Para hacer oración familiar, dejamos todos previsto: apagamos los celulares y la pantalla, sin prisa por la comida, generamos un ambiente de silencio, etc. De este modo seremos una Iglesia en el hogar.
Se reúne la familia en una sala de la casa en torno una mesa, cubierta con un mantel morado o blanco, colocamos un crucifijo, una imagen de la Sagrada Familia o de la Virgen María, y en el centro la Biblia junto a una vela encendida. Los padres, o uno de ellos, son los responsables de guiar a los hijos en este momento de oración para entrar en alabanza y diálogo con Dios.
1. + Señal de la cruz
2. Ven, Espíritu Santo. Tú derramas sobre nosotros los siete dones;
Tú, dedo de la diestra del Padre; Tú, fiel promesa del Padre; que inspiras
nuestras palabras. Ilumina nuestros sentidos; infunde tu amor en nuestros
corazones; y, con tu perpetuo auxilio, fortalece la debilidad de nuestro
cuerpo.
3. En presencia de Dios, pedimos perdón:
· Señor, ten misericordia
de nosotros.
(Respondemos) Porque hemos pecado contra ti.
· Muéstranos, Señor,
tu misericordia.
(Respondemos) Y danos tu salvación.
4. Proclamamos el evangelio de Jesucristo según san Juan 16,16-20.
Catequesis para mayores de 12 años
En estos días, vemos
como Pablo sigue evangelizando. Todos los sábados, Pablo discutía en la
sinagoga y trataba de persuadir tanto a judías como a paganos.
Nuevamente la gracia
alcanza el corazón de un hogar familiar sediento del verdadero Dios. Crispo, el
jefe de la sinagoga, creyó en el Señor, junto con toda su familia. También
muchos habitantes de Corinto, que habían escuchado a Pablo, abrazaron la fe y
se hicieron bautizar. Éste es el fervor evangélico del Apóstol de los gentiles
en la naciente Iglesia.
San Juan evangelista
nos sigue iluminando con sus palabras que deslumbran y a la vez encandilan a la
hora de entenderlas. Dentro de poco ya no me verán, y poco después, me volverán
a ver. Por un lado, el Señor Jesús se refiere a su Pascua de muerte y
resurrección y por otro, se refiere al tiempo intermedio de espera y
persecución entre la Ascensión al Padre y su Segunda venida. Así lo afirma san
Agustín: “Es una promesa que se dirige a toda la Iglesia. Este poco de tiempo
nos parece bien largo, porque dura todavía, pero cuando haya pasado,
comprenderemos entonces cuán corto fue”.
Les aseguro que
ustedes van a llorar y se van a lamentar, pero el mundo, se alegrará. Ustedes
estarán tristes, pero esa tristeza se convertirá en gozo. Estamos en medio de
un mundo que desprecia y persigue a Jesucristo, pero el Resucitado es la
esperanza cierta para el Gozo eterno.
Es un Evangelio que
nos habla de la cruz y de la persecución por ser de Cristo, y que a la vez nos
renueva la fortaleza y la alegría por la victoria final del Resucitado. Esta
fue la experiencia que vivieron los mártires mexicanos de principios del siglo
XX.
Santo del día: San
Cristóbal Magallanes, sacerdote y mártir. En la ciudad de Catatlán,
en el territorio de Guadalajara en México, santos Cristóbal Magallanes Jara y
Agustín Caloca Cortés, presbíteros y mártires, que durante la persecución
mexicana obtuvieron la corona del martirio. († 1927)
Cristóbal nació en Jalisco en 1869. De muy humilde origen, ingresó
en su juventud al seminario y fue ordenado presbítero en 1899. Fue párroco de
su pueblo natal, se distinguió por su vida limpia y una intensa labor social.
Para atender las vocaciones sacerdotales de esa región, estableció en su
parroquia, a partir de 1916, un seminario auxiliar. Organizó centros de
catecismo, habilitó escuelas en rancherías y promovió la construcción de una
presa para favorecer el riego de la región y regalaba maíz. Estaba consciente
de la obra social de la Iglesia y procuraba atender las consignas del Papa León
XIII, por ello, fundó cooperativas y sindicatos; estableció talleres de
carpintería y zapatería, introdujo maquinaria y ayudó al establecimiento de una
planta de luz eléctrica para el uso de molinos; misionó entre indios huicholes
cuyo acceso aún sigue siendo muy difícil; llevaba víveres y ropa a las
comunidades indígenas, algunas de las cuales.
Desde 1926 hasta 1929, el gobierno mexicano encabezado por Plutarco
Elías Calles comenzó una cruel y sangrienta persecución contra el pueblo
católico. Nadie es capaz de explicar adecuadamente el odio extremo e irracional
de Calles contra la Iglesia. La ideología de la masonería atea había carcomido
a quienes ostentaban el poder civil y éstos se lanzaron a una carnicería de
todos aquellos que profesaban públicamente la fe en Jesucristo. Ante esa
matanza, la prohibición de los sacramentos y los sacrilegios cometidos, los
mexicanos del pueblo fiel realizaron una heroica resistencia por la cual se los
llamó “cristeros”, dado que ponían su única esperanza en el reinado de Cristo.
Muchos se levantaron en armas para defender la libertad religiosa al grito
¡Viva Cristo Rey! 30.000 cristeros murieron defendiendo la fe.
El 21 de mayo de 1927, mientras que el padre Cristóbal desempeñaba
sus labores apostólicas, un grupo de militares encabezados por el general de
brigada, lo capturó junto al sacerdote encargado del seminario. Acusado de
sedición, el párroco desmintió los cargos presentando un artículo de su puño y
letra, publicado un poco antes, donde exhortaba a sus feligreses a mantener la
calma: “La religión ni se propagó ni se ha de conservar por medio de las armas.
Ni Jesucristo, ni los apóstoles, ni la Iglesia han empleado la violencia con
este fin. Las armas de la Iglesia son el convencimiento y la persuasión por
medio de la palabra.” Sin embargo los grupos anticlericales lo consideraron
promotor de una supuesta rebelión.
Dos días después fueron trasladados a Momax, Zacatecas, y la mañana
siguiente, sin ningún juicio, fueron fusilados en el patio de la presidencia
municipal. Antes de ser ejecutado, el señor cura Magallanes distribuyó sus
pertenencias entre los soldados del pelotón. Después ambos sacerdotes se dieron
la absolución sacramental. El señor cura pidió permiso para decir lo siguiente:
“Soy y muero inocente, perdono de corazón a los autores de mi muerte y pido a
Dios que mi sangre sirva para la paz de los mexicanos desunidos”.
Fueron miles los fieles del pueblo, consagrados y laicos, que
sufrieron el martirio por defender su fe católica. El 21 de mayo del año 2000,
san Juan Pablo II proclamó santos a 25 de ellos, la mayoría eran sacerdotes,
entre los que se cuenta a san Cristóbal Magallanes y compañeros mártires.
Oración: “San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla. Sé
nuestro amparo contra las perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios,
pedimos suplicantes, y tu príncipe de la milicia celestial arroja al infierno
con el divino poder a 6 Satanás y a los otros espíritus malignos que andan
dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén.”
Catequesis para menores de 12 años
· Se proclama el
evangelio y se ayuda a los niños a recomponer el relato, buscando los detalles.
· Se explica desde
las ideas centrales de la catequesis de adultos (el texto anterior).
· Reflexionamos las
palabras: “Ustedes estarán tristes, pero esa tristeza se convertirá en gozo.”
· En silencio
meditamos con el corazón el significado de estas palabras y las compartimos.
Oración: Ángel de mi guarda, dulce compañía, no me desampares ni de
noche ni de día. No me dejes solo que me perdería. Hasta que alcance los brazos
de Jesús, María y José.
5. Cada uno de
la familia dice una acción de gracias.
Dios Padre, te damos gracias por … .
6. Ahora, cada
uno hace una petición.
Dios misericordioso, te pedimos por ... .
7.
Presentación de las ofrendas. En la Pascua, Jesús se ofrece como cordero
sacrificado al Padre por nosotros. Ahora nosotros, unidos a Cristo, también
podemos hacernos Eucaristía. En este momento, cada uno de la familia, dice cuál
es la ofrenda que le presenta a Dios. Ejemplos: ayudar en casa, estudiar, rezar
alguna oración, llamar a alguien para saludarlo, hacer un pequeño sacrificio,
estar al servicio, etc..
8. Oramos como
Jesús nos enseñó:
Padre nuestro…
9. Nos damos
la Paz del Señor, como gesto de amor.
10. Oramos a
nuestra Madre:
Dios te salve María…
11. Comunión
espiritual:
Creo, Jesús mío, que estás en el Santísimo Sacramento; te amo sobre
todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Ya que ahora no puedo hacerlo
sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. (breve silencio).
Y ahora, como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno todo a
Ti. No permitas, Señor, que jamás me separe de ti.
12. Oremos: Dios misericordioso, concédenos experimentar en todo
tiempo los frutos del misterio pascual que hoy celebramos. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es
Dios, por los siglos de los siglos. Amén. Sagrada Familia de Nazaret: Ruega por
nosotros.
13. Los padres
se bendicen entre ellos y bendicen a los hijos, haciendo una cruz en la frente.
Nos hacemos la Señal de la cruz diciendo: + El Señor nos bendiga, nos guarde de
todo mal y nos lleve a la Vida eterna. Amen.
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