viernes, 23 de octubre de 2020

Meditaciones del tiempo ordinario con textos de Santo Tomás de Aquino 205

 

Viernes de la 29ª semana

NO DEBE DIFERIRSE LA CONVERSIÓN

Procura arreglarte con el que te pone pleito, en seguida, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al juez, y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel (Mat 5, 25).

 

I. Nuestro adversario es Dios, como dice el Éxodo: Yo, el Señor, tengo aversión al impío (23, 7). O bien, es palabra divina la que se opone a los que quieren pecar: Toda escritura divinamente inspirada es útil para enseñar, para reprender (2 Tim 3, 16). O también la conciencia que remuerde: Te argüiré y te pondré delante de tu cara (Sal 49, 21).

 

La palabra de San Mateo puede interpretarse de estos diversos modos.

 

Por lo cual, procura arreglarte con el que te pone pleito, es decir, con Dios y con la palabra divina. Este acuerdo debe fundarse en la esperanza de la promesa, en el temor del castigo, en la ejecución de lo mandado, en la huida de lo prohibido. Mientras vais todavía de camino, esto es, en estado de merecer. Vendrá la noche, cuando nadie podrá obrar (Jn 9, 4). Con él, esto es, con el cual andas rectamente en el camino de Cristo o del mundo. En seguida, es decir, sin tardanza: No tardes en convertirte al Señor (Eccli 5, 8).

 

II. No sea que te entregue, para que no sea causa ocasional de que seas entregado. Y dice tal vez (en el texto latino de la Vulgata), para no quitar la ocasión de hacer penitencia. No sea qué te entregue el adversario, a saber, Dios o la palabra divina, o la conciencia que remuerde, al juez, en manos de Cristo. Y el juez, o sea, Cristo, te entregue al alguacil, es decir, al Ángel, que recoge la cizaña para quemarla; o al alguacil, es decir, al diablo ejecutor.

 

Y te metan en la cárcel, esto es, en el abismo del infierno. Y serán allí encerrados en cárcel (Is 24, 22). Y lo metió en el abismo, y lo encerró (Apoc 20, 3). En verdad te digo que no saldrás de allí hasta que, es decir, nunca. San Agustín añade: "hasta que no significa aquí el fin de la pena, sirio la continuación de la miseria, como si dijese: siempre pagas, y nunca acabas de pagar."

 

Hasta que pagues el último céntimo, es decir, los pecados más mínimos, porque nada quedará sin castigo.

(In Matth., V)

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