domingo, 14 de junio de 2020

CELEBRAR Y ORAR EN TIEMPO DE PANDEMIA - solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo.



La siguiente es una guía para poder celebrar en nuestras casas, en este tiempo de pandemia.
Los textos que están en rojo (rúbricas) no son para leer en voz alta y tienen la función de dar algunas indicaciones sobre lo que hay que ir haciendo. De acuerdo a las posibilidades de la persona y/o grupo familiar se realizará todos o algunos de los momentos celebrativos propuestos.



Para preparar antes de la celebración:
- Un lugar cómodo que permita el recogimiento y la oración familiar.
- Un pequeño altar con los elementos que a la familia le son significativos: un mantel, una vela encendida, una cruz, la imagen de la Virgen María, etc.
- Una Biblia desde la cual se proclamará el Evangelio.



DIOS DE LOS CORAZONES

¡Dios de los corazones
Sublime Redentor
Domina a las naciones
Y enséñales tu amor!

1. Señor Jesucristo,
Que en la última Pascua
Tu Sangre divina,
Diste antes de darla:
Tu Cuerpo y tu Sangre
Deseamos con ansias...
¡En donde está el cuerpo,
Se juntan las águilas!


2. Conocen tu nombre
La urbe y el río,
La línea que es Pampa
Y el germen que es trigo.
Y cálidas notas
De timbre argentino
Saludan tu hechura
De Dios escondido.


3. Pasearon el Corpus
Por nuestros solares
Los hombres que luego
Fundaban ciudades,
Y abrían los surcos
Para los trigales.
Espigas dan hostias
Y leños altares.
4. Bandera tu cuerpo
Fue en la azul atmósfera
Y el cáliz dorado
Fue el sol de la gloria.
Antes que el arado
Rompiera la costra.
De la tierra virgen
Se elevó tu forma.

5. Rey manso que sellas
La tierra argentina
Con el sello blanco
De la Eucaristía;
La Patria se aroma
De incienso de Misa
Tú rozas los labios
Y alientas las vidas.

6. En torno a tu mesa
Cien pueblos y razas
Nutrió de infinitos
Tu oculta substancia.
Pequeñez inmensa
Que multiplicada
Es pan para el hambre
De todas las almas.

Luego el adulto que guía la celebración (G) invita a todos a hacerse la señal de la cruz, mientras dicen:

Todos: En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
G: Familia, bendigamos al Señor, que en su bondad nos invita a compartir la mesa de su Palabra.
Todos responden: Bendito sea Dios, por los siglos.
Y continúa: Para poder hacer esta celebración con espíritu fraterno y en paz, pidamos perdón por nuestras faltas de amor a Dios y entre nosotros:

Todos hacen un breve momento de silencio, y a continuación el que guía la celebración dice:
G: Tú, que eres el pan vivo bajado del cielo. Señor, ten piedad
Todos: Señor, ten piedad.

G: Tú, que nos dejaste la Eucaristía para tener vida en nosotros. Cristo, ten piedad.
Todos: Cristo, ten piedad.

G: Tú, que nos llamas a alimentarnos con tu cuerpo y con tu sangre para permanecer unidos a Ti. Señor, ten piedad.
Todos: Señor, ten piedad.

G: Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
Todos: Amén.

Escuchamos la Palabra
Habiendo marcado previamente el texto que se escuchará y puestos todos de pie, alguien toma la Biblia del altar familiar y proclama el evangelio de este domingo Juan 6, 51-58. Si se prefiere se puede tomar el texto que transcribimos aquí abajo.

Del Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 6, 51-58

Jesús dijo a los judíos:
«Yo soy el pan vivo bajado del cielo.
El que coma de este pan vivirá eternamente,
y el pan que Yo daré
es mi carne para la Vida del mundo».
Los judíos discutían entre sí, diciendo: «¿Cómo este hombre puede darnos a comer su carne?»
Jesús les respondió:
«Les aseguro
que si no comen la carne del Hijo del hombre
y no beben su sangre,
no tendrán Vida en ustedes.
El que come mi carne y bebe mi sangre
tiene Vida eterna,
y Yo lo resucitaré en el último día.
Porque mi carne es la verdadera comida
y mi sangre, la verdadera bebida.
El que come mi carne y bebe mi sangre
permanece en mí
y Yo en él.
Así como Yo,
que he sido enviado por el Padre que tiene Vida,
vivo por el Padre,
de la misma manera,
el que me come vivirá por mí.
Éste es el pan bajado del cielo;
no como el que comieron sus padres y murieron.
El que coma de este pan vivirá eternamente».
Palabra del Señor

Reflexionamos en familia
Se puede hacer una reconstrucción del evangelio, con preguntas para dialogar en familia. Además, puede leerse la siguiente reflexión:

Celebramos hoy la Solemnidad del Cuerpo y Sangre de Cristo, sacramento que es fuente y cumbre de toda la vida de la Iglesia. Esta fiesta tan antigua que comienza a celebrarse en el siglo XIII, con el sentido de reparar las ofensas a la Eucaristía, tiene que ayudarnos a profundizar lo que significa este don que el Señor nos dejó.
Jesús les habló a los apóstoles con palabras que les habrá costado entender: “Yo soy en pan vivo bajado del cielo...el que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él...”. Y finalmente, el día anterior a su pasión y muerte en la cruz, en esa última cena con sus discípulos, crea el signo sacramental de su Pascua, para que sus discípulos pudieran repetirlo a través del tiempo, en memoria suya.
Por eso, cada vez que participamos de la celebración eucarística participamos de la Pascua del Señor.
En cada celebración eucarística glorificamos a Dios y somos santificados. Alabamos a Dios con salmos, himnos y cantos y Él nos responde con la presencia sacramental de Jesucristo, pan vivo bajado del cielo.
Ofrecemos pan y vino y por el poder del Espíritu Santo y el ministerio del sacerdote se convierten en el cordero de Dios que quita el pescado del mundo.
La Eucaristía nos permite unirnos a Dios y realiza la comunión de la toda la Iglesia.
Es el don de Dios que alimenta nuestro espíritu para que no muera de hambre y soledad.
Es el mismo Jesucristo que misteriosamente nos acompaña y nos sostiene en el camino de la vida.
Es difícil hablar de la Eucaristía y todo lo que significa para nosotros cuando muchísimos hermanos de nuestro país y del mundo no pueden recibirla como consecuencia de esta pandemia que sufrimos. Y sin embargo hoy más que nunca queremos darle gracias a Dios por el don de su Cuerpo y su Sangre y queremos pedirle que nos fortalezca como familia y como comunidad cristiana hasta el momento del reencuentro, cuando volvamos a ser alimentados con el Pan que da vida, la fuerza y la alegría.


Cantemos al amor de los amores

1. Cantemos al Amor de los amores,
cantemos al Señor.
Dios está aquí; venid adoradores,
adoremos a Cristo Redentor.

GLORIA A CRISTO JESÚS;
CIELOS Y TIERRA, BENDECID AL SEÑOR;
HONOR Y GLORIA A TI, REY DE LA GLORIA,
AMOR POR SIEMPRE A TI, DIOS DEL AMOR.
[BIS TODO]

2. Cantemos al Amor de los Amores
cantemos sin cesar,
Dios está aquí, ¡venid adoradores,
adoremos, a Cristo en el altar!

[ESTRIBILLO]

3. Unamos nuestra voz a los cantares
del Coro Celestial,
Dios está aquí, al Dios de los Altares
alabemos con gozo angelical.

4. Por nuestro amor oculto en el sagrario,
su gloria y esplendor;
para nuestro bien, queda en el santuario,
esperando al justo y pecador.

5. Oh gran prodigio del amor divino,
milagro sin igual;
prenda de amistad, banquete al peregrino,
do se come el Cordero celestial.

6. ¡Jesús potente, Rey de las victorias!
¡A ti loor sin fin!
¡Canten tu poder, autor de nuestras glorias,
cielo y tierra hasta el último confín!

7. Tu nombre ensalzamos y alabamos
con toda nuestra voz.
¡Rey de majestad, por siempre te aclamamos,
y Señor de las almas, Cristo Dios!

8. Oh, sí cristianos fervorosos vamos
a Cristo en el altar,
y con fe viva su Cuerpo recibamos cada día
y siempre hasta expirar.

9. Al pie de tu sagrario nos convidas
a recibir tu amor;
porque Tú, Jesús, al alma das la vida y la llenas
de fuerza y de valor.

Confesamos nuestra fe
G: Como familia de Dios vamos a expresar con alegría nuestra de fe diciendo: «Creo, Señor»

Alguno de los presentes va proponiendo las fórmulas de fe, a las que todos responden.

Lector: En Dios Padre, creador del cielo y de la tierra…
Todos: «Creo, Señor»

Lector: En Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen…
Todos: «Creo, Señor»

Lector: En Jesucristo, que padeció bajo el poder de Poncio Pilato fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos…
Todos: «Creo, Señor»

Lector: En Jesucristo, que subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso, y que desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos…
Todos: «Creo, Señor»

Lector: En el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna…
Todos: «Creo, Señor»

Presentamos nuestra oración
G: Al Señor que quiso quedarse entre nosotros en el sacramento de su Cuerpo y de su Sangre, le pedimos con confianza por lo que necesitamos. A cada intención respondemos: «Escucha Señor la oración de tu pueblo».

Alguno de los presentes va proponiendo las intenciones para presentar al Señor.
Lector:
Por la Iglesia para que en la Eucaristía encuentre siempre la fuente y culmen de su vida y misión en el mundo. Oremos.

Por el Papa y todos los pastores que en cada Eucaristía hacen presente la Pascua en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, para que conformen su vida con este Misterio. Oremos

Por los dirigentes de nuestro país, para que busquen con generosidad alcanzar los consensos necesarios para poder transitar del mejor modo este tiempo de crisis. Oremos.

Por todos los que sufren a causa de la pandemia, para que experimenten la cercanía de un Dios que se hizo alimento para la vida de los hombres. Oremos.

Por todos los hombres y mujeres que en este tiempo se comprometen de manera voluntaria con aquellos que necesitan un cuidado especial, para que el Señor recompense sus esfuerzos y renueve sus fuerzas. Oremos.

 Por nosotros para que a ejemplo del Señor nos entreguemos por nuestros hermanos y podamos ser en la sociedad pan que cura la injusticia. Oremos

Quien lo desee, puede agregar intenciones.

Después, quien anima la oración, dice:
Concluyamos nuestra celebración en familia, diciendo juntos la oración que Jesús enseñó a los apóstoles: Padre nuestro que estás en el cielo…

G: Recemos juntos:

Todos juntos:
Jesús, Pan de Vida que despiertas en nosotros hambre del Evangelio,
un hambre que solo tu amor puede saciar.
Hoy no podemos celebrar juntos la Eucaristía.
Pero nos sabemos sostenidos por tu Palabra, la oración
y el servicio a los más pobres, frágiles y heridos.
Acrecienta en nosotros el deseo de compartir tu Pan y tu Cáliz,
para que animados por la esperanza
de reunirnos de nuevo en torno a tu mesa,
renovemos la ofrenda de nuestra vida al Padre.
Amén.

Pedimos a Dios su bendición
Quien anima la oración, invocando la bendición de Dios, y santiguándose, dice:
El Señor nos bendiga,
nos defienda de todo mal
y nos lleve a la Vida eterna.
Y todos responden: Amén.

O bien:

Que nos bendiga y nos custodie
el Señor omnipotente y misericordioso,
 el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
Y todos responden: Amén.


Alabado sea el Santísimo

Alabado sea el Santísimo
Sacramento del altar
y la Virgen concebida
sin pecado original

Celebremos con fe viva
este Pan angelical
y la Virgen concebida
sin pecado original.

Es el Dios que da la vida,
y nació en un portal,
de la Virgen concebida
sin pecado original

El manjar más regalado
de este suelo terrenal
es Jesús Sacramentado,
Dios eterno e inmortal.

Una vez que se ha pedido la bendición de Dios, la familia puede realizar alguna de las siguientes oraciones, preparadas especialmente para este tiempo de pandemia.

Invocación del Papa Francisco a San José

Protege, Santo Custodio, este país nuestro.
Ilumina a los responsables del bien común,
para que ellos sepan - como tú - cuidar a las personas
a quienes se les confía su responsabilidad.
Da la inteligencia de la ciencia a quienes buscan los medios adecuados para la salud
y el bienestar físico de los hermanos.
Apoya a quienes se sacrifican por los necesitados: l
os voluntarios, enfermeros, médicos,
que están a la vanguardia del tratamiento de los enfermos,
incluso a costa de su propia seguridad.
Bendice, San José, la Iglesia:
a partir de sus ministros, conviértela en un signo e instrumento de tu luz y tu bondad.
Acompaña, San José, a las familias:
con tu silencio de oración, construye armonía entre padres e hijos,
 especialmente en los más pequeños.
Preserva a los ancianos de la soledad:
asegura que ninguno sea dejado en la desesperación
por el abandono y el desánimo.
Consuela a los más frágiles,
alienta a los que flaquean, intercede por los pobres.
Con la Virgen Madre, suplica al Señor
que libere al mundo de cualquier forma de pandemia.
Amén.

Invocación a la protección de
San José Gabriel del Rosario Brochero

Señor, de quien procede todo don perfecto,
Tú esclareciste a San José Gabriel del Rosario,
por su celo misionero, su predicación evangélica
y su vida pobre y entregada;
concede con su intercesión, la gracia que te pedimos:
por su entrega en la asistencia de los enfermos y moribundos
de la epidemia de cólera que azotó a la ciudad de Córdoba,
te pedimos por nuestra Patria y el mundo entero,
líbranos de la actual pandemia y de todo mal.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén


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