PAPA FRANCISCO
MISAS MATUTINAS EN LA
CAPILLA
DE LA DOMUS SANCTAE MARTAHE
DE LA DOMUS SANCTAE MARTAHE
El arte de amar a los
enemigos
Martes 18 de junio de
2013
Amar a nuestros enemigos, a quienes
nos persiguen y nos hacen sufrir, es difícil; ni siquiera es un «buen negocio».
Sin embargo es el camino indicado y recorrido por Jesús para nuestra salvación.
En su homilía del 18 de junio el Pontífice recordó que la liturgia propone
estos días reflexionar sobre los paralelismos entre «la ley antigua y la ley
nueva, la ley del monte Sinaí y la ley del monte de las Bienaventuranzas».
Entrando en las lecturas —de la segunda carta de san Pablo a los Corintios (8,
1-9) y del Evangelio de Mateo (5, 43-48)—, el Santo Padre se detuvo en la
dificultad del amor a los enemigos, preguntándose cómo es posible perdonar:
«También nosotros, todos nosotros, tenemos enemigos, todos. Algunos enemigos
débiles, algunos fuertes. También nosotros muchas veces nos convertimos en
enemigos de otros; no les queremos. Jesús nos dice que debemos amar a los
enemigos».
«Jesús nos dice dos cosas —expresó el
Papa afrontando la cuestión de cómo amar a los enemigos—: primero, mirar al
Padre. Nuestro Padre es Dios: hace salir el sol sobre malos y buenos; hace llover
sobre justos e injustos. Su amor es para todos. Y Jesús concluye con este
consejo: “Sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial”». Por lo
tanto, la indicación de Jesús consiste en imitar al Padre en «la perfección del
amor. Él perdona a sus enemigos. Hace todo por perdonarles. Pensemos en la
ternura con la que Jesús recibe a Judas en el huerto de los Olivos», cuando
entre los discípulos se pensaba en la venganza.
«Jesús nos pide amar a los enemigos
-insistió-. ¿Cómo se puede hacer? Jesús nos dice: rezad, rezad por vuestros
enemigos». La oración hace milagros; y esto vale no sólo cuando tenemos
enemigos; sino también cuando percibimos alguna antipatía, «alguna pequeña
enemistad».
Es cierto: «el amor a los enemigos
nos empobrece, nos hace pobres, como Jesús, quien, cuando vino, se abajó hasta
hacerse pobre». Tal vez no es un «buen negocio» —agregó el Pontífice—, o al
menos no lo es según la lógica del mundo. Sin embargo «es el camino que
recorrió Dios, el camino que recorrió Jesús» hasta conquistarnos la gracia que
nos ha hecho ricos.
Fuente: L’Osservatore Romano, ed.
sem. en lengua española, n. 25, viernes 21 de junio de 2013
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