Sábado después del Corpus
EFECTO DE LA EUCARISTÍA
ES LA CONSECUCIÓN DE LA GLORIA
Si alguno comiere de
este pan, vivirá eternamente (Jn 6, 52).
En este sacramento
podemos considerar aquello que obra el efecto, o sea, el mismo Cristo en él
contenido y su pasión en él representada, y aquello por lo cual tiene efecto, a
saber, el uso del sacramento y sus especies. En cuanto a ambos extremos puede
afirmarse que este sacramento causa la consecución de la vida eterna.
En efecto: el mismo
Cristo por medio de su pasión nos abrió la entrada a la vida eterna, como se
dice en la carta a los Hebreos, 9, 15: Es mediador de un nuevo Testamento para
que, interviniendo la muerte, reciban la promesa de la herencia eterna los que
han sido llamados.
Del mismo modo, la
refección del manjar espiritual y la unidad significada por las especies del
pan y del vino tienen lugar, ciertamente, en la vida presente, pero de manera
imperfecta; perfectamente se dan en el estado glorioso. De donde dice San
Agustín: "Los hombres cuando comen y cuando beben lo que buscan es no
tener hambre ni sed; pero esto, en realidad, solamente lo proporciona esta
comida y esta bebida que hace inmortales e incorruptibles a los que la toman,
en la compañía de los santos, donde tendrá lugar la paz y la unidad plena y
perfecta."
Y aunque este
sacramento corresponda a los viadores, incapaces aún de la gloria, no se sigue
que el efecto del mismo no sea la consecución de la gloria.
Se dice en Juan 6,
52: El que come de este pan vivirá eternamente. Pero la vida eterna es la vida
de la gloria. Luego el efecto de este sacramento es la consecución de la
gloria.
En este sacramento
se puede considerar: aquello de donde procede el efecto, y que es el mismo
Cristo contenido y su pasión representada; y aquello por lo que viene el
efecto, o sea, el uso del sacramento y las especies sacramentales. Pues bien,
bajo los dos aspectos es propio de este sacramento causar la consecución de la
vida eterna. Porque fue el mismo Cristo quien nos abrió por su propia pasión
las puertas de la vida eterna, según aquellas palabras de la carta a los
Hebreos 6, 15: Es el mediador de la nueva alianza, para que, por su muerte,
reciban los llamados la promesa de la herencia eterna. Por lo que en la forma
de este sacramento se lee: Este es el cáliz de mi sangre, de la nueva y eterna
alianza.
Y, de la misma
manera, el sustento de la comida espiritual y la unidad significada por las
especies del pan y del vino, ya se obtienen en la vida presente, aunque de modo
imperfecto. Pero se obtendrán de modo perfecto en la gloria. Por lo que San
Agustín, comentando las palabras de Juan 6, 26: Mi carne es verdadera comida,
dice: Los hombres desean la comida y la bebida para no tener hambre y para no
tener sed. Pero esta hartura, en realidad, no la otorgan más que esta comida y
esta bebida, que convierten a sus consumidores en inmortales e incorruptibles
en la sociedad de los santos, donde habrá paz y unidad plena y perfecta.
(3ª, q. LXXIX, a. 2,
c)
No hay comentarios:
Publicar un comentario