sábado, 3 de octubre de 2020

Meditaciones del tiempo ordinario con textos de Santo Tomás de Aquino 185

 

Sábado de la 26ª semana

DEBE CREERSE EN LA VIDA ETERNA

 

I. Convenientemente con el fin de todos nuestros deseos, es decir, la vida eterna, termina el Símbolo de la fe en estas palabras: creo en la vida eterna. Amén. Se pone ese artículo contra los que dicen que el alma perece con el cuerpo. Porque si esto fuese verdadero, el hombre sería de la misma condición que los brutos, y a éstos les conviene lo que dice el Salmo (48, 21): El hombre, cuando estuvo en honor, no lo entendió; ha sido comparado a las bestias insensatas, y se ha hecho semejante a ellas. Porque el alma humana se asemeja a Dios en la inmortalidad; mas por la sensibilidad se asemeja a las bestias. Así, pues, cuando uno cree que el alma muere con el cuerpo, se aparta de la semejanza de Dios y se compara a las bestias. Contra éstos dice la Escritura: Ni esperaran galardón de justicia, ni hicieron cuenta de la honra de las almas santas. Por cuanto Dios creó al hombre inexterminable, y lo hizo a la imagen de su semejanza (Sab 2, 22- 23).

 

II. Ahora es fácil creer por el testimonio de Cristo. Porque es necesario que el hombre conozca dos cosas: la gloria de Dios y la pena del infierno. Porque cautivados por la gloria de Dios y aterrados por las penas, los hombres se ponen en guardia y se apartan de los pecados. Pero es muy difícil al hombre conocer esas cosas. Por eso se dice de la gloria en el libro de la Sabiduría: Pues lo que está en los cielos ¿quién lo investigará? (9, 46). Esto es difícil a los terrenos, porque como se dice (en el cuarto Evangelio): El que es de la tierra, terreno es, y de la tierra habla (Jn 3, 31); pero no es difícil a los espirituales, porque el que viene del cielo, sobre todo es (Ibid). Por consiguiente, Dios descendió del cielo y se encarnó para enseñarnos las cosas celestiales.

También era difícil conocer las penas del infierno: Ni se ha conocido quien haya tornado de los infiernos (Sab 2, I). Esto se dice en persona de los impíos, pero ahora no puede decirse, porque así como descendió del cielo pura enseñar las cosas celestiales, así también resucitó de los infiernos para darnos a conocer las cosas del infierno.

(In Symbol.)

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