domingo, 2 de agosto de 2020

Meditaciones del tiempo ordinario con textos de Santo Tomás de Aquino 125


Domingo de la 18ª semana

LA CENA DEL SEÑOR

La última cena - Juan de Juanes

Podemos distinguir tres cenas de Cristo: sacramental, espiritual y eterna.

De la primera se dice en cl Apocalipsis (19, 9): Bienaventurados los que han sido llamados a la cena de las bodas del Cordero. Verdaderamente son bienaventurados, en el presente por la gracia, y en el futuro por la gloria. Y me vinieron todos los bienes juntamente con ella (Sab 7, 11). A esto añade la Glosa: "El que recibe a Cristo en el corazón, o percibe la noticia de todas las cosas, éste tiene aquí igualmente la virtud y la gracia, y en el futuro la vida eterna." Ésta es la cena en la cual lavó Cristo los pies de sus discípulos, esto es, la parte afectiva de nuestra alma de los pecados veniales, porque en este sacramento se verifica la transformación del hombre en Cristo, por el amor. Y porque los pecados veniales son contrarios al fervor del amor, fervor que es excitado en este sacramento, por eso se perdonan, en consecuencia, los pecados veniales. Y así explica San Bernardo: "El alma se embriaga de celestial dulzura en el sacramento del altar, el pecado venial es destruido y el hombre se robustece en la gracia."

De la segunda se dice también en el Apocalipsis (3, 20): He aquí que estoy a la puerta, y llamo, a las puertas cerradas del corazón, según la Glosa; si alguno oye mi voz, y me abre la puerta, entrare en él, y cenaré con él, y él conmigo, esto es, como se entiende por la Glosa: "me deleitaré en su fe y sus obras". Esta cena está expresada místicamente en el Evangelio de San Juan, donde se dice: Jesús, seis días antes de la Pascua, vino a Betania... y le dieron allí una cena, y Marta servía (Jn 12, 1-2). Por lo cual explica Alcuino que místicamente la cena del Señor es la fe de la Iglesia, que obra por amor. Marta sirve con fe, cuando el alma ejecuta las obras de su devoción. Lázaro es uno de los que estaban sentados, cuando aquellos que resucitaron a la justicia después de la muerte de los pecados, juntamente con los que permanecieron en su justicia, se regocijan de la presencia de la verdad y se sustentan con los dones de la gracia celestial. Y bien se dice en "Betania", que significa ''casa de obediencia".


De la tercera cena dice el Señor en San Lucas, 14, 16: Un hombre hizo una gran cena, lo que la Glosa explica así: "porque nos preparó la saciedad de la dulzura interior". Ésta es la cena en la cual Juan, esto es, todo elegido en quien reside la gracia, está sentado, libre del estrépito de la vida presente; porque, como dice San Bernardo: Allí está el descanso de los trabajos, la paz sin enemigos, la amenidad de la novedad, la seguridad de la eternidad, la suavidad y la dulzura de la visión de Dios.
 (De Humanitate Christi.)

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