De padres españoles,
Héctor nace en la calle Treinta y Tres Orientales 1075, barrio de Boedo (Buenos Aires) el
31 de octubre de 1910. Es bautizado en la parroquia San Nicolás de Bari, en el
templo ubicado donde hoy está el obelisco de la avenida 9 de Julio, actualmente
dicha parroquia se encuentra en la Av. Santa Fe 1352 y en ella aún está la
primitiva pila bautismal.. Sus padres regresaron a España en 1914. Fue al
colegio de las Hijas de la Caridad y luego a los 12 años ingresó al internado
que los Hermanos de La Salle tenían en Bujedo, cerca de su casa, allí fue
cuando Héctor tuvo la primera idea de hacerse religioso.
En 1922 ingresa en
el aspirantado de la congregación de los Hermanos de las Escuelas
Cristianas (lasallanos). Se ofrece como voluntario para realizar el
noviciado menor en la casa misionera de Lembecq-lez-Hall, Bélgica, previa
autorización de sus padres. Pensaba que así podría ir pronto a su "patria
Argentina", como decía en una carta ya que nunca se olvidó de sus
orígenes, si hasta los niños con los que jugaba al fútbol le decían “el
argentino”.
Pasó meses de
preparación intensa, recibió el hábito con el nombre de Hermano Benito de Jesús
en octubre de 1926. Fue buen compañero, abnegado, amable, cordial, hizo un buen
año de noviciado madurando con serenidad y profunda religiosidad. De regreso a
España, en 1927 emitió sus primeros votos religiosos, se sintió lleno de
alegría y de afanes misioneros, alentados por su compromiso religioso. Después
estudió magisterio y fue destinado al colegio de Astorga, León. Comenzó enseñando
a los más chicos y luego a los más jóvenes, no se conformaba con la actividad
meramente académica, sino también a actividades extraescolares de piedad y
apostolado, las cuales siempre estuvieron alejadas de partidismos y banderías.
Sabía utilizar en sus alumnos sentimientos religiosos y les dedicaba sin medida
su tiempo, su corazón y su esperanza.
En 1933 es destinado al pequeño pueblo de Turón, a 20 kilómetros de Oviedo, en las cuencas mineras de Asturias, al norte de España, disimulado como profesor por las leyes vigentes.
En octubre de 1934
los grupos de izquierda lanzan una revolución, con el ideal de la revolución
rusa de 1917. Comienzan las luchas en Gijón, Pola de Lena y, sobre todo,
Oviedo. Los mineros y obreros se lanzan a la revolución, guiados por los
Comités locales revolucionarios, formados por militantes socialistas y
comunistas. Los sacerdotes y religiosos son considerados enemigos del pueblo y
se da orden de detenerlos a todos. El colegio de los Hermanos estaba en la
mira, aunque muchos habitantes del pueblo, incluso revolucionarios, quisieron
salvar a los religiosos en reconocimiento a la labor educativa que realizaban.
Justo después de
realizar los ejercicios espirituales anuales, el joven hermano Benito de Jesús
es detenido junto a su comunidad y al capellán el 5 de octubre de 1934,
mientras rezaban en la capilla. Todos son encarcelados y sometidos a un
"juicio revolucionario" en la Casa del Pueblo. A pesar de que varios
habitantes del valle intercedieron por los religiosos educadores, san Héctor y
su comunidad de 8 hermanos mueren fusilados cerca del cementerio de Turón,
junto a otros presos políticos, el 9 de octubre de ese año.
Son beatificados el
29 de abril de 1990. Ese día, Rafaela Bravo Jirón, una joven nicaragüense de 24
años de edad, se debatía entre la vida y la muerte en el hospital Berta
Calderón, de Managua, a consecuencia de un cáncer de útero. Los médicos apenas
le daban unas semanas de vida. El esposo de la joven, exalumno de La Salle,
siguiendo el consejo del director del colegio donde había estudiado, reza dos
novenas pidiendo a los mártires que intercedan. En la noche del 29 de abril,
Rafaela siente unos dolores fortísimos, pero al día siguiente estaba
totalmente curada. Las comisiones médicas que estudiaron durante años el caso
consideran que se trata de una curación para la cual la ciencia no tiene
explicaciones. No tuvo más síntomas ni molestias de ningún tipo desde entonces.
El 21 de noviembre
de 1999 Héctor es canonizado por Juan Pablo II, quien expresó que habían sido
martirizados por odio a la fe, y que aceptaron cristianamente el sacrificio
antes de renunciar a Cristo Jesús. Murieron a causa de la persecución religiosa
desatada dentro de un plan comunista de conquistar a España, que a partir de
1936 se aplicó de manera sistemática. Es el primer nacido en la Argentina
declarado santo.
Oración
Señor Dios y Padre
nuestro, Tú que has hecho del beato Héctor
y de sus siete compañeros mártires, educadores de la niñez y de la juventud,
testigos de la fe hasta dar la vida por ello,
te pedimos, por sus méritos y su intercesión,
que fortalecidos por el Espíritu Santo,
nos dediquemos con fervor al anuncio del Evangelio.
Por Jesucristo, tu Hijo y nuestro Señor.
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