cruz. Esta respuesta de Pedro obedece a una inspiración de lo alto, no viene “de la carne y de la sangre”. Esta respuesta confirma a Pedro en una misión que se le encomienda y que, para llevarla adelante, necesitará saber el verdadero significado de la misma y no lo que él se imagina. Siguiendo a Jesús, día a día, irá comprendiendo el sentido de su respuesta inspirada y la responsabilidad de su misión de ser “piedra” de la Iglesia de Jesús, representada e insinuada en los apóstoles testigos de estas cosas. Entendiendo poco a poco el mesianismo de Jesús como entrega y servicio estará preparado para desempeñar su propia entrega y servicio. Llaves, atar y desatar: poder responsable que se traduce en un servicio eclesial a todos como primado en el orden de la fe, de la verdad, de la integridad evangélica y la caridad solícita, velando por el bien del rebaño del Buen Pastor.

Quien tiene las llaves de una casa tiene el poder sobre ella. Entra, sale, hace y deshace. La llave es signo, más que de poder, de una responsabilidad muy grande que hay que cumplir con auténtica fidelidad. Jesús otorga a Pedro una gran responsabilidad: “te daré las llaves del Reino de los Cielos”. Tener las llaves no es un privilegio sino una responsabilidad de servicio que Pedro tendrá que ir aprendiendo y que le llevará a entregar la vida como su Maestro y Señor, “Mesías Hijo de Dios vivo”. El poder reflejado en las llaves, conferido por Jesús a su Iglesia en la persona de Pedro, “piedra”, es el de abrir, “dar acceso”, al camino y al proyecto del Reino de Dios, así como “cerrarlo” a todo aquello que se aviene mal o lucha denodadamente contra este proyecto de vida nueva y plenitud que Dios nos ofrece.

Los seguidores de Jesús que aceptamos el evangelio tenemos como “roca” de salvación la confesión de fe que hace Pedro. Pero no es la confesión de un hombre solitario y cargado de responsabilidad personal para “atar y desatar”, porque tiene las “llaves” del Reino de los cielos. Es la confesión de una Iglesia a la que él representa. Porque la salvación de cada uno de los cristianos o de cualquier hombre o mujer, no dependen de Pedro tampoco, sino de la gracia y la misericordia de Dios, revelada en Jesucristo, y a quien Pedro confiesa.

Para concluir este momento de reflexión se propone cantar «Enmedio de los pueblos» Aquí.

En medio de los pueblos

 

En medio de los pueblos,

columna de verdad,

la Santa Iglesia se alza

cual mística ciudad.

 

¡Oh Cristo, sálvanos!

¡Señor, defiéndenos!1

¡Devuelve a la humanidad

tu paz y la unidad!

 

 

Su Jefe y Rey es Cristo,

su ley, la unidad,

su código divino,

la mutua caridad.

 

La Iglesia es el Misterio

viviente de Jesús,

en ella recibimos

su vida, fuerza y luz.

Confesamos nuestra fe

G: Como familia de Dios vamos a expresar con alegría nuestra de fe diciendo: «Creo, Señor»

 

Alguno de los presentes va proponiendo las fórmulas de fe, a las que todos responden.

 

Lector: En Dios Padre, creador del cielo y de la tierra…

Todos: «Creo, Señor»

 

Lector: En Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen…

Todos: «Creo, Señor»

 

Lector: En Jesucristo, que padeció bajo el poder de Poncio Pilato fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos…

Todos: «Creo, Señor»

 

Lector: En Jesucristo, que subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso, y que desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos…

Todos: «Creo, Señor»

 

Lector: En el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna…

Todos: «Creo, Señor»

Presentamos nuestra oración

G: Con la misma fe que expresó Pedro, pidámosle al Señor por nuestras necesidades. A cada intención respondemos: “Escucha Señor, la oración de tu pueblo”.

Lector:

Para que el Papa Francisco, como sucesor de Pedro, nos ayude con sus gestos y palabras a reafirmar la fe en Jesús, el Mesías, el Hijo de Dios vivo. Oremos.

Para que en nuestro país se trabaje con el compromiso de todos por la eliminación de las desigualdades e injusticias sociales. Oremos.

Para que los que sufren las consecuencias económicas que deja la pandemia, encuentren en la solidaridad de sus hermanos el rostro de un Dios que no los abandona. Oremos.

Para que los catequistas renueven su vocación de ser testigos del Señor y profetas de su Palabra. Oremos.

Para que cada uno de nosotros seamos piedras vivas en las que pueda edificarse la Iglesia en medio de del mundo. Oremos.

Quien lo desee, puede agregar intenciones.

 

Después, quien anima la oración, dice: Concluyamos nuestra celebración en familia, diciendo juntos la oración que Jesús enseñó a los apóstoles: Padre nuestro que estás en el cielo…

 

G: Oremos.

Dios Padre, fuente de sabiduría,

que en el humilde testimonio del apóstol Pedro

has puesto el fundamento de nuestra fe,

danos a todos los hombres la luz de tu Espíritu,

para que reconociendo en Jesús de Nazaret al Hijo de Dios vivo,

nos convirtamos en piedras vivas para la edificación de tu Iglesia.

Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Pedimos a Dios su bendición

Quien anima la oración, invocando la bendición de Dios, y santiguándose, dice:

El Señor nos bendiga,

nos defienda de todo mal

y nos lleve a la Vida eterna.

Y todos responden: Amén.

 

O bien:

 

Que nos bendiga y nos custodie

el Señor omnipotente y misericordioso,

 el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

Y todos responden: Amén.

 

Para terminarpodemos cantar: “Cantad a María” Aquí.

Cantad a María

Cantad a María la Reina del cielo,

del hombre consuelo, de Dios alegría.

 

/Cantad, cantad,

cantad a María./ (bis)

 

Cantad a María, la virgen sin mancha,

la llena de gracia, por Dios elegida.

 

 

Cantad a María, la estrella del alba,

que anuncia a las almas el Sol de alegría.

 

Cantad a María, que dio de su carne

el Cuerpo y la Sangre al Verbo de Vida.

 

Una vez que se ha pedido la bendición de Dios, la familia puede realizar alguna de las siguientes oraciones, preparadas especialmente para este tiempo de pandemia.

 

Invocación del Papa Francisco a San José

 

Protege, Santo Custodio, este país nuestro.

Ilumina a los responsables del bien común,

para que ellos sepan - como tú - cuidar a las personas

a quienes se les confía su responsabilidad.

Da la inteligencia de la ciencia a quienes buscan los medios adecuados para la salud

y el bienestar físico de los hermanos.

Apoya a quienes se sacrifican por los necesitados: l

os voluntarios, enfermeros, médicos,

que están a la vanguardia del tratamiento de los enfermos,

incluso a costa de su propia seguridad.

Bendice, San José, la Iglesia:

a partir de sus ministros, conviértela en un signo e instrumento de tu luz y tu bondad.

Acompaña, San José, a las familias:

con tu silencio de oración, construye armonía entre padres e hijos,

 especialmente en los más pequeños.

Preserva a los ancianos de la soledad:

asegura que ninguno sea dejado en la desesperación

por el abandono y el desánimo.

Consuela a los más frágiles,

alienta a los que flaquean, intercede por los pobres.

Con la Virgen Madre, suplica al Señor

que libere al mundo de cualquier forma de pandemia.

Amén.

 

Invocación a la protección de

San José Gabriel del Rosario Brochero

 

Señor, de quien procede todo don perfecto,

Tú esclareciste a San José Gabriel del Rosario,

por su celo misionero, su predicación evangélica

y su vida pobre y entregada;

concede con su intercesión, la gracia que te pedimos:

por su entrega en la asistencia de los enfermos y moribundos

de la epidemia de cólera que azotó a la ciudad de Córdoba,

te pedimos por nuestra Patria y el mundo entero,

líbranos de la actual pandemia y de todo mal.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén

 

 

 

 

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