EL EJEMPLO DEL
DILUVIO
Y porque más
cumplidamente advirtáis, por otro lado, cómo el callar el día
no nació de ignorancia, considerad juntamente con lo dicho la
otra señal que les pone: Como en los días de Noé las gentes comían y bebían, los hombres tomaban mujer y las
mujeres marido, hasta el día en que entró Noé en
el arca, y no cayeron en la cuenta
hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos;
así será el advenimiento del Hijo del hombre. Al
decir esto, puso de manifiesto que vendrá repentinamente y sin que se le
espere y cuando la mayor parte de las gentes se entregarán a sus placeres. Lo
mismo dice Pablo cuando escribe: Cuando digan:
Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos la ruina. Y. para expresar lo
inesperado, dice: Como sobreviene el dolor de parto a la mujer
encinta. ¿Cómo, pues, dice el Señor: Después de la tribulación de
aquellos días? Porque si entonces ha de
haber placer, y paz, y seguridad, como Pablo dice, ¿cómo dice el Señor: Después de la tribulación de
aquellos días? Si hay placer,
¿cómo tribulación? —Habrá placer y paz para los estúpidos. Por eso no dijo: “Cuando haya paz”, sino: Cuando
digan: Paz y seguridad. Lo que demuestra su estupidez,
como la de quienes, en tiempo de Noé, se entregaban a sus placeres entre
tamaños males. No así los justos, que vivían
en tribulación y tristeza. Por aquí
da el Señor a entender que, a la venida del anticristo, los inicuos y desesperados de su salvación se entregarán con
más furor a sus torpes placeres. Allí será de la gula, de las francachelas y
borracheras. De ahí lo maravillosamente que el ejemplo conviene a la
situación. Porque así como, al construirse
el arca, no creían en el diluvio—dice—, sino que allí estaba ella a la vista de todos, pregonando
anticipadamente los males por venir, y la gente, no obstante estarla viendo, se
entregaban a sus placeres, como si
nada hubiera de pasar, así ahora aparecerá,
sí, el anticristo, tras el cual vendrá la consumación y los castigos que la habrán de acompañar y los tormentos insoportables; mas ellos, poseídos de la
borrachera de su maldad, ni temor sentirán de lo que ha de suceder. De
ahí que diga también Pablo: Como el dolor a la mujer en cinta, así sobrevendrán sobre ellos aquellos terribles e
irremediables males. ¿Y por qué no habló de los males de Sodoma? —Es, que
quería el Señor poner un ejemplo
universal, y que, después de ser predicho,
no fue creído. De ahí justamente que, como el vulgo no suele dar fe a lo porvenir, el Señor confirma
por lo pasado sus palabras, a fin de sacudir el espíritu de sus
discípulos. Juntamente con esto, por ahí se demuestra también haber sido Él también quien envió los anteriores castigos.
Seguidamente pone otra señal, y por ella y por todas las otras queda
absolutamente patente que no desconoce el día del juicio.—¿,Qué señal es ésa? -Entonces estarán dos hombres en el campo. Y uno será tomado otro será dejado; y dos mujeres darán vueltas
a la piedra de moler, y una será tomada y otra será dejada, Vigilad,
pues, porque no sabéis el momento en que vendrá
vuestro Señor. Todo esto son pruebas de
que el Señor sabía perfectamente el día, pero no queda que sus discípulos le preguntaran sobre él. Por eso citó los días de Noé; por eso habló de los dos
que están en el campo, dando a
entender que así de improvisamente, así de despreocupados, cogerá aquel día a
los hombres. Lo mismo indica el otro
ejemplo de las dos mujeres que están moliendo bien ajenas a lo que va a suceder. Y juntamente nos declara que así se
toman o se dejan los que son señores como los esclavos, los que descansan como los que trabajan, los de una dignidad
como los de otra. Como se dice también en el Antiguo Testamento: Desde el que está sentado en el trono hasta la esclava que da vueltas a la muela,
Como había dicho antes que los ricos se salvan con dificultad, ahora nos
hace ver que ni todos los ricos se pierden absolutamente, ni todos los
pobres absolutamente se salvan, sino que, de
entre pobres y ricos, unos se salvan
y otros se pierden. Y a mi parecer, también nos indica que su venida será por la noche. Esto lo dice
expresamente Lucas.
Mirad cuán puntualmente lo sabe todo. Luego, otra vez, porque no le preguntaran, añadió: Vigilad,
pues, porque no sabéis en qué momento ha de llegar vuestro Señor.
No dijo: “Porque no sé”, sino: Porque
no sabéis. Cuando ya casi los había
llevado a la hora misma y puesto tocando a ella, nuevamente los aparta de toda
pregunta, pues quiere que estén en todo
momento alerta. De ahí que les diga: Vigilad, dándoles a entender
que por eso no les había dicho el día. Por eso les dice: Comprended que, si
el amo de casa hubiera sabido a qué hora de
la noche iba a venir el ladrón, hubiera estado alerta y no hubiera dejado que le perforaran la casa. Por eso, estad también vosotros
preparados, pues en el momento que no pensáis vendrá el Hijo del hombre. Si
les dice, pues, que vigilen y estén preparados
es porque, a la hora que menos lo piensen, se presentará Él. Así quiere que estén siempre dispuestos al combate y que en todo momento practiquen la virtud.
Es como si dijera: Si el vulgo de las gentes supieran cuándo habían de morir, para
aquel día absolutamente reservarían su fervor.
LA IGNORANCIA DEL
DÍA NOS HA DE HACER MÁS VIGILANTES
Así, pues,
porque no limitaran su fervor a ese día, el Señor no revela
ni el común ni el propio de cada uno, pues quiere que lo
estén siempre esperando y sean siempre fervorosos. De ahí que
también dejó en la incertidumbre el fin de cada uno. Luego, sin
velo alguno, se llama a sí mismo Señor, cosa que nunca dijo con tanta claridad.
Mas aquí paréceme a mí que intenta también
confundir a los perezosos, pues no ponen por su propia alma tanto empeño como ponen por sus riquezas los que temen el asalto de los ladrones, Porque,
cuando éstos se esperan, la gente está
despierta y no consiente que se lleven nada
de lo que hay en casa. Vosotros, empero, les dice, no obstante saber que
vuestro Señor ha de venir infaliblemente, no vigiláis ni estáis preparados, a fin de que no se os lleven desapercibidos de este mundo. Por eso aquel día vendrá
para ruina de los que duermen. Porque
así como el amo, de haber sabido la venida
del ladrón, lo hubiera evitado, así vosotros, si estáis preparados, lo
evitaréis igualmente.
San
juan Crisóstomo, Homilías sobre el Evangelio de San Mateo
(II), Homilía 77, 2-3, BAC Madrid 1956, 534-37
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