Lunes de la 16ª semana
LA NEGLIGENCIA
Negligencia - Daniel Thomas Egerton |
1º) La negligencia
es pecado.
La negligencia
implica falta de la debida solicitud; y todo defecto del acto debido tiene
razón de pecado; luego, la negligencia tiene razón de pecado; y como la
solicitud es acto de virtud especial, necesariamente la negligencia es pecado
especial.
En todo pecado
necesariamente debe haber defecto acerca de un acto de la razón, como el
defecto del consejo y otros semejantes; por lo cual, así como la precipitación
es un pecado especial a causa del acto especial de la razón, del que se
prescinde, esto es, el consejo, aunque pueda hallarse en cualquier género de
pecados, así la negligencia es pecado especial por el defecto del acto especial
de la razón, que es la solicitud, aun cuando se halle de algún modo en todos
los pecados.
Son propiamente
materia de la negligencia las obras buenas que alguien debe practicar; no
porque las mismas sean buenas cuando se hacen negligentemente, sino porque a
causa de la negligencia se produce en ellas el defecto de bondad, ya se omita
totalmente el acto debido por falta de solicitud, ya también alguna
circunstancia debida del acto.
2º) La negligencia
se opone a la prudencia.
La negligencia se
opone directamente a la solicitud, mas la solicitud pertenece a la razón; y su
rectitud, a la prudencia. Luego la negligencia pertenece a la imprudencia por
oposición. La negligencia no es lo mismo que pereza o indolencia, que pertenece
a la acidia, pues la negligencia consiste en el defecto del acto interior, al
que también pertenece la elección; mas la pereza y el entorpecimiento más bien
corresponden a la ejecución, de tal modo, sin embargo, que la pureza implica
tardanza en ejecutar, y la indolencia cierta remisión en la misma ejecución.
Se dice en el
Eclesiastés: El que teme a Dios, nada desprecia (7, 19), pues el temor de Dios
conduce a evitar todo pecado, como se lee en los Proverbios: Por el temor de
Dios todos se desvían del mal (Prov 15, 27). Por esto, el temor hace evitar la
negligencia, no porque la negligencia se oponga directamente al temor, sino en
cuanto el temor excita al hombre a los actos de la razón. Por lo cual se ha
dicho que el temor incita a tomar consejo.
3º) La negligencia
puede ser pecado mortal. Esto se deduce de estas palabras: Quien menosprecia su
camino, incurrirá en la muerte (Prov 19, 16).
La negligencia
proviene de cierto relajamiento de la voluntad, por el cual ocurre que la razón
no es inducida a mandar lo que debe. Si lo que se omite por negligencia es de
necesidad para la salvación, será pecado mortal. De otro modo puede también ser
pecado mortal por parte de la causa; si la voluntad es tan remisa en las cosas
de Dios que carezca totalmente de la caridad de Dios, tal negligencia es pecado
mortal, principalmente cuando la negligencia es efecto del desprecio. En
cambio, si la negligencia consiste en la omisión de algún acto o circunstancia
que no son necesarios para la salvación, y esto no se hace por desprecio, sino
por falta de fervor, entonces no es mortal sino venial.
(2ª 2ae , q. LIV, a.
1-3).
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