Sábado de la 30ª semana
HAY QUE PRACTICAR LA HUMILDAD, A EJEMPLO DE CRISTO
Tened los mismos
sentimientos que tuvo Jesucristo (Filip 2, 5).
I. Tened los mismos
sentimientos, esto es, poseed por experiencia los que tuvo Cristo Jesús. Hay
cinco modos de sentir, es decir, por los cinco sentidos. 1º) Hay que contemplar
su resplandor, para que iluminados con su luz nos conformemos a él. 2º) Es
preciso escuchar su sabiduría, para que seamos felices: Dichosas tus gentes, y
dichosos tus siervos, que están siempre delante de ti, y oyen tu sabiduría
(3Reyes 10, 8). 3º) Es menester aspirar las gracias de su mansedumbre, para
correr hacia él: Tráeme; en pos de ti correremos al olor de tus ungüentos (Cant
1, 3). 4º) Hay que gustar la dulzura d su piedad, para que seamos siempre
amados en Dios. Gustad y ved qué bueno es el Señor (Sal 33, 9). 59) Es menester
tocar la virtud de su poder para salvarnos. Con solo tocar sus vestidos quedaré
sana (Mt 9, 21). Y así experimentad como tocando por la imitación de sus obras.
II. Ejemplo de la humildad de Cristo en su Encarnación. Que siendo en forma de Dios, no tuvo por usurpación el ser él igual a Dios; sino que se anonadó a sí mismo tomando forma de siervo (Filip 2, 6-7). Se anonadó a sí mismo. Mas, porque estaba lleno de la divinidad, ¿se desprendió por ventura de la divinidad? No, porque permaneció siendo lo que era, y tomó lo que no era. Porque así cómo descendió del cielo, no para dejar de estar en el cielo, sino para comenzar a estar de un modo nuevo en la tierra, así también se anonadó a sí mismo, no deponiendo la naturaleza divina, sino tomando la naturaleza humana.
Hermosamente dice: se
anonadó. Pues lo vacío se opone a lo lleno. La naturaleza divina está,
sobreabundantemente llena, porque ella es la perfección de bondad: Yo te
mostraré todo bien (Ex 33, 19). Mas la naturaleza humana y el alma no están
llenas, sino en potencia para la plenitud, porque la naturaleza humana ha sido
creada como tabla rasa. Está vacía. Por eso dice se anonadó, porque tomó la
naturaleza humana.
Tomando forma de
siervo, porque el hombre por su creación es siervo de Dios, y la naturaleza
humana es forma de siervo.
III. Ejemplo de la
humildad de Cristo en su Pasión. Se humilló a sí mismo, hecho obediente hasta
la muerte, y muerte de cruz (Filip 2, 8).
Cristo es hombre, pero
muy grande, porque él es Dios y hombre; y, sin embargo, se humilló. Cuanto
mayor eres, humíllate en todas las cosas (Eccli 3, 20). El modo de humillarse y
la señal de la humildad es la obediencia. Propio de los soberbios es seguir su
propia voluntad, pues el soberbio busca la elevación, y a una cosa elevada
pertenece el no ser regida por otra, sino, regir a otras, y por lo tanto la
obediencia es contraria a la soberbia.
Queriendo, por
consiguiente, mostrar la perfección de la humildad y de la Pasión de Cristo,
dice que se hizo obediente, porque si no hubiese padecido por obediencia, no
hubiese sido tan recomendable, pues obediencia es la que da mérito a nuestros
sufrimientos.
Pero ¿cómo se hizo
obediente? No por su voluntad divina, porque ésta es la misma regla, sino por
su voluntad humana, que en todas las cosas fue regulada según la voluntad
paterna.
Mas el que esta
obediencia sea grande y recomendable se pone de manifiesto porque la obediencia
es grande cuando sigue el mandato de otro contra la propia inclinación. El
movimiento de la voluntad humana se dirige hacia la vida y hacia el honor. Pero
Cristo no rehusó la muerte. Tampoco rehuyó la ignominia. Por eso dice: y muerte
de cruz, que es la más infamante: Condenémosle a la muerte más infame (Sab 2,
20).
(In Phil., II).
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