DISCURSO DEL
SANTO PADRE
FRANCISCO
A LOS MIEMBROS DE LA
A LOS MIEMBROS DE LA
PONTIFICIA COMISIÓN
PARA AMÉRICA LATINA
28 de febrero de 2014
Buenos días. Agradezco al Cardenal Ouellet sus palabras y a ustedes
todos el trabajo que han hecho durante estos días.
Transmisión de la fe,
emergencia educativa. Transmisión de la fe lo escuchamos varias veces,
no nos hace tanto ruido la palabra, sabemos que es una obligación hoy día cómo
se transmite la fe, que ya fue tema propuesto para el anterior Sínodo que
terminó en la evangelización. Emergencia educativa es una expresión
recientemente adoptada por ustedes con los que prepararon esto. Y me gusta
porque esto crea un espacio antropológico, una visión antropológica de la
evangelización, una base antropológica. Si hay una emergencia educativa para la
transmisión de la fe, es como tratar el tema de la catequesis a la juventud
desde una perspectiva diríamos de teología fundamental. Es decir, cuáles son
los presupuestos antropológicos que hay hoy día en la transmisión de la fe que
hacen que para la juventud de América Latina esto sea emergencia educativa. Y
por eso creo que hay que ser repetitivo y volver a las grandes pautas de la
educación.
Y la primera pauta de la educación es que educar – lo hemos dicho, en la
misma Comisión, una vez lo hemos dicho – no es solamente transmitir
conocimientos, contenidos, sino que implica otras dimensiones. Transmitir contenidos,
hábitos y valoraciones, los tres juntos.
Para poder transmitir la fe hay que crear el hábito de una conducta, hay
que crear la recepción de valores que la preparen y la hagan crecer, y hay que
dar contenidos básicos. Si solamente queremos transmitir la fe con contenidos,
será una cosa superficial o ideológica que no va a tener raíces. La transmisión
tiene que ser de contenidos con valores, valoraciones y hábitos, hábitos de
conducta. Los antiguos propósitos de nuestros confesores cuando éramos chicos:
“bueno, en esta semana vos hacé esto, esto y esto…”, y nos iban creando
un hábito de conducta. Y no sólo el contenido sino los valores, o sea que en
ese marco la transmisión de la fe tiene que moverse. Tres pilares.
Otra cosa que es importante para la juventud, transmitir a la juventud,
a los chicos también, pero sobretodo a la juventud, es el buen manejo de la
utopía. Nosotros en América Latina hemos tenido la experiencia de un manejo
no del todo equilibrado de la utopía y que en algún lugar, en algunos lugares,
no en todos, en algún momento nos desbordó. Al menos en el caso de Argentina
podemos decir cuántos muchachos de la Acción Católica, por una mala educación
de la utopía, terminaron en la guerrilla de los años ’70. Saber manejar la
utopía, saber conducir – manejar es una mala palabra –, saber conducir y ayudar
a crecer la utopía de un joven es una riqueza. Un joven sin utopías es un viejo
adelantado, envejeció antes de tiempo. ¿Cómo hago para que esta ilusión que
tiene el chico, esta utopía, lo lleve al encuentro con Jesucristo? Es todo un
paso que hay que ir haciendo.
Me atrevo a sugerir, lo siguiente: una utopía en un joven crece bien si
está acompañada de memoria y de discernimiento. La utopía mira al
futuro, la memoria mira al pasado, y el presente se discierne. El joven tiene
que recibir la memoria y plantar, arraigar su utopía en esa memoria. Discernir
en el presente su utopía, los signos de los tiempos, y ahí sí la utopía va
adelante pero muy arraigada en la memoria, en la historia que ha recibido;
discernían el presente maestros del discernimiento – lo necesitaban para los
jóvenes –,y ya proyectada para el futuro. Entonces, la emergencia educativa ya
tiene un cauce allí para moverse desde lo más propio del joven que es la
utopía.
De ahí la insistencia – que por ahí me escuchan – del encuentro de
los viejos y los jóvenes. El icono de la presentación de Jesús en el
Templo. El encuentro de los jóvenes con los abuelos es clave. Me decían algunos
Obispos de algunos países en crisis, donde hay una gran desocupación de
jóvenes, que parte de la solución de los jóvenes está en que le dan de comer
los abuelos, o sea, se vuelven a encontrar con los abuelos, los
abuelos tienen la pensión, entonces salen de la casa de reposo, vuelven a la
familia, pero además le traen su memoria, ese encuentro.
Yo recuerdo una película que vi hace 25 años más o menos, de Kurosawa,
de este japonés, este famoso director japonés; muy sencilla: una familia, dos
chicos, papá, mamá. Y papá, mamá se iban a hacer una gira por los Estados
Unidos, entonces le dejaron los chicos a la abuela. Chicos japoneses de
Coca-Cola, hot dogs, o sea de una cultura de ese tipo. Y todo el film está en
cómo esos chicos empiezan a escuchar lo que les cuenta la abuela de la memoria
de su pueblo. Cuando los padres vuelven, los desubicados son los padres, fuera
de la memoria, los chicos la habían recibido de la abuela.
Este fenómeno del encuentro de los chicos y los jóvenes con los abuelos
ha conservado la fe en los países del Este, durante toda la época comunista,
porque los padres no podían ir a la iglesia. Y me decían… – me estoy
confundiendo pero, en estos días no sé si estuvieron los obispos búlgaros o de
Albania –, me decían que las iglesias de ellos están llenas de viejos y
de jóvenes, los papás no van porque nunca se encontraron con Jesús, esto entre
paréntesis. Este encuentro de los chicos y los jóvenes con los abuelos es
clave para recibir la memoria de un pueblo y el discernimiento en el presente.
Ser maestros de discernimiento, consejeros espirituales. Y aquí es importante
para la transmisión de la fe de los jóvenes el apostolado cuerpo a cuerpo. El
discernimiento en el presente no se puede hacer sin un buen confesor o un buen
director espiritual que se anime a aburrirse horas y horas escuchando a los
jóvenes. Memoria del pasado, discernimiento del presente, utopía del futuro, en
ese esquema va creciendo la fe de un joven.
Tercero. Diría como emergencia educativa, en esta transmisión de la fe y
también de la cultura, es el problema de la cultura del descarte. Hoy
día, por la economía que se ha implantado en el mundo, donde en el centro está
el dios dinero y no la persona humana, todo lo demás se ordena y lo que no cabe
en ese orden se descarta. Se descartan los chicos que sobran, que molestan o
que no conviene que vengan. Los obispos españoles me decían recién la cantidad
de abortos, del número, yo me quedé helado. Ellos tienen allí los censos de
eso. Se descartan los viejos, tienden a descartarlos. En algunos países de
América Latina hay eutanasia encubierta, hay eutanasia encubierta, porque las
obras sociales pagan hasta acá, nada más y los pobres viejitos... como puedan.
Recuerdo haber visitado un hogar de ancianos en Buenos Aires, del Estado, donde
estaban las camas llenas; y, como no había más camas, ponían colchones en el
suelo y estaban los viejitos ahí. Un país ¿no puede comprar una cama? Eso
indica otra cosa, ¿no? Pero son material de descarte. Sábanas sucias, con todo
tipo de suciedad, sin servilletas, y los viejitos comían ahí, se limpiaban la
boca con la sábana. Eso lo vi yo, no me lo contó nadie. Son material de
descarte, pero eso se nos mete dentro y acá caigo en lo de los jóvenes.
Hoy día, como molesta a este sistema económico mundial la cantidad de
jóvenes que hay que darles fuente de trabajo, … el porcentaje alto de
desocupación de los jóvenes. Estamos teniendo una generación de jóvenes que no
tienen la experiencia de la dignidad. No que no comen, porque les dan de comer
los abuelos, o la parroquia, o la sociedad de fomento, o el ejército de
salvación, o el club del barrio. El pan lo comen, pero no la dignidad de
ganarse el pan y llevarlo a casa. Hoy día los jóvenes entran en esta gama de
material de descarte.
Entonces, dentro de la cultura del descarte, miramos a los jóvenes que
nos necesitan más que nunca, no sólo por esa utopía que tienen – porque el
joven que está sin trabajo tiene anestesiada la utopía o está a punto de
perderla –. No sólo por eso, sino por la urgencia de transmitir la fe a una
juventud que hoy día es material de descarte también. Y dentro de este item
de material de descarte, el avance de la droga sobre la juventud. No es
solamente un problema de vicio. Las adicciones son muchas. Como todo cambio de
época se dan fenómenos raros entre los cuales está la proliferación de
adicciones, la ludopatía ha llegado a niveles sumamente altos, pero la droga es
el instrumento de muerte de los jóvenes. Hay todo un armamento mundial de droga
que está destruyendo esta generación de jóvenes que está destinada al descarte.
Esto es lo que se me ocurrió decir y compartir. Primero, como estructura
educativa transmitir contenidos, hábitos y valoraciones. Segundo, la utopía del
joven relacionarla y armonizarla con la memoria y el discernimiento. Tercero,
la cultura del descarte como uno de los fenómenos más graves que está sufriendo
nuestra juventud, sobre todo por el uso que de esa juventud puede hacer, y está
haciendo la droga para destruir. Estamos descartando nuestros jóvenes. El
futuro, ¿cuál es? Una obligación. La traditio fidei es también, traditio
spei y la tenemos que dar.
La pregunta final que quisiera dejarles es: cuando la utopía cae en el
desencanto, ¿cuál es nuestro aporte? La utopía de un joven entusiasta, hoy día
está resbalando hacia el desencanto. Jóvenes desencantados a los cuales hay que
darles fe y esperanza.
Les agradezco de todo corazón el trabajo de ustedes, de estos días, para
salir al frente de esta emergencia educativa y sigan adelante… Necesitamos
ayudarnos en esto. Las conclusiones de ustedes y todo lo que podamos hacer.
Muchas gracias.
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