domingo, 2 de agosto de 2020

CELEBRAR Y ORAR EN TIEMPO DE PANDEMIA - Domingo XVIII tiempo durante el año Ciclo A


La siguiente es una guía para poder celebrar en nuestras casas, en este tiempo de pandemia.
Los textos que están en rojo (rúbricas) no son para leer en voz alta y tienen la función de dar algunas indicaciones sobre lo que hay que ir haciendo. De acuerdo a las posibilidades de la persona y/o grupo familiar se realizará todos o algunos de los momentos celebrativos propuestos.



Para preparar antes de la celebración:
- Un lugar cómodo que permita el recogimiento y la oración familiar.
- Un pequeño altar con los elementos que a la familia le son significativos: un mantel, una vela encendida, una cruz, la imagen de la Virgen María, etc.
- Una Biblia desde la cual se proclamará el Evangelio.

Iniciamos la celebración

JESUCRISTO ES EL PAN DE LA VIDA

Jesucristo es el Pan de la Vida
que conforta al hombre en su historia.
Proclamemos al mundo sin miedo:
quien comparte reparte, y le sobra... (Bis)

La montaña se colma de gente,
cinco mil a Jesús lo seguían;
El reparte los panes y peces
que un muchacho gustoso ofrecía.
Le dio gracias al Padre del cielo
y después que ya todos comieron,
les pidió que recojan las sobras,
doce cestos repletos trajeron.

Solo el Padre da el pan verdadero
que da vida y sentido a este mundo.
Pan de Dios que se torna fecundo
es el Pan de que desciende del cielo.
"Danos siempre este pan", le dijeron.
"Yo soy el Pan que ha bajado del cielo"
a colmar al hambriento que crea
y saciar para siempre su anhelo.

Esta Cena que es Mesa de Vida,
puede ser también de condena:
cuando unos padecen el hambre,
y otros solos aparte se llenan.
No desprecien, hermanos queridos,
no dividan así la Asamblea:
quien comulga con este pecado,
es al mismo Jesús que desprecia

Luego el adulto que guía la celebración (G) invita a todos a hacerse la señal de la cruz, mientras dicen:
Todos: En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

G: Familia, bendigamos al Señor, que en su bondad nos invita a compartir la mesa de su Palabra.
Todos responden: Bendito sea Dios, por los siglos.
Y continúa: Jesús nos reconcilia y nos da su paz. Comencemos esta celebración pidiendo perdón por todas nuestras faltas de amor y de justicia.


Todos hacen un breve momento de silencio, y a continuación el que guía la celebración dice:
G: Tú, que te compadeces de los pobres y los que sufren. Señor, ten piedad
Todos: Señor, ten piedad.

G: Tú, que nos cuidas con tu providencia. Cristo, ten piedad.
Todos: Cristo, ten piedad.

G: Tú, que nos llamas multiplicar el pan de la caridad. Señor, ten piedad.
Todos: Señor, ten piedad.

G: Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
Todos: Amén.

Escuchamos la Palabra
Habiendo marcado previamente el texto que se escuchará y puestos todos de pie, alguien toma la Biblia del altar familiar y proclama el evangelio de este domingo Mateo 14, 13-21. Si se prefiere se puede tomar el texto que transcribimos aquí abajo.

Del Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 14, 13-21

Jesús se alejó en una barca a un lugar desierto para estar a solas. Apenas lo supo la gente, dejó las ciudades y lo siguió a pie. Cuando desembarcó, Jesús vio una gran muchedumbre y, compadeciéndose de ella, sanó a los enfermos.
Al atardecer, los discípulos se acercaron y le dijeron: «Éste es un lugar desierto y ya se hace tarde; despide a la multitud para que vaya a las ciudades a comprarse alimentos».
Pero Jesús les dijo: «No es necesario que se vayan, denles de comer ustedes mismos».
Ellos respondieron: «Aquí no tenemos más que cinco panes y dos pescados».
«Tráiganmelos aquí», les dijo. Y después de ordenar a la multitud que se sentara sobre el pasto, tomó los cinco panes y los dos pescados, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes, los dio a sus discípulos, y ellos los distribuyeron entre la multitud.
Todos comieron hasta saciarse y con los pedazos que sobraron se llenaron doce canastas. Los que comieron fueron unos cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños.
Palabra del Señor

Reflexionamos en familia
Se puede hacer una reconstrucción del evangelio, con preguntas para dialogar en familia. Además, puede leerse la siguiente reflexión:

Hoy somos esa multitud que rodea a Jesús: desde nuestros hogares, cada uno desde estas plataformas y redes que hemos comenzado a incorporar en nuestras vidas: tablet, celulares, la computadora, WhatsApp, Facebook, Instagram, Zoom, Meet… y la lista podría seguir seguramente; nos hemos hechos “amigables” con una tecnología que nos “conecta” con el Amigo. Somos esa “gente” que hoy rodea, (e incluso “acosa”) un poco a Jesús, porque estamos interesados en escucharlo, porque hemos acomodado nuestras agendas para pasar un tiempo con él… porque la actual situación nos ha hecho olvidar de nuestras urgencias y necesidades… o si se quiere, ha relativizado todo poniendo en primer lugar al Señor. Y Jesús nos sorprenderá nuevamente. Porque no es un predicador que viene a llenar sin más nuestro espacio, en medio de la TV y Netflix, sino que viene a ocuparse de nosotros. No llenará nuestras cabezas de discursos y palabras… viene a darnos sus Reino; y en esta nueva realidad, también hoy, están primero las personas y sus necesidades.
El Reino de Dios que anuncia Jesús tiene que ver con todo esto, con lo que les pasa en ese momento, con lo que necesita la gente. Las cosas de Jesús y del Reino no son simples teorías, o doctrina, ni están alejadas de su realidad concreta. Tienen que ver con su ahora. Y AHORA algunos están enfermos, y muchos tienen hambre.
Volvamos al Evangelio. Jesús está cansado. Y podemos dar por supuesto que también está triste e impactado porque acaban de matar a Juan Bautista. Y pretendía estar a solas con sus amigos más íntimos para comprender, interpretar y dejarse cuestionar por lo que ha pasado. Jesús profundiza en las cosas, en los acontecimientos. No se limita al chismorreo de la noticia, a quejarse contra Herodes, a hacer un acto público de condena: se pregunta qué significa aquello, cómo le afecta, cuál ha de ser su reacción... No le costará darse cuenta de que a partir de ahora el centro de atención y de acoso será él...
Sin embargo, su cansancio, su tristeza y su necesidad de reflexionar y estar un poco a solas... no le impide darse cuenta de la necesidad de la gente, sentir compasión y hacer algo por ella. No dice, hace. La palabra que ha elegido Mateo no es ni «lástima» ni «pena»: es “compasión”, que significa sufrir con ellos y buscar una solución (actuar): es la misma palabra que había usado antes en unas de las bienaventuranzas. Los discípulos, que andaban también escuchando a Jesús, se dan cuenta de que se ha hecho tarde, y del hambre de la gente (seguramente también ellos están deseando que los dejen tranquilos) y le piden a Jesús que termine ya con su actividad.
Los criterios de los discípulos no son los criterios de Jesús. Como los criterios de la sociedad, en general, y su modo de resolver los problemas, no tendrían que ser exactamente los criterios de los cristianos. Jesús nos habla continuamente de COMUNIÓN, de COMPARTIR, de construir COMUNIDAD, de ponerse al lado de los débiles, enfermos y necesitados... Si los “echamos”, si les decimos que vayan a “comprarse” (el dinero lo primero que hace es establecer diferencias, entre quien tiene/no tiene, tiene más/tiene menos), si pensamos que no es problema nuestro... es que no nos hemos enterado de nada de lo que Jesús ofrece y pretende de nosotros.
No es muy difícil partir de esta reflexión para volver nuestra mirada a lo que está pasando en nuestro mundo y en nuestras comunidades, por culpa de esta pandemia: soledad, hambre, desempleo, abusos, injusticia, explotación... Para preguntarnos serenamente y seriamente lo que nos pide el Señor como cristianos, como comunidades, como Iglesia. No hacerlo así supondría desvirtuar el Evangelio y hacerlo «increíble» para la gente de hoy. Y sería falsear la Eucaristía.

Cinco Panes Y Dos Peces

Yo soy un mendigo de tu gracia,
Soy solo un ladrón de tu amor.
Perderte seria mi desgracia,
No te vayas nunca mi Señor.

/Señor tengo cinco panes y dos peces,
Y veo tanto hambre a mi alrededor,
Lo pongo en tus manos,
dale de comer a mis hermanos.
Aquí esta tu siervo mi Señor

Y cuando te pierdo, pierdo la calma,
Soy un débil que se protege en Dios.
En tu amor se limpia toda mi alma,
Soy un ambicioso lléname de voz.

Confesamos nuestra fe
G: Como familia de Dios vamos a expresar con alegría nuestra de fe diciendo: «Creo, Señor»

Alguno de los presentes va proponiendo las fórmulas de fe, a las que todos responden.

Lector: En Dios Padre, creador del cielo y de la tierra…
Todos: «Creo, Señor»

Lector: En Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen…
Todos: «Creo, Señor»

Lector: En Jesucristo, que padeció bajo el poder de Poncio Pilato fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos…
Todos: «Creo, Señor»

Lector: En Jesucristo, que subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso, y que desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos…
Todos: «Creo, Señor»

Lector: En el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna…
Todos: «Creo, Señor»

Presentamos nuestra oración
G: Dios, nuestro Padre, está siempre cerca de aquellos que lo invocan. Pidamos confiados por nuestras necesidades y las de nuestros hermanos. A cada intención respondemos: “¡Danos siempre de tu Pan!”.

Lector:
Para que la Iglesia, en medio de los problemas y dificultades de la vida contemporánea, invite sin fatiga a alimentarnos de tu Palabra y de tu Pan, te pedimos…

Para que todos los párrocos que esta semana celebrarán su día renueven su compromiso de anunciarte sintiéndose acompañados por sus comunidades, te pedimos…

Para que los gobernantes respondan con planes concretos para resolver el problema de los que sufren por falta de justicia en la distribución de los alimentos y bienes que produce la tierra, te pedimos…

Para que tantos hermanos y hermanas que están buscando pan y trabajo y se confían a tu amor providente, puedan encontrar solución a sus necesidades, te pedimos…

Para que todos nosotros seamos conscientes en medio de las dificultades, que nada tiene poder para apartarnos de tu amor, te pedimos…

Después, quien anima la oración, dice:
Concluyamos nuestra celebración en familia, diciendo juntos la oración que Jesús enseñó a los apóstoles: Padre nuestro que estás en el cielo…

G:
Oremos
Derrama, Padre, tu misericordia
sobre tu pueblo suplicante,
y ya que nos gloriamos de tenerte por Creador y Señor,
renueva en nosotros tu gracia y consérvala en tu bondad.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.

G: Oremos.
Padre, fuente de sabiduría,
que nos has revelado en Cristo el tesoro escondido y la perla preciosa,
concédenos el discernimiento del Espíritu,
para que sepamos apreciar entre las cosas del mundo
el valor inestimable de tu Reino,
dispuestos a renunciar a todo para obtener tu don.
Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Pedimos a Dios su bendición
Quien anima la oración, invocando la bendición de Dios, y santiguándose, dice:
El Señor nos bendiga,
nos defienda de todo mal
y nos lleve a la Vida eterna.
Y todos responden: Amén.

O bien:

Que nos bendiga y nos custodie
el Señor omnipotente y misericordioso,
 el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
Y todos responden: Amén.


En medio de los pueblos

En medio de los pueblos,
columna de verdad,
la Santa Iglesia se alza
cual mística ciudad.

¡Oh Cristo, sálvanos!
¡Señor, defiéndenos!1
¡Devuelve a la humanidad
tu paz y la unidad!

Su Jefe y Rey es Cristo,
su ley, la unidad,
su código divino,
la mutua caridad.

La Iglesia es el Misterio
viviente de Jesús,
en ella recibimos
su vida, fuerza y luz.


Una vez que se ha pedido la bendición de Dios, la familia puede realizar alguna de las siguientes oraciones, preparadas especialmente para este tiempo de pandemia.

Invocación del Papa Francisco a San José

Protege, Santo Custodio, este país nuestro.
Ilumina a los responsables del bien común,
para que ellos sepan - como tú - cuidar a las personas
a quienes se les confía su responsabilidad.
Da la inteligencia de la ciencia a quienes buscan los medios adecuados para la salud
y el bienestar físico de los hermanos.
Apoya a quienes se sacrifican por los necesitados: l
os voluntarios, enfermeros, médicos,
que están a la vanguardia del tratamiento de los enfermos,
incluso a costa de su propia seguridad.
Bendice, San José, la Iglesia:
a partir de sus ministros, conviértela en un signo e instrumento de tu luz y tu bondad.
Acompaña, San José, a las familias:
con tu silencio de oración, construye armonía entre padres e hijos,
 especialmente en los más pequeños.
Preserva a los ancianos de la soledad:
asegura que ninguno sea dejado en la desesperación
por el abandono y el desánimo.
Consuela a los más frágiles,
alienta a los que flaquean, intercede por los pobres.
Con la Virgen Madre, suplica al Señor
que libere al mundo de cualquier forma de pandemia.
Amén.

Invocación a la protección de
San José Gabriel del Rosario Brochero

Señor, de quien procede todo don perfecto,
Tú esclareciste a San José Gabriel del Rosario,
por su celo misionero, su predicación evangélica
y su vida pobre y entregada;
concede con su intercesión, la gracia que te pedimos:
por su entrega en la asistencia de los enfermos y moribundos
de la epidemia de cólera que azotó a la ciudad de Córdoba,
te pedimos por nuestra Patria y el mundo entero,
líbranos de la actual pandemia y de todo mal.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén







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