Lunes de la séptima semana de Pascua
EL PADRE CELESTIAL
Padre nuestro, que
estás en los cielos (Mt 6, 9).
Entre las cosas
necesarias al que ora, tiene gran valor la confianza. Por eso, al enseñarnos a
orar el Señor, comienza por aquellas palabras que engendran en nosotros la
confianza, esto es, la bondad de Padre; por eso dice: Padre nuestro; y la
grandeza de su poder; por eso dice: que estás en los cielos. Las palabras en
los cielos pueden referirse a tres cosas:
1º) A la preparación
del que ora. Antes de la oración prepara tu alma (Eclo 18, 23) de modo que se
oiga en los cielos, esto es, en la gloria celestial. Vuestro galardón muy
grande es en los cielos (Mt 5, 12).
Esta preparación debe
hacerse: Por la imitación de las cosas celestiales; pues el hijo debe imitar al
padre. Así como trajimos la imagen del terreno, llevemos también la imagen del
celestial (1 Cor 15, 49).
Por la contemplación
de las cosas celestiales, pues suelen los hombres dirigir con mayor frecuencia
el pensamiento adonde tienen al padre y las demás cosas que aman. En donde está
tu tesoro, allí está también tu corazón (Mt 6, 21). Por eso decía el Apóstol:
Nuestra morada está en los cielos (Flp 3, 20).
Por el deseo de las
cosas celestiales de modo que no busquemos del que está en los cielos más que
las cosas celestiales, según aquello de la Epístola a los Colosenses (3, 1):
Buscad las cosas que son de arriba, en donde está Cristo.
2º) A la facilidad del
que escucha, porque está cerca de nosotros; de modo que las palabras que estás
en los cielos se entiendan en los santos, en los cuales habita Dios. Tú, Señor,
entre nosotros estás (Jer 14, 9). Pues los santos se llaman cielos, según el
profeta David: Los cielos declaran la gloria de Dios (18, 2). Mas Dios habita
en los santos por la fe, como se dice a los efesios: Para que Cristo more por
la fe en vuestros corazones (3, 17). También por el amor: Quien permanece en
caridad, en Dios permanece, y Dios en él (1 Jn 4, 16). Por el cumplimiento de
los mandamientos. Si alguno me ama, guardará mi palabra; y mi Padre le amará, y
vendremos a él, y haremos morada en él (Jn 14, 23).
3º) A la eficacia del
que escucha, de modo que por los cielos entendamos los cielos corpóreos. No
porque Dios esté contenido en los cielos corpóreos, sino para significar que Dios
es penetrante en el examen, pues ve desde lo alto; y además es sublime en el
poder, y estable en la eternidad.
(In Oration. Dominic.)
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