lunes, 20 de julio de 2020

Meditaciones del tiempo ordinario con textos de Santo Tomás de Aquino 112


Lunes de la 16ª semana

LA NEGLIGENCIA

Negligencia - Daniel Thomas Egerton

1º) La negligencia es pecado.

La negligencia implica falta de la debida solicitud; y todo defecto del acto debido tiene razón de pecado; luego, la negligencia tiene razón de pecado; y como la solicitud es acto de virtud especial, necesariamente la negligencia es pecado especial.

En todo pecado necesariamente debe haber defecto acerca de un acto de la razón, como el defecto del consejo y otros semejantes; por lo cual, así como la precipitación es un pecado especial a causa del acto especial de la razón, del que se prescinde, esto es, el consejo, aunque pueda hallarse en cualquier género de pecados, así la negligencia es pecado especial por el defecto del acto especial de la razón, que es la solicitud, aun cuando se halle de algún modo en todos los pecados.

Son propiamente materia de la negligencia las obras buenas que alguien debe practicar; no porque las mismas sean buenas cuando se hacen negligentemente, sino porque a causa de la negligencia se produce en ellas el defecto de bondad, ya se omita totalmente el acto debido por falta de solicitud, ya también alguna circunstancia debida del acto.

2º) La negligencia se opone a la prudencia.

La negligencia se opone directamente a la solicitud, mas la solicitud pertenece a la razón; y su rectitud, a la prudencia. Luego la negligencia pertenece a la imprudencia por oposición. La negligencia no es lo mismo que pereza o indolencia, que pertenece a la acidia, pues la negligencia consiste en el defecto del acto interior, al que también pertenece la elección; mas la pereza y el entorpecimiento más bien corresponden a la ejecución, de tal modo, sin embargo, que la pureza implica tardanza en ejecutar, y la indolencia cierta remisión en la misma ejecución.

Se dice en el Eclesiastés: El que teme a Dios, nada desprecia (7, 19), pues el temor de Dios conduce a evitar todo pecado, como se lee en los Proverbios: Por el temor de Dios todos se desvían del mal (Prov 15, 27). Por esto, el temor hace evitar la negligencia, no porque la negligencia se oponga directamente al temor, sino en cuanto el temor excita al hombre a los actos de la razón. Por lo cual se ha dicho que el temor incita a tomar consejo.


3º) La negligencia puede ser pecado mortal. Esto se deduce de estas palabras: Quien menosprecia su camino, incurrirá en la muerte (Prov 19, 16).

La negligencia proviene de cierto relajamiento de la voluntad, por el cual ocurre que la razón no es inducida a mandar lo que debe. Si lo que se omite por negligencia es de necesidad para la salvación, será pecado mortal. De otro modo puede también ser pecado mortal por parte de la causa; si la voluntad es tan remisa en las cosas de Dios que carezca totalmente de la caridad de Dios, tal negligencia es pecado mortal, principalmente cuando la negligencia es efecto del desprecio. En cambio, si la negligencia consiste en la omisión de algún acto o circunstancia que no son necesarios para la salvación, y esto no se hace por desprecio, sino por falta de fervor, entonces no es mortal sino venial.
(2ª 2ae , q. LIV, a. 1-3).

No hay comentarios:

Publicar un comentario