Lucas 10,29-37
El doctor de la Ley,
para justificar su intervención, le hizo esta pregunta: «¿Y quién es mi
prójimo?». Jesús volvió a tomar la palabra y le respondió: «Un hombre bajaba de
Jerusalén a Jericó y cayó en manos de unos ladrones, que lo despojaron de todo,
lo hirieron y se fueron, dejándolo medio muerto. Casualmente bajaba por el
mismo camino un sacerdote: lo vio y siguió de largo. También pasó por allí un
levita: lo vio y siguió su camino. Pero un samaritano que viajaba por allí, al
pasar junto a él, lo vio y se conmovió. Entonces se acercó y vendó sus heridas,
cubriéndolas con aceite y vino; después lo puso sobre su propia montura, lo
condujo a un albergue y se encargó de cuidarlo. Al día siguiente, sacó dos
denarios y se los dio al dueño del albergue, diciéndole: "Cuídalo, y lo
que gastes de más, te lo pagaré al volver" ¿Cuál de los tres te parece que
se portó como prójimo del hombre asaltado por los ladrones?». «El que tuvo
compasión de él», le respondió el doctor. Y Jesús le dijo: «Ve, y procede tú de
la misma manera».
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