viernes, 21 de agosto de 2020

Meditaciones del tiempo ordinario con textos de Santo Tomás de Aquino 144

 

Viernes de la 20ª semana

CONDICIONES NECESARIAS

PARA CUMPLIR EL PRECEPTO DEL AMOR DE DIOS

 

Habiéndose preguntado a Cristo, antes de la Pasión, cuál era el mayor y primer mandamiento, contestó: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, y con todo tu entendimiento. Éste es el mayor y el primer mandamiento (Mt 22, 37.)

 

Verdaderamente éste es el mayor mandamiento, el más notable y el más útil. En él se cumplen todos los demás; pero para cumplirlo perfectamente se requieren cuatro condiciones:

 

1ª) El recuerdo de los beneficios divinos; pues cuanto tenemos, el cuerpo, los bienes exteriores, todo lo tenemos de Dios; y por lo tanto es menester que le sirvamos con todo ello y que lo amemos con corazón perfecto. En efecto, es muy ingrato recordar los beneficios de alguno, y no amarlo. Recordando David los beneficios de Dios, manifestaba: Tuyas son todas las cosas; te hemos dado las cosas que recibimos de tu mano. Por eso en alabanza de David dice el Eclesiástico: Con todo su corazón alabó al Señor, y amó al Dios que le hizo (47, 10).

 

2ª) Consideración de la excelencia divina. Porque mayor es Dios que nuestro corazón (1 Jn 3, 20.) Por lo cual, si le servimos con todo el corazón y con todas las fuerzas, todavía nos quedarnos cortos. Glorificad al Señor cuanto más pudiereis, que aún sobrepujará... Bendecid al Señor, ensalzadle cuanto podéis; porque mayor es que toda alabanza (Eccli 43, 32.)

 

3ª) La renuncia a las cosas del mundo y de la tierra. Pues hace gran injuria a Dios el que equipara alguna cosa a él. ¿A quién, pues, habéis asemejado a Dios? (Is 40, 18.) Equiparamos las cosas con Dios cuando amamos las cosas temporales y corruptibles juntamente con Dios; pero esto es absolutamente imposible. Por lo tanto se dice: Estrecha es la cama, de modo que uno de los dos ha de caer; y una manta corta no puede cubrir al uno y al otro (Is 28, 20.)

 

En ese pasaje el corazón del hombre es comparado al lecho estrecho y a la manta corta. Pues el corazón humano es estrecho en relación con Dios; por lo cual cuando recibes otras cosas en tu corazón, lo expulsas a él. Él no permite compañeros en el alma, como tampoco el esposo a la esposa, y por eso dice el mismo Señor: Yo soy el Señor tu Dios fuerte, celoso (Ex 20, 5); porque no quiere que amemos cosa alguna como a él o fuera de él.

 

4ª) Es menester evitar todo pecado; porque nadie puede amar a Dios estando en pecado. Por consiguiente, si vives en pecado, no amas a Dios. Le amaba el que decía: Acuérdate, te suplico, de cómo he andado delante de ti con verdad y con corazón perfecto (Is 38, 3.) Y cl profeta Elías: ¿Hasta cuándo cojeáis por ambos lados? (3 Reyes 18, 21.) Así como el cojo se inclina ya a un lado ya a otro, así también el pecador, que unas veces peca, y otras trata de buscar a Dios. Por eso dice el Señor: Convertíos a mí de todo vuestro corazón (Joel 2, 12).

(In Decalog., c. V)

No hay comentarios:

Publicar un comentario