domingo, 28 de junio de 2020

10 frases de San Ireneo de Lyon para reflexionar




·        “La gloria de Dios es el hombre vivo”.

·        “No debería buscarse en otros la verdad que puede encontrarse fácilmente en la Iglesia, pues en ella, como en un rico tesoro, depositaron los apóstoles todo lo relativo a la verdad, para que todos pudieran beber de este brebaje de vida. La Iglesia es la puerta a la vida”.

·        “La obligación del cristiano no es más que la de estar en constante preparación para la muerte”.

·        “El error no se manifiesta tal cual es, por temor de que, apareciendo desnudo, sea reconocido; sino que, adornándose artificiosamente de un vestido de verosimilitud, obra de modo que aparece a los ojos de los ignorantes más verdadero que la verdad misma”.

·        “De la misma manera que nos hicimos deudores de Dios por medio del árbol, recibamos también por medio del árbol la remisión de nuestra deuda”.

·        “La predicación de la Iglesia presenta por todas partes una inconmovible solidez, manteniéndose idéntica a sí misma y beneficiándose, como lo hemos manifestado, del testimonio de los profetas, de los apóstoles, y de todos sus discípulos”.


·        “Antes de Valentín no hubo discípulos de Valentín, ni antes de Marción discípulos de Marción; ni existían tampoco los demás defensores de falsas opiniones, que hemos enumerado anteriormente, antes de que aparecieran los iniciadores en los misterios e inventores de sus extravagancias”.

·        “El Hijo de Dios se hizo hijo del hombre, para que el hijo del hombre llegue a ser hijo de Dios”.

·        “El vientre de María, nuestra Madre Inmaculada, está “totalmente intacto, sin labrar ni sembrar más que por el rocío del Cielo; da a luz al Salvador, proporciona a los mortales con el Pan de los ángeles y el alimento de la vida eterna”.

·        “Porque así como el pan que procede de la tierra al recibir la invocación de Dios ya no es pan común, sino Eucaristía, compuesta de dos elementos, terreno y celestial, así también nuestros cuerpos, al recibir la Eucaristía, ya no son corruptibles, sino que tienen la esperanza de la resurrección eterna”.

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