Lucas 2, 22-40
Cumplido asimismo el tiempo de la
purificación de la Madre, según la ley de Moisés, llevaron al Niño a Jerusalén
para presentarle al Señor, como está escrito en la ley del Señor: Todo varón
que nazca el primero será consagrado al Señor: y para presentar la ofrenda de
un par de tórtolas o dos palominos, como está también ordenado en la ley del Señor.
Había a la sazón en Jerusalén un hombre
justo y temeroso de Dios, llamado Simeón, el cual esperaba la consolación de
Israel, y el Espíritu Santo moraba en él. El mismo Espíritu Santo le había
revelado que no había de morir antes de ver al Cristo ungido del Señor. Así
vino inspirado de El al templo. Y al entrar sus padres con el niño Jesús para practicar
con El lo prescrito por la ley, tomándole Simeón en los brazos.
Bendijo a Dios diciendo: "Ahora,
Señor, sacas en paz de este mundo a tu siervo, según tu palabra, porque han
visto ya mis ojos al Salvador que nos has dado, al cual tienes destinado para
que, expuesto a la vista de todos los pueblos, sea la brillante, que ilumine a
los gentiles, y la gloria de tu pueblo de Israel".
Su padre y su Madre escuchaban con
admiración las cosas que de El se decían. Y los bendijo Simeón, y dijo a María,
su Madre: "Este niño que ves está destinado para ruina y para resurrección
de muchos en Israel y para ser el blanco de la contradicción, lo que será para ti
misma una espada que traspasará tu alma, para que sean descubiertos los
pensamientos de muchos corazones".
Vivía entonces una profetisa, llamada
Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, que era ya de edad muy avanzada, y la
cual, casada desde la flor de ella, vivió con su marido siete años; y habíase
mantenido viuda hasta los ochenta y cuatro de edad, no saliendo del templo, y
sirviendo en él a Dios día y noche con ayunos y oraciones. Esta, pues, viniendo
a la misma hora, alababa igualmente al Señor, y hablaba de El a todos los que
esperaban la redención de Israel.
Jesús y María, cumplidas todas las cosas
ordenadas en la ley del Señor, regresaron a Galilea, a su ciudad de Nazaret.
Entre tanto el Niño iba creciendo y fortaleciéndose, lleno de sabiduría; y la
gracia del Señor estaba en El.
San Cirilo
Después de la circuncisión se espera todavía el tiempo de la
purificación, por lo que dice: "Cumplido asimismo el tiempo de la
purificación de la Madre, según la ley", etc.
Beda
Si examinamos detenidamente las palabras de la ley, hallaremos
ciertamente que la misma Madre de Dios, como no había concebido por obra de
varón, no estaba obligada al precepto legal. Porque no era considerada como
inmunda toda mujer que alumbrase, sino sólo aquélla que alumbrase por obra de
varón, por lo cual se distinguía aquella que había concebido y dado a luz
siendo virgen. Pero, para que nosotros nos viésemos libres del yugo de la ley,
María, como Cristo, se sometió espontáneamente a ella.
Tito Bostrense
Por eso dice claramente el evangelista que se cumplió el tiempo de la
purificación, según la ley. Y en verdad que no tenía necesidad la Santísima
Virgen de esperar los días de su purificación, porque, habiendo concebido por
obra del Espíritu Santo, se vio libre de toda mancha.
Prosigue: "Llevaron al Niño a Jerusalén, para presentarlo al
Señor".
San Atanasio in serm. super Omnia mihi tradita sunt
Pero, ¿cuándo el Señor estuvo escondido de la mirada del Padre, de modo
que no pudiera ser visto por El? ¿O qué lugar hay fuera de su imperio, en el
que pueda estar separado de su Padre hasta que se le lleve a Jerusalén, y sea
introducido en el templo? Pero todo esto ha debido ser escrito por causa
nuestra, porque así como no ha sido hecho hombre, ni circuncidado en su carne,
por causa de sí mismo, sino para hacernos dioses en virtud de su gracia, y para
que nos circuncidemos espiritualmente, así fue presentado el Señor por
nosotros, para que aprendamos también a presentarnos nosotros mismos.
Beda
Después de treinta y tres días de su circuncisión, es presentado al
Señor, dando a entender de una manera mística que ninguno, si no está
circuncidado de sus vicios, es digno de presentarse delante de Dios, y que todo
el que no esté libre de los nexos del cuerpo mortal, no puede disfrutar
perfectamente de los goces de la ciudad eterna.
Prosigue: "Como está escrito en la ley del Señor".
Orígenes, in Lucam, 14
¿Dónde están aquellos que niegan que Jesucristo haya proclamado en el
Evangelio al Dios de la ley? ¿Puede creerse que Dios, siendo bueno, sometiera a
su Hijo a la ley del enemigo, que El mismo no había dado? Porque en la ley de
Moisés está escrito lo que sigue: Que todo macho que abriere matriz será
consagrado al Señor.
Beda
Las palabras "que abriere matriz" se refieren al primogénito
del hombre y del animal, porque estaba mandado que uno y otro debía consagrarse
al Señor, y por tanto, pertenecían al sacerdote, pudiendo recibir una ofrenda
por el primogénito del hombre y redimir a todo animal inmundo.
San Gregorio Niseno, in homilia de occursu Domini
Esta prescripción de la ley parece cumplirse de una manera singular y
diferente de las otras en el Dios encarnado. En efecto, sólo El, concebido
inefablemente y nacido de una manera incomprensible, abrió el seno virginal, no
abierto antes por la unión conyugal, y se conservó milagrosamente después del
parto la señal de la castidad.
San Ambrosio, in Lucam, 1, 2
Porque no fue hombre el que abrió el seno virginal, sino que el Espíritu
Santo infundió germen inmaculado en aquel seno inviolable. Aquel, pues, que
santificó las entrañas de otra para que naciese el profeta, es el mismo que
abrió las entrañas de su Madre para nacer inmaculado.
Beda
Las palabras: "Que abriere matriz", se refieren al modo con
que se verifica el nacimiento. Pero no se ha de creer que el Señor destruyera
por su nacimiento la virginidad del seno sagrado que había santificado
aposentándose en él.
San Gregorio Niseno, in homilia de occursu Domini
En sentido espiritual, éste es el sólo parto masculino que ha ocurrido,
puesto que no participó de la culpa femenina, por cuya razón se llama con
verdad santo. Así el arcángel Gabriel (como recordando que esta disposición
solamente se refiere a él) decía: "El fruto santo que de ti nacerá será
llamado Hijo de Dios". Y por lo que hace a los demás primogénitos, la
prudencia evangélica ha establecido que sean llamados santos, porque su ofrenda
a Dios los hace dignos de este nombre. Pero para el primogénito de toda
criatura, el Angel proclama que nace santo como siéndolo por sí mismo.
San Ambrosio, in Lucam, 1, 2
Solamente Jesús, Nuestro Señor, es santo entre todos los nacidos de
mujer, puesto que no experimentó en su inmaculado nacimiento las consecuencias
del contagio humano que rechazó por su majestad celestial. Porque si seguimos
el sentido de la letra ¿cómo podremos decir que es santo todo hombre, cuando
sabemos que muchos han sido malvados? Pero El es aquel santo a quien señalaban
los piadosos preceptos de la ley divina en la figura del futuro misterio;
porque El es el que solo debía abrir el seno misterioso de la santa y virgen
Iglesia, para engendrar a los pueblos.
San Cirilo, homilia 17
¡Oh profundidad de los secretos de la sabiduría y de la ciencia de Dios!
Ofrece hostias Aquel que es honrado igualmente con el Padre, y siendo la
verdad, observa las figuras de la ley. Es autor de la ley como Dios y la cumple
como hombre. Por ello sigue: "Y para dar la ofrenda conforme está mandado
en la ley del Señor ( Lev 12,8), un par de tórtolas, o dos palominos".
Beda, in homilia de Purificatione
Esta era la ofrenda de los pobres porque el Señor había mandado en la
ley que los que pudiesen ofrecer un cordero por el hijo o por la hija,
ofreciesen a la vez la tórtola o la paloma; pero que los que no pudieran
ofrecer un cordero, ofreciesen dos tórtolas o dos pichones. Así el Señor,
siendo rico, se dignó hacerse pobre, para hacernos participantes de sus
riquezas por su pobreza.
San Cirilo, homilia, 17
Veamos ahora qué es lo que significan estas ofrendas. La tórtola es la
que más cuenta entre todas las aves, y la paloma es el animal más manso. Tal se
ha hecho el Señor para nosotros practicando la más perfecta mansedumbre, y
haciendo resonar en su huerto las melodías para atraer el mundo. Tanto la
tórtola como la paloma eran sacrificadas para manifestarnos por estas figuras
que el Señor sufriría en su carne por la vida del mundo.
Beda, in homilia de Purificatione
La paloma representa la candidez y la tórtola la castidad; porque la
primera ama la sencillez, y la última la castidad, de tal modo que, si por
casualidad pierde su compañera no vuelve a buscar otra. Por esta razón se
ofrece una tórtola y una paloma al Señor en holocausto, porque el trato
sencillo y honesto de los fieles es un sacrificio agradable a su justicia.
San Atanasio in serm. super Omnia mihi tradita sunt
Por esto mandó que se ofreciese dos cosas, porque, como el hombre consta
de alma y de cuerpo, Dios exige de nosotros dos clases de sacrificios: la
castidad y la mansedumbre, no sólo del cuerpo, sino del alma. Porque, de otro
modo, el hombre sería falso e hipócrita, cubriendo con aparente inocencia una
malicia oculta.
Beda, in homilia de Purificatione
Pero aunque estas aves son por su costumbre de gemir el emblema de la
tristeza presente de los santos, se diferencian, sin embargo, en que la tórtola
vuela sola por los bosques, mientras que la paloma acostumbra a volar en
compañía de otras, por lo cual la una representa las lágrimas ocultas de
nuestras oraciones, y la otra las públicas reuniones de la Iglesia.
Beda
Además la paloma que vuela en compañía de otras, representa la agitación
de la vida activa, y la tórtola, que goza en la soledad, representa las alturas
de la vida contemplativa. Y como estas dos ofrendas son igualmente agradables
al Creador, no dice San Lucas si fueron tórtolas o pichones los que fueron
ofrecidos al Señor, a fin de no dar la preferencia a uno de estos dos órdenes
de vida, enseñándonos a seguir ambos a dos.
San Ambrosio, in Lucam, 1, 2
Recibió testimonio la encarnación del divino Verbo, no sólo de los
ángeles y los profetas, de los pastores y sus padres, sino también de los
justos y los ancianos. Por lo cual se dice: "Y había a la sazón en
Jerusalén un hombre justo y temeroso de Dios, llamado Simeón".
Beda
Difícilmente se guarda la justicia sin el temor. No me refiero al de
vernos privados de los bienes temporales (el amor perfecto lo rechaza), sino al
santo temor de Dios que dura en el siglo; porque cuanto más ama el justo a
Dios, con tanto más cuidado evita el ofenderlo.
San Ambrosio, in Lucam, 1, 2
Y era verdaderamente justo el que no buscaba la gracia para sí, sino
para el pueblo. Por esto dice: "Esperaba la consolación de Israel".
San Gregorio Niseno, in homilia de occursu Domini
No esperaba en verdad el prudente Simeón la felicidad mundana para la
consolación de Israel, sino la verdadera transición al brillo de la verdad, por
la separación de las sombras de la ley, pues le había sido revelado que habría
de ver al Cristo o ungido del Señor antes de salir de la presente vida. Por lo
cual prosigue: "Y el Espíritu Santo moraba en él, por quien en verdad era justificado.
El mismo Espíritu Santo le había revelado", etc.
San Ambrosio
Deseaba en verdad verse libre de las ligaduras de la fragilidad de la
carne, pero esperaba ver a quien le había sido prometido, porque sabía que son
bienaventurados los ojos que lo ven.
San Gregorio Magno, Moralium, 23,3, super Iob 6,5
En esto comprendemos con cuánta ansia los hombres santos del pueblo de
Israel desearon ver el misterio de la encarnación del Verbo.
Beda
Ver la muerte significa sufrirla, y muy feliz será aquél que antes de
ver la muerte de la carne haya tratado de ver con los ojos de su corazón al
Cristo o ungido del Señor, tratando de la Jerusalén celestial y frecuentando
los umbrales del templo del Señor, esto es, siguiendo los ejemplos de los
santos (en quienes habita el Señor). Esta misma gracia del Espíritu Santo, que
le había hecho antes conocer al que había de venir, hizo que lo reconociera
cuando vino. Por ello sigue: "Así vino inspirado de El al templo".
Orígenes, in Lucam, 15
Y tú, si quieres poseer a Jesús y abrazarlo, debes cuidar con todo
empeño de tener siempre por guía al Espíritu Santo, y venir al templo del
Señor. Y por esto sigue: "Y al entrar sus padres con el niño Jesús (esto
es, su Madre María y José, que se creía que era su padre) para practicar con El
lo prescrito por la ley, lo tomó Simeón en sus brazos".
San Gregorio Niseno, in homilia de occursu Domini
Cuán dichosa fue esta santa entrada en el templo sagrado, por la cual se
adelantó al término de su vida. ¡Dichosas manos que tocaron al Verbo de vida, y
dichosos también los que lo recibieron!
Beda
Aquel hombre justo recibió al niño Jesús en sus brazos, según la ley,
para demostrar que la justicia de las obras, que, según la ley, estaban
figuradas por las manos y los brazos, debía cambiarse por la gracia humilde,
ciertamente, pero saludable de la fe evangélica. Tomó el anciano al niño Jesús,
para demostrar que este mundo, ya decrépito, iba a volver a la infancia y la
inocencia de la vida cristiana.
Orígenes, in Lucam, 15
Si sólo con tocar la franja del vestido de Jesús quedó curada aquella
mujer, ¿qué habremos de juzgar de Simeón, que recibió al niño Jesús en sus
brazos, y se regocijaba teniendo así al que había venido a librar a los
cautivos, sabiendo que nadie podía sacarlo de la prisión del cuerpo con la
esperanza de la vida eterna, sino Aquel que tenía en sus brazos? Por esto se
dice: "Y bendijo a Dios diciendo: ahora, Señor, sacas en paz de este mundo
a tu siervo".
Teofilacto
Dice Señor para confesar que es el dueño de la vida y de la muerte,
declarando así que era Dios el niño a quien había recibido en sus brazos.
Orígenes, in Lucam, 15
Como diciendo: Cuando yo no tenía a Jesucristo, estaba como cautivo y no
podía salir de las prisiones.
San Basilio, in homil. de gratiarum actione
Si examinas los clamores de los justos, verás que todos lloran sobre
este mundo y su lamentable duración. Dice David en el salmo ( Sal 119,5):
"¡Ay de mí, que mi destierro se ha prolongado!"
San Ambrosio
Ve aquí a ese justo que desea librarse de la cárcel de su cuerpo, en que
está como encerrado, para empezar a ser con Cristo. Pero el que quiera librarse
de esta cárcel vaya al templo, vaya a Jerusalén, espere al Cristo o ungido del
Señor, reciba en sus manos al Verbo de Dios y abrácelo -por decirlo así- con
los brazos de su fe. Entonces será libre, y no verá la muerte quien ha visto la
vida.
Griego
Simeón bendecía al Señor sobre todo, porque veía realizadas todas las
promesas que se habían hecho, pues había merecido ver con sus propios ojos y
tener en sus propias manos al consolador de Israel. Por esto dice: "Según
tu palabra", esto es, porque he obtenido la realización de tus promesas. Y
ahora que he sentido de una manera visible lo que deseaba, libras a tu siervo,
no espantado por el temor de la muerte ni conturbado por pensamientos de duda.
Y por esto añade: "En paz".
San Gregorio Niceno
Porque después que Jesucristo destruyó el pecado, su enemigo, y nos
reconcilió con su Padre, se llevó a cabo la traslación de los santos a la
región de la paz.
Orígenes
¿Quién es el que se aparta de este mundo en paz, sino aquel que conoce
que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo ( 2Cor 5), y que no
tiene nada de enemigo de Dios, sino que ha recibido en sí todas las delicias de
la paz por sus buenas obras?
Griego
Se le había ofrecido que no moriría antes de ver al Cristo o ungido del
Señor, y por tanto, manifestando que esto se había cumplido, añade:
"Porque han visto ya mis ojos tu salvación".
San Gregorio Niceno
Bienaventurados tus ojos, tanto los del alma como los del cuerpo. Estos
en verdad, recibiendo al Señor de una manera visible; aquéllos no sólo considerando
lo que han visto, sino reconociendo al Verbo del Señor en su carne iluminados
por la luz del Espíritu, porque el Salvador que habéis visto es el mismo Jesús,
cuyo nombre significa salvación.
San Cirilo
Jesucristo, pues, había sido aquel misterio que se manifestó en los
últimos tiempos, y que fue preparado antes de la creación del mundo. Y por esto
dice: "la cual has aparejado ante la faz de todos los pueblos", etc.
San Atanasio
Esto es que la salud de todos los pueblos ha sido hecha por Cristo.
¿Cómo, pues, se ha dicho antes que Israel esperaba su consolación? Porque el
Espíritu le hizo conocer que Israel tendría su consolación cuando estuviera
preparada la salud para todos los pueblos.
Griego
Observa también la penetración del venerable y digno anciano. Antes de
aparecer como digno de la bienaventurada visión, esperaba el consuelo de
Israel. Pero desde que obtuvo lo que esperaba, exclama diciendo que había visto
la salvación de todos los pueblos, porque la inefable luz de aquel infante
bastó para que viese lo que había de suceder en la prosecución de los tiempos.
Teofilacto
Dice de un modo significativo: "Para ser revelada", a fin de
que su encarnación fuese vista de todos. Y añade que esta salvación es la luz
de las gentes y la gloria de Israel, y con estas palabras: "Sea luz
brillante que ilumine a los gentiles".
San Atanasio
Antes de la venida del Salvador, vivían sumidas las naciones en las
últimas tinieblas, privadas del conocimiento del verdadero Dios.
San Cirilo
Pero al venir Jesucristo, fue la luz para los que vivían en las
tinieblas del error, a quienes oprimía la mano del enemigo, y a los que llamó
Dios Padre al conocimiento de su Divino Hijo, que es la verdadera luz.
San Gregorio Niceno
Israel, sin embargo, estaba débilmente iluminada por la ley, y por
tanto, no dice que le hubiese mostrado la luz, puesto que añade: "Y para
gloria de tu pueblo de Israel", recordando la antigua historia de Moisés,
quien, después de hablar con el Señor, volvió con el rostro radiante de gloria.
Así también ellos, conociendo la divina luz de la humanidad de Jesucristo, y
echando fuera su antigua ceguedad, se transformaban en imagen suya, pasando de
una gloria a otra gloria.
San Cirilo
Porque aunque algunos de ellos fuesen desobedientes, otros, sin embargo,
se salvaron, y por medio de Jesucristo han alcanzado la gloria. Las primicias
de estos fueron los santos apóstoles, cuyas luces iluminan a todo el orbe.
Jesucristo fue también especialmente la gloria de Israel, porque procedía de
ellos según la carne, aun cuando como Dios fuese rey de los siglos bendecido
por todos los hombres.
San Gregorio Niceno
Y por eso dijo terminantemente: "De tu pueblo", porque no
solamente fue adorado por él, sino que además había nacido de él, según la
carne.
Beda
También la luz de las naciones debía ser mencionada antes que la gloria
de Israel, porque cuando haya entrado la totalidad de ellas, entonces todo
Israel será salvo. ( Rom 10,15-26.)
Griego
Cada vez que viene a la memoria el conocimiento de las cosas
sobrenaturales, se renueva el milagro en el Espíritu y por esto dice: "Su
padre y su Madre escuchaban con admiración las cosas que de El se decían".
Orígenes
Tanto por el ángel y por la multitud del ejército celestial, como por
los pastores y por el mismo Simeón.
Beda
Llama a José padre del Salvador, no porque fuese su padre verdaderamente
(según los fotinianos), sino porque era considerado como padre por todos para
conservar el buen nombre de María.
San Agustín, de consensu evangelistarum, 2, 1
Aunque puede llamarse padre por ser el esposo de María sin comercio carnal
ni unión conyugal -puesto que estaba así- aparecía mucho más unido a ella, que
de cualquier otra forma. Y por tanto San José podía llamarse padre de
Jesucristo porque, aunque no lo había engendrado según la naturaleza, lo había
adoptado sin embargo.
Orígenes
El que quiera remontarse más en esta cuestión puede decir que el orden
de la genealogía se computa desde David hasta José, para que no apareciese que
José se llamaba padre del Salvador no siéndolo, puesto que para observar el
orden de sucesión es llamado padre del Señor.
Griego
Una vez celebradas las alabanzas del Señor, Simeón dirigió su bendición
sobre los que traían al niño, de donde prosigue: "Y los bendijo
Simeón". Dando su bendición a los dos, dirige los anuncios de lo que había
de suceder solamente a la Madre, aun cuando por esta bendición común no excluye
a San José de la paternidad aparente, y hablando a la Madre, aparte de José, la
considera como verdadera Madre del Señor. Por esto dice: "Y dijo a María
su Madre", etc.
San Ambrosio
Ve aquí la gracia abundante del Señor difundida sobre todos por medio
del nacimiento del Salvador, y cómo la profecía fue negada a los incrédulos y
no a los justos. He aquí por qué Simeón profetiza que Jesucristo había venido
para ruina y para elevación de muchos.
Orígenes
El que expone sencillamente esto puede decir que Jesucristo había venido
para ruina de los infieles y para elevación de los fieles.
San Juan Crisóstomo
Así como la luz, aun cuando ofende a los ojos débiles, no deja de ser
luz, así el Salvador continúa siendo Salvador, aun cuando se pierdan muchos,
sin que pueda decirse que la pérdida de éstos es obra suya, sino la locura de
los malos, por lo que su poder no sólo se manifiesta cuando procura la salvación
de los buenos, sino también cuando produce la ruina de los malos. Porque cuanto
más brilla el sol, más ofende a los ojos débiles.
San Gregorio Niceno
Observemos, pues, lo escogido de las expresiones de esta distinción.
Dice que se ha preparado la salvación de todo el pueblo, pero anuncia la caída
y la elevación de muchos. El propósito divino es la salvación y la gloria de
todos. Sin embargo la ruina y la elevación de muchos consisten en la intención
de cada cual, según sea creyente o incrédulo. Ahora, que los caídos o
incrédulos se levanten está conforme con la razón.
Orígenes
Podrá decirse que para que uno haya caído es preciso que antes haya
estado de pie, pero ¿quién es el que ha estado de pie, y para cuya ruina haya
venido el Señor?
San Gregorio Niceno
Pero en esto se da a conocer que la ruina afecta a lo más malo, porque
no merecen igual castigo los que vivieron antes del misterio de la encarnación,
que los que vivieron después de la redención y de la predicación. Y
especialmente debían ser privados de los beneficios antiguos los que procedían
de Israel y pagar con penas más graves que todas las demás naciones, porque no
quisieron admitir lo que se les había profetizado, lo que ellos habían adorado,
y lo que de ellos había nacido. Por esto se les amenaza de una manera especial
con la ruina no sólo de la salud espiritual, sino también con la destrucción de
la ciudad y de los habitantes de ella. La elevación se ofrece por el contrario
a los que crean, así a los que viven bajo el yugo de la ley, y a quienes se
trata de librar de él, como a los que viven sepultados con Jesucristo, y que
habrán de resucitar con El.
Orígenes
Debe entenderse en un sentido mucho más elevado lo que se dice de
aquellos que claman contra el Creador, diciendo: He aquí el Dios de la ley y de
los profetas; vedle cual es: "Yo -dijo- doy la muerte y doy la vida"
( Dt 32,39). Si por esto es un juez sanguinario y un creador cruel, Jesús, Hijo
suyo, lo es también, porque está escrito de El que había de venir para ruina y
elevación de muchos.
San Ambrosio
Esto es para distinguir los méritos de los justos y de los impíos, y
para darnos, como juez verdadero y justo, el premio o el castigo que merezcan
nuestras acciones.
Orígenes
Debemos fijarnos y ver que el Salvador no ha venido acaso igualmente
para la ruina que para la elevación. Porque cuando yo estaba en pecado, me
sirvió de utilidad el caer primeramente y morir para el pecado. Los santos, y
también los profetas, cuando contemplaban alguna cosa demasiado augusta, caían
con el rostro sobre el suelo, para purificarse mejor de sus pecados con esta
caída. Esto es lo primero que el Salvador nos concedió. Eras pecador, pues que
caiga lo que había en ti de pecador, para que puedas después resucitar y decir:
"Si hemos muerto con El, con El también resucitaremos" ( 2Tim 2,11).
San Juan Crisóstomo
La resurrección, en verdad, es una vida nueva, porque cuando el lascivo
se convierte en casto, el avaro en caritativo, el furioso en manso, entonces se
opera la resurrección, el pecado muere y resucita la justicia.
Prosigue: "Y para ser el blanco de la contradicción".
San Basilio
Blanco de la contradicción se llama con propiedad en la sagrada
Escritura a la cruz, porque dice ( Núm 21,9) que Moisés hizo una serpiente de
bronce, y la puso en alto como señal.
San Gregorio Niceno
Aquí mezcla la deshonra con la gloria, porque para nosotros los
cristianos es verdaderamente como signo de contradicción, puesto que mientras
unos lo consideran como ridículo y horrible, otros lo consideran digno de
veneración. O acaso se llama signo al mismo Cristo, porque existe sobre la
naturaleza y es el autor de los signos milagrosos.
San Basilio
Es pues un signo que indica una cosa admirable y oculta, visto por los
sencillos, y comprendido por los que tienen cultivado el entendimiento.
Orígenes
Todo lo que dice la historia respecto de Jesucristo, está contradicho.
No por los que creen en El, pues nosotros ciertamente sabemos que son
verdaderas todas las cosas que están escritas; pero para los incrédulos todo lo
que se ha escrito, respecto del Salvador, es señal de contradicción.
San Gregorio Niceno
Todas estas cosas que se dicen del Salvador, afectan igualmente a su
Madre, porque toma también para sí todos sus trabajos y todas sus glorias, y no
solamente le anuncia las prosperidades, sino que también los dolores. Porque
prosigue: "lo que será para ti misma una espada que traspasará tu
alma".
Beda
En ninguna historia se lee que la Santísima Virgen María muriera herida
por alguna espada, especialmente cuando, no el alma, sino el cuerpo es quien
puede ser atravesado por el hierro. Por tanto, debemos entender que la espada
que traspasó su alma fue aquélla de que se dice: "Y la espada en los
labios de ellos atravesó su alma" ( Sal 58,8), esto es, refiriéndose al
dolor de la Virgen por la pasión del Señor. La cual, aun cuando aparecía que
Jesucristo moría por voluntad propia (como Hijo de Dios) y aun cuando no dudase
que habría de vencer a la misma muerte, sin embargo, no pudo ver crucificar al
Hijo de sus entrañas sin un sentimiento de dolor.
San Ambrosio
Tal vez manifestó en esto que la prudencia de María no era desconocedora
de este divino misterio, puesto que la palabra de Dios es viva y eficaz y más
penetrante que cualquier espada de dos filos ( Heb 4,12).
San Agustín, de quaest. novi et veteris Testamenti, cap. 73
Acaso significó en esto que también María (por quien se había realizado
el misterio de la encarnación), dudó con cierto estupor en la muerte de Jesús,
viendo al Hijo de Dios tan humillado y que descendía hasta la muerte. Y así
como la espada cuando toca a un hombre le hace temer, aun cuando no lo hiera,
así la duda produjo en ella tristeza, sin matarla, porque no tomó asiento en su
alma, sino que la atravesó como una sombra.
San Gregorio Niceno
Pero no declara que ella sola habría de sufrir en la pasión, cuando
añade "Para que sean descubiertos los pensamientos de muchos
corazones", con lo que expresa el hecho, pero no la causa, porque después
de estos sucesos se siguió para muchos el descubrimiento de sus pensamientos.
Unos confesaban a Dios en la cruz, otros no dejaban de insultarlo e injuriarlo.
O tal vez se dice esto en el sentido de que durante la pasión se manifestó la
meditación en el corazón de muchos, que se enmendaron por la resurrección,
reemplazando después la duda con la certidumbre. Acaso por revelación debemos
entender iluminación, conforme al sentido habitual de la Escritura.
Beda
Mas hasta la consumación de los siglos, la espada de la más dura
tribulación no cesará de traspasar el alma de la Iglesia, al ver que, aunque
resucitan muchos con Cristo, una vez oída la palabra de Dios, son muchos
también los que niegan y persiguen la fe. También cuando se ve que revelados
los pensamientos de muchos corazones en que se ha sembrado la buena semilla del
Evangelio, la cizaña de los vicios prevalece, o es la única que germina en
ellos.
Orígenes
Había en los hombres pensamientos malos, que fueron revelados para que
los destruyera el que murió por nosotros. Puesto que es imposible destruirlos
durante el tiempo que permanecen ocultos, por lo que, si nosotros pecamos,
debemos decir: "no he ocultado mi maldad" ( Sal 31,5). Si
manifestamos nuestros pecados, no solamente a Dios, sino a aquellos que pueden
curar las heridas de nuestras almas, se borrarán nuestros pecados.
San Ambrosio
Había profetizado Simeón, había profetizado una que era casada, y había
profetizado una Virgen. Debió también profetizar una viuda para que no faltase
ningún sexo ni condición. Y por ello dice: "Vivía entonces una profetisa
llamada Ana", etc.
Teofilacto
Se detiene el evangelista, describiendo la persona de Ana, diciendo
quién era su padre, cuál era su tribu, y presentando como testigos a muchos que
vieron a su padre y su tribu.
San Gregorio Niceno
O tal vez porque en aquel tiempo había otras mujeres que tenían el mismo
nombre de su padre, y dice cuál es su procedencia.
San Ambrosio
Ana, tanto por sus virtudes de viuda, cuanto por sus costumbres, está
representada como digna de anunciar al Redentor del mundo, por lo que continúa:
"Que era ya de edad muy avanzada, y había vivido desde su virginidad,
siete años con su marido y siendo viuda hasta los ochenta y cuatro años".
Orígenes, in Lucam, 17
No en vano el Espíritu Santo habitó en ella, porque el primer bien es
poseer, si se puede, la gracia de la virginidad. Pero si esto no es posible, y
sucede que la mujer pierda a su marido, debe permanecer viuda, y hallarse con
este ánimo, no sólo después de la muerte de su marido, sino también mientras él
vivió, a fin de que Dios, si no sucede así, premie su voluntad y su propósito,
debiendo decir: Yo ofrezco esto, yo prometo que, si me sucede lo que no deseo,
permaneceré viuda y pura. Con razón, pues, mereció esta santa mujer recibir el
espíritu de profecía, porque había subido a la cumbre de la perfección, por su
dilatada castidad, y por sus prolongados ayunos. Por lo que sigue: "No
saliendo del templo, y sirviendo en él a Dios día y noche en ayunos y
oraciones", etc.
Orígenes
Esto indica que poseía todas las demás virtudes. Veamos, pues, cómo era
conforme con Simeón por sus virtudes. Los dos estaban juntos en el templo, y
juntos fueron considerados dignos de la gracia profética. Por ello sigue:
"Esta, pues, sobreviniendo a la misma hora, alababa igualmente al
Señor".
Teofilacto
Esto es, daba gracias viendo la salvación del mundo en Israel, y decía
de Jesús que era el Redentor, y el mismo Salvador. De aquí prosigue: "Y
hablaba de El a todos los que esperaban", etc.
Orígenes
Y como Ana la profetisa habló poco y no muy claro de Jesucristo, el
Evangelio no refiere explícitamente lo que ella dijo. También se puede creer
que tal vez habló Simeón antes que ella, porque éste representaba la forma de
la ley (puesto que su nombre quiere decir obediencia) y ella representaba la
gracia (según la significación del suyo), y como Jesucristo estaba entre ellos,
dejó morir al primero con la ley, y fomentó con la gracia la vida de la última.
Beda
Según el sentido místico, Ana significa la Iglesia, que en la actualidad
ha quedado como viuda por la muerte de su esposo. También el número de los años
de su viudez representa el tiempo de la peregrinación del cuerpo de la Iglesia
lejos del Señor. Siete veces doce hacen ochenta y cuatro; siete expresa la
marcha del tiempo que gira en siete días, y doce que pertenecen a la perfección
de la doctrina apostólica. Por esto, tanto la Iglesia universal, como cualquier
alma fiel, que procure pasar todo el tiempo de la vida según la doctrina de los
apóstoles, se puede decir que ha servido al Señor por espacio de ochenta y
cuatro años. También concuerda bien con esto el tiempo de siete años, que esta
viuda había vivido con su marido. Porque en virtud de un privilegio de la
majestad del Señor, que El mismo en carne mortal nos ha explicado, el número de
siete años es signo que expresa un número perfecto. También el nombre de Ana se
conforma mucho con la Iglesia, porque su nombre significa gracia. Es hija de
Fanuel que quiere decir cara de Dios, y desciende de la tribu de Aser, que
quiere decir bienaventurado.
Beda
San Lucas omite esto, porque sabía que San Mateo lo había expuesto con
mucho detenimiento. A saber, que el Señor, después de todas estas cosas (para
evitar que Herodes lo encontrase y lo matase) fue llevado por sus padres a
Egipto, y volvió a Galilea del mismo modo después que hubo muerto Herodes,
empezando a vivir en su ciudad Nazaret. Los evangelistas suelen omitir así las
cosas que ven ya referidas, o que el Espíritu les hizo prever que habían de
serlo por otros, de manera que prosiguen su narración, sin que aparezca que
omitieron nada. Pero el lector solícito, que examina la escritura de otro
evangelista, encuentra lo que ha sido omitido. Omitiendo muchas cosas, San
Lucas dice: "Cumplidas todas las cosas", etc.
Teofilacto
La ciudad de Belén era como su patria, pero Nazaret era el lugar donde
habitaba.
San Agustín, de consensu evangelistarum, 2, 9
Acaso llama la atención que dijo San Mateo que los padres del Niño se
fueron con El a Galilea, principalmente porque Nazaret de Galilea era su
patria, como dice aquí San Lucas. Pero debe entenderse que cuando el ángel dijo
en sueños a José en Egipto: "Levántate, toma al Niño y a su Madre, y
marcha a la tierra de Israel" ( Mt 2,20), San José comprendió que se le
había mandado marchar a Judea (porque es por excelencia la tierra de Israel).
Mas como en seguida supo que reinaba allí Arquelao, hijo de Herodes, no quiso
exponerse a aquel peligro, pudiendo considerar que era lo mismo Israel que
Galilea, en donde moraba el pueblo de Israel.
Griego, in Cat. graec. Patrum
O de otro modo, refiere San Lucas aquí el tiempo que pasó antes de ir a
Egipto, porque José no hubiese llevado a María antes de que hubiera sido
purificada. Antes que fuesen a Egipto no habían recibido orden de marchar a
Nazaret, sino que deseando voluntariamente volver a su patria, hacia ella se
encaminaron. No fueron, pues, a Belén sino con motivo del empadronamiento. Pero
una vez cumplido este deber, por cuya causa habían ido allí, se fueron a
Nazaret.
Teofilacto
Podía haber nacido Jesús teniendo en cuanto al cuerpo una edad madura.
Pero para que esto no pareciese fantástico, creció poco a poco, como dice el
texto: "Y el Niño crecía y se fortificaba".
Beda
Debe advertirse la distinta significación de estas palabras, porque
Nuestro Señor Jesucristo en cuanto era niño (esto es, en cuanto se hallaba
revestido del hábito de la humana fragilidad), debía crecer y fortificarse.
San Atanasio, lib. De incarnat. Christi, contra Arianos, lib. 4
Si según algunos, la carne de Jesús se había transformado en la naturaleza
divina, ¿cómo podía recibir incremento? El creer que puede crecer Aquel que no
ha sido creado es una impiedad.
San Cirilo
Pero une el aumento del cuerpo al incremento de la sabiduría con toda
oportunidad, cuando dice: "Y se fortificaba", esto es, en espíritu,
porque según la edad del cuerpo, manifestaba la naturaleza divina su propia
sabiduría.
Teofilacto
Si cuando era pequeño en edad hubiese demostrado su sabiduría, hubiera
parecido prodigioso, por lo cual se manifestaba a sí mismo progresivamente
según la edad, para llenar todo el mundo. Y no se dice que se fortificaba en su
espíritu en el sentido de que recibía la sabiduría, porque ¿cómo puede decirse
que después se perfecciona más lo que desde el principio es perfectísimo? 1 De donde prosigue: "Lleno de
sabiduría en verdad".
Beda
"Porque la plenitud de la Divinidad habitaba corporalmente en
El" ( Col 2,9). Y la gracia porque a Jesucristo, hombre, le fue concedida
la gran gracia de que desde que empezó a ser hombre fuese perfecto y fuese
Dios, mucho más si consideramos que era Verbo de Dios y Dios mismo, y no
necesitaba fortificarse, ni debía crecer. Todavía siendo niño, tenía la gracia
de Dios, para que, como todas las cosas en El eran admirables, lo fuese también
su niñez, y se cumpliese así la sabiduría de Dios.
Notas
1. "Esta alma humana que el Hijo de
Dios asumió está dotada de un verdadero conocimiento humano. Como tal, éste no
podía ser de por sí ilimitado: se desenvolvía en las condiciones históricas de
su existencia en el espacio y en el tiempo. Por eso el Hijo de Dios, al hacerse
hombre, quiso progresar "en sabiduría, en estatura y en gracia" ( Lc
2,52) e igualmente adquirir aquello que en la condición humana se adquiere de
manera experimental (ver Mc 6,38; 8,27; Jn 11,34). Eso... correspondía a la
realidad de su anonadamiento voluntario en "la condición de esclavo"
( Flp 2,7)" Catecismo de la Iglesia Católica, 472.
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