Jueves de la 16ª semana
LA GRACIA INFINITA DE CRISTO
Mosaico de Cristo Pantocrátor - Basílica de Santa Sofía (Estambul) |
Dios le da el espíritu
sin medida (Jn 3, 54).
Una cosa se da a
alguien para que la posea. Poseer al Espíritu Santo conviene a Cristo en cuanto
Dios y en cuanto hombre. En cuanto hombre, porque él santifica; en cuanto Dios,
sólo manifestando que el Espíritu Santo procede de él; y de los dos modos
Cristo posee al Espíritu Santo sin medida.
En Cristo se da una
triple gracia: gracia de unión, gracia habitual, que es personal al individuo,
y gracia capital, que es un poder de influencia; y Cristo las recibió todas sin
medida.
La gracia de unión se
da a Cristo, por cuanto la naturaleza humana de Cristo está unida a la persona
del Hijo de Dios. Y como la naturaleza divina es infinita, se sigue que por la
misma unión recibió un don infinito.
La gracia habitual se
entiende por cuanto el alma de Cristo estuvo llena de gracia y de sabiduría. Se
dice que Cristo la recibió sin medida por tres razones:
1º) Por parte del que
la recibe. Cuando a una naturaleza no se le da el bien divino según la
capacidad natural de su especie, se dice que se le dio sin medida; pero aun
cuando es llenada toda su capacidad natural, no parece que se le da con medida;
porque aunque existe medida por parte del recipiente, no la hay, sin embargo,
por parte del donante, si está dispuesto a darlo todo. Si uno va a sacar agua
del río con una vasija, encuentra agua sin medida, aunque la saque con medida a
causa de la capacidad limitada de la vasija.
2º) Por parte del don
recibido. La gracia habitual de Cristo, finita según su esencia, se dice haber
sido recibida sin término ni medida, porque Cristo recibió todo lo que puede
pertenecer a la esencia de la gracia. Ningún otro recibe todo, sino uno de una
manera y otro de otra.
3º) Por parte de la
causa. Una causa contiene en cierto modo el efecto. Luego todo ser que tiene
una causa de un poder infinito de influencia, se dice que posee sin medida
aquello que él influye, de algún modo, infinitamente. Si alguno, por ejemplo,
poseyese una fuente que pudiera dar agua en cantidad infinita, se podría decir
que tiene agua infinitamente y sin medida. Del mismo modo el alma de Cristo
posee gracia infinita y sin medida, porque posee al Verbo unido a ella, el cual
Verbo es principio infinito e inagotable de toda emanación de las criaturas.
Aquí se ve que la
gracia de Cristo llamada capital es infinita en cuanto al poder de influencia.
Por lo mismo que posee el principio de efusión sin medida, de los dones del
Espíritu Santo, recibió virtud de derramarlos sin medida, de modo que la gracia
de Cristo basta, no sólo para la salvación de algunos hombres, sino para los
hombres del mundo entero, y aun de muchos mundos, si existieren.
(In Joan III).
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