Miércoles después de Pentecostés
MULTIPLICIDAD DE FRUTOS
QUE DIMANAN DEL ESPÍRITU SANTO
Son muchos los frutos
que nos vienen del Espíritu Santo.
1º) Purifica de los
pecados. La razón de ello es que corresponde sanar a quien toca constituir.
El alma es creada por
el Espíritu Santo, porque Dios lo hace todo por él; pues Dios creó todas las
cosas por amor a su propia bondad. Amas todas las cosas que son, y ninguna
aborreces de aquellas que hiciste (Sab 11, 25). San Dionisio dice: "El
amor divino no permitió que él estuviese sin germen." Luego es necesario
que sean restaurados por el Espíritu Santo los corazones de los hombres
destruidos por el pecado. Enviarás tu espíritu, y serán criados; y renovarás el
semblante de la tierra (Sal 103, 30). No es de admirar que purifique el
Espíritu Santo, porque todos los pecados son perdonados por amor. Perdonados le
son sus muchos pecados, porque amó mucho (Lc 7, 47). La caridad cubre todas las
faltas (Prov 10, 12).
2º) Ilumina la
inteligencia, porque todo lo que sabemos lo conocernos por el Espíritu Santo,
como dice el Evangelista: El Consolador, el Espíritu Santo, que enviará el
Padre en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo aquello
que yo os hubiera dicho (Jn 14, 26). Y en otro lugar: Su unción os enseña en
todas las cosas (Jn 2, 27).
3º) Ayuda y en cierto
modo obliga a guardar los mandamientos. Porque nadie puede observar los
mandamientos de Dios sin amar a Dios. Si alguno me ama, guardará mi palabra (Jn
14, 23). Luego el Espíritu Santo nos hace amar a Dios. Os daré un corazón
nuevo, y pondré un espíritu nuevo en medio de vosotros; y quitaré el corazón de
piedra de vuestra carne, y os daré corazón de carne. Y pondré mi espíritu en
medio de vosotros; y haré que andéis en mis preceptos, y que guardéis, y hagáis
mis juicios (Ez 36, 26-27).
4º) Confirma la
esperanza de la vida eterna, porque él es como la prenda de esta herencia,
según el Apóstol: Fuisteis sellados, con el Espíritu Santo, que era prometido,
el cual es la prenda de nuestra herencia (Ef 1, 13). Pues él es como las arras
de la vida eterna. La razón es que la vida eterna se debe al hombre, en cuanto
es hijo de Dios; y llega a serlo haciéndose semejante a Cristo: mas uno se
asemeja a Cristo en cuanto tiene el Espíritu de Cristo, que es el Espíritu
Santo. No habéis recibido el espíritu de servidumbre para estar otra vez con
temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción de hijos, por el cual
clamamos: Abba (Padre). Porque el mismo Espíritu da testimonio a nuestro
espíritu de que somos hijos de Dios (Rom 8, 15, 16). Y en otro lugar dice el
mismo Apóstol: Y por cuanto vosotros sois hijos, ha enviado Dios a vuestros
corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: Abba, Padre (Gal 4, 6).
5º) Enseña cuál es la
voluntad de Dios: El que tiene oreja, oiga lo que el Espíritu dice a las
Iglesias (Apoc 2, 7). Para que le oiga como a maestro (Is 50, 4).
(In Symbol.)
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