martes, 8 de julio de 2014

Máximas de San Juan Bosco sobre la educación de niños y jóvenes

EDUCACIONALES
·        Si queréis triunfar entre vuestros alumnos, no os mostréis nunca resentidos contra ninguno.
·        La base de toda educación es cuestión de corazón.
·        Los afectos sensibles son espinas terrenales, la simpatía o antipatía apartan al educador de su verdadero fin, lo hacen vulnerable, lo distraen de su misión e impiden que adquiera méritos para la eternidad.
·        Soporta con paciencia los defectos de los demás, si quieres que te soporten a ti.
·        Quien quiere ser amado, ame, quien es amado obtiene todo, especialmente de los jóvenes.
·        Procura ser amado, más bien que ser temido.
·        Si queréis ser obedecidos y respetados haceos querer bien.
·        Las impresiones que más perduran en el corazón de los jóvenes, son las que reciben durante su formación.
·        De la sana educación de la juventud, depende la felicidad de las naciones.
·        Recordad que ciencia sin conciencia, es la ruina de nuestra alma.
·        No peguéis jamás a ningún niño por ningún motivo.
·        La juventud antes de los doce años no es capaz de hacer ni gran bien, ni gran mal.
·        La primera felicidad de un niño es saber que es amado.
·        La educación de un niño debe tener por base la formación de la voluntad.
·        Nunca os expreséis con desprecio de un joven por ningún defecto, mucho menos en presencia de él o de sus compañeros. Cualquier advertencia, dádsela confidencialmente, en privado y con mucha dulzura.
·         Enseñad de buena gana el Catecismo; sazonad la clase con ejemplos de caridad hechos por los santos, que demuestren la misericordia y la justicia de Dios, y ciertamente seréis escuchados con avidez.
·        La afabilidad sea vuestra manera de tratar; ganaos los corazones de los jóvenes por medio del amor: recordad siempre la máxima de San Francisco de Sales: Más moscas se cogen con una gota de miel que con un barril de vinagre.
·        Las notas características en la clase sean: dulzura, caridad y paciencia.
·        Nada de palabras mordaces ni bofetones. Se deben usar castigos suaves, y siempre de tal manera que después de las reprensiones se vuelvan más amigos nuestros y no se alejen avergonzados de nuestro lado.
·        Convénzanse a los jovencitos de la importancia de la Confesión y Comunión para que la practiquen; compréndanla ante todo aquellos que se ocupan de su educación, para poder insinuarla.
·        Recomendad a los jóvenes la confesión y comunión frecuentes. (Recuerdos a los primeros misioneros)
·        Las cosas que ordinariamente faltan en las confesiones de los niños, son: el dolor de los pecados y el propósito. Cuando faltan uno u otro de estos requisitos por su ignorancia, aconséjese al niño que se instruya frecuentando las clases de religión o estudiando el catecismo, si ya es capaz de leer y comprender lo que lee. En caso de duda, si no se encuentra falta grave, se le puede dar la bendición solamente.
·        Hágase notar, dígase y predíquese siempre que María Auxiliadora ha obtenido y obtendrá siempre gracias particulares, y aún extraordinarias y milagrosas a los que ayudan cristianamente a la juventud en peligro, con obras, con consejos, con el buen ejemplo o simplemente con su oración.
·        Para el buen éxito con los niños, hay que ser amables con ellos. Lograr que os busquen y no que os teman. Demostradles y convencedlos que deseáis la salvación de su alma. Corregid con paciencia y caridad sus defectos. Sobre todo absteneos de golpearlos. En fin, haced de modo que cuando os vean, corran a vuestro encuentro y no que os huyan.
·        Sed los primeros en encontraros en la clase y los últimos en salir de ella.
·        Hazte amar primero y después te obedecerán con suma facilidad.
·        Si quieres conquistar estas ovejitas, no las trates a golpes, sino gánatelas con dulzura y con afecto. (Sueño)
·        ¿Por qué hemos de desanimarnos y avergonzarnos cuando en la educación de los niños no nos vemos inmediatamente correspondidos? Sembremos e imitemos al campesino que espera con paciencia el tiempo de la cosecha.
·        Es necesario que el Señor tome posesión del corazón de los niños mucho antes de que sean dominados por el vicio.
·        Más vale un poco de rumor (alboroto) que un silencio forzado.
·        Para lograr disciplina entre los jóvenes no sirven ni la ira ni los impetus momentáneos; se requiere una gran paciencia, o sea, constancia, perseverancia y sacrificio.
·        Teniendo el esquema de la predicación bien preparado, todo está hecho; las palabras las darán las circunstancias. El exordio tómese de cualquier acontecimiento de lugar, de tiempo o de ocasión. Son de máxima utilidad las comparaciones, las parábolas y los ejemplos.
·        No consideres como amigo al que siempre te alaba y no tiene valor para decirte tus defectos.
·        Son semillero de buenas costumbres entre los alumnos: la precisión en el horario y la puntualidad de todos en su propio cargo.
·        Si se puede hágase algún servicio, y dese también algún subsidio siempre en los límites aconsejados y permitidos por el Superior respectivo.
·         Cuando se sepa que en la casa haya sucedido algo reprobable, especialmente contra la Ley de Dios, dese respetuosamente comunicación al Superior. El sabrá usar la debida prudencia a fin de evitar o impedir un mal mayor.


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