Lunes de la 14ª semana
LA ESPERANZA
La virtud de la esperanza Sandro Botticelli |
I. El objeto propio de
la esperanza es la bienaventuranza eterna.
La esperanza llega
hasta Dios, apoyándose en su auxilio para conseguir el bien esperado. Pero
conviene que el efecto sea proporcionado a la causa; por lo tanto, el bien que
propia y principalmente debemos esperar de Dios es el bien infinito,
proporcionado a la virtud de Dios que nos ayuda: porque es propio de la virtud
infinita producir hasta un bien infinito. Mas este bien es la vida eterna que
consiste en el goce del mismo Dios; pues lo que debemos esperar de Él no es
menos que Él mismo, ya que no es menor su bondad, por la que comunica los
bienes a la criatura, que su esencia.
II. La esperanza es
una virtud teológica distinta de las demás virtudes teologales. Una virtud se
dice teologal porque tiene por objeto a Dios al cual se adhiere. De dos maneras
puede uno adherirse a otro: o por sí mismo, o porque por él se llega a otro. La
caridad, pues, hace que el hombre se una a Dios por causa de sí mismo, uniendo
su espíritu a Dios por el afecto de amor.
Mas la esperanza y la
fe hacen que el hombre se una a Dios como a cierto principio, del cual nos
llegan algunas cosas. De Dios nos viene el conocimiento de la verdad y el logro
de la bondad perfecta. Luego la fe hace que el hombre se adhiera a Dios, en
cuanto es para nosotros el principio de conocer la verdad, pues creemos que son
verdaderas las cosas que Dios nos dice. Mas la esperanza hace que nos adhiramos
a Dios, como que es en nosotros el principio de la bondad perfecta, ya que por
la esperanza nos apoyamos en el auxilio divino para obtener la bienaventuranza.
III. En la vía (u
orden) de la generación (espiritual), la esperanza es anterior a la caridad.
Pues así como alguno es conducido a amar a Dios porque, temiendo ser castigado
por él, cesa de pecar, así también la esperanza introduce a la caridad, en
cuanto alguno, esperando ser recompensado por Dios, es inducido a amarle y
observar sus preceptos. Pero según el orden de la perfección, la caridad es
anterior naturalmente; por lo cual desde el momento en que existe la caridad,
la esperanza se torna más perfecta, porque uno espera más de los amigos. En
este sentido dice San Ambrosio que "la esperanza proviene de la
caridad".
IV. La esperanza tiene
certeza, porque la esperanza es la expectación cierta de la bienaventuranza
futura, como dice el Maestro*. Lo cual puede tomarse de aquello que dice el
Apóstol: Porque sé a quién he creído, y estoy cierto de que es poderoso para
guardar mi depósito (2 Tim 1, 12).
Ciertamente no
podernos saber con certeza, en esta vida, si poseemos la gracia. Mas la
esperanza no se basa principalmente en la gracia ya recibida, sino en la
omnipotencia y misericordia divinas, por las que, aun aquél que no posee la
gracia, puede conseguirlas y llegar así a la vida eterna. Mas de la
omnnipotencia de Dios y de su misericordia está cierto todo aquel que posee la
fe. El que algunos, teniendo esperanza, se vean faltos de la consecución de la
bienaventuranza, sucede por defecto del libre albedrío que les pone el
obstáculo del pecado, pero no por defecto del poder divino o misericordia en que
se apoya la esperanza. Por consiguiente, esto no perjudica a la certeza de la
esperanza.
(2ª 2ae , q. XVII, a.
2, 6, 8; q. XVIII, a. 4).
Nota:
* Alberto Magno, Sent., III,
dist., 26. 139
No hay comentarios:
Publicar un comentario