Jueves de la 13ª semana
DIFERENCIA ENTRE EL PECADO VENIAL Y EL PECADO MORTAL
I. La diferencia del
pecado venial y mortal es consecuencia de la diversidad del desorden que
completa la razón de pecado; porque hay dos clases de desorden: una por la
substracción del principio del orden, y otra por la que, aun salvo el principio
de orden, hay desorden acerca de lo posterior al principio; como en el cuerpo
del animal a veces el desconcierto de la complexión llega hasta la destrucción
del principio vital, que es la muerte; pero otras, salvo el principio de la
vida, hay cierto desorden en los humores, constitutivo de la enfermedad.
II. El principio de
todo orden en lo moral es el fin último, que en las cosas operativas es como el
principio indemostrable en las especulativas; y por consiguiente, cuando el
alma se desordena por el pecado hasta apartarse del último fin, que es Dios, a
quien se une por la caridad, entonces hay pecado mortal; pero cuando el
desorden no llega hasta la aversión a Dios, entonces hay pecado venial. Pues
así como en los cuerpos el desorden de la muerte, que se verifica por la
remoción del principio de vida, es irreparable por naturaleza, pero el desorden
de la enfermedad puede repararse por aquellos medios con que se salva el
principio de la vida; así también sucede en las cosas que atañen al alma,
puesto que, en las cosas especulativas, al que yerra acerca de los principios
no se le puede persuadir, pero al que yerra salvando los principios, por los
mismos principios se le puede sacar de su error.
Del mismo modo
ocurre en las cosas prácticas; el que pecando se aparta del último fin, por
cuanto es de la naturaleza del pecado, tiene una caída irreparable, y por eso
se dice que peca mortalmente, y debe ser castigado eternamente. Mas el que peca
sin apartarse del todo de Dios, por la misma razón de pecado se desordena pero
se salva el principio; y por tanto se dice que peca venialmente, es decir,
porque no peca de modo que merezca pena interminable.
(1ª 2ae , q. LXXII,
a. 5)
III. El pecado
mortal es, por un lado, semejante a la muerte, y por otro, semejante a la
enfermedad. En cuanto separa de Dios, que es la vida, tiene semejanza de
muerte, y ésta es muerte primera. Pero por cuanto deja una posibilidad de
retornar a la vida, tiene semejanza de enfermedad, la cual conduce a la muerte
de la condenación, que es la muerte segunda. Ésta tiene semejanza absoluta con
la muerte, ya que por ella el hombre se separa de Dios, y es imposible el
regreso a la vida de la gracia. Pues así como en las enfermedades corporales
unas son curables y otras no (en cuanto depende de la naturaleza de la
enfermedad) y estas últimas se llaman enfermedades mortales, así también los
pecados, unos son mortales porque de por sí son irremisibles. Se dice que el
pecado es mortal por razón de la muerte primera; y también pecado para la
muerte, por razón de la muerte segunda.
(2, Dist. 43, q. I,
a. 3)
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